Separarse. Obsesionarse por un personaje de la Biblia. Meditar sobre el bien y el mal. Intentar entender la existencia de tantas injusticias. Revisar con ironía la propia vida y observar con suspicacia la de los demás. De todo ello sabe mucho la escritora escocesa Muriel Spark (1918-2006), autora del volumen El Único problema (publicado en catalán por La Breu Edicions), una novela donde desgrana una obsesiva y divertida historia con un millonario canadiense separado, que se instala en un castillo francés y dedica sus horas a estudiar el libro del Antiguo Testamento sobre la vida de Job. Job es el hombre paciente, a quien le suceden todas las calamidades y más y no se queja. Este sabio encarna, en la Biblia, a quien sufre todo tipo de sufrimiento y no desfallece. El personaje de la novela empieza a pasarlo mal y lo acepta con comicidad y resignación.

Job es un hombre con fe, que no cree en Dios para que este lo colme de bondades. De hecho, no tiene su favor y, a pesar de todo, él sigue fiel. No es una casualidad que Muriel Spark —hija de padre judío y madre presbiteriana—, convertida al cristianismo en 1953 (se hizo anglicana) y al catolicismo en 1954, introduzca el gran tema de Job a su novela. Job representa el problema del sufrimiento de los inocentes, y para una persona como Spark, que decide dar el paso para ser creyente, no era un tema menor. Por qué Dios permite el sufrimiento de los inocentes es también un tema literario que recorre la obra de Graham Green, Flannery O'Connor o Evelyn Waugh, todos ellos también católicos.

No tuvo la paciencia de Job, pero los que la conocían dicen que siempre tenía el control sobre su vida y su escritura.

En la novela El único problema (L'únic problema), traducida al catalán con técnica y precisión por Míriam Cano, filtra la visión católica, sarcástica e hilarante de Spark, una mujer con una vida difícil y de kilometraje largo. Escocesa de nacimiento, vivió en Rodesia, hoy Zimbabue, se casó, tuvo un hijo, se separó, abandonó el África y, mientras seguía escribiendo, pasó por la poesía antes de aterrizar en la narrativa. También fue periodista y lo que podríamos decir espía: escribía noticias falsas para los servicios de inteligencia británicos. Su trabajo consistía en utilizar su talento e imaginación literarios para intentar confundir a los alemanes, las fake news de nuestros días. Cuando se quedó sin trabajo, Graham Greene la ayudó económicamente y le hizo conocer como funciona el mundo editorial. Esta Dama del Imperio Británico consiguió ser honoris causa por las universidades de Oxford, Londres y Edimburgo.

Entre su obra destaca la edición de las cartas del cardenal John Henry Newman. Spark también viajó mucho. Entre sus obras más relevantes encontramos Memento Mori y El esplendor de la Srta. Brodie. Su tumba está en la localidad toscana de Civitella della Chiana, en la iglesia parroquial de Oliveto, donde vivió los últimos 27 años de su vida. Murió a los 88 años. No tuvo la paciencia de Job, pero los que la conocían dicen que siempre tenía el control sobre su vida y su escritura, que, poco a poco, podemos ir leyendo en catalán, gracias a cazadores de talento literario que traducen su obra.