El acuerdo 'antirrepresivo' en la Mesa del Parlament está maduro. O cuando menos eso transmiten los Batet y Rius, guardia pretoriana de Carles Puigdemont. Es decir, que hay un acuerdo instrumental con los republicanos —también con la CUP— para tomar el control de la Mesa, siempre que el PP no regale la Presidencia a los de Salvador Illa con la aquiescencia de los Comunes. Que tampoco sería ninguna sorpresa porque no sería la primera vez. Ni la segunda.
Turull también habló con el president legítim. El jueves. Y el mensaje fue el mismo que luego se debió trasladar a la dirección orgánica, el viernes a primera hora, sin la presencia de Puigdemont, que, de hecho, no le hace falta. No participa nunca de cuerpo presente en las reuniones orgánicas de los juntaires. Pero a fe mía que está espiritualmente, como Dios, nuestro Señor, omnipresente, empapando e inspirando el espíritu de todos. Por la tarde, el viernes, había convocado del primero en el último en Cotlliure para el cierre de campaña de las europeas, ahora con el astuto Toni Comín de cabeza lista para la reválida. Cinco años más como europarlamentario suma una década. Ce n'est pas mal, Toni. Como diría Llach, me alegro 'por amistad y por humanidad'. De peor humor está la actual presidenta del Parlament, Anna Erra, que sería la sacrificada en el acuerdo de la Mesa, si es que este finalmente fructifica.
Los cálculos de Puigdemont pasan por rematar a ERC, ya sea con el anzuelo de la lista única, que se apresuró a validar el presidente de la renovada ANC, o, en su defecto, con una campaña que ahogue a ERC en busca del voto útil para vencer al PSC.
Turull no especifica detalles de ningún tipo sobre el acuerdo de la Mesa, ni sobre un futuro intento de investidura presencial de Puigdemont, ni que los números no salgan. Que no salen, si no es con este acuerdo estrafalario que se pretendía con el PSOE. Tampoco ningún nombre para la Presidencia, si bien uno de los que gusta Puigdemont es el de un visceral polemista —estos perfiles siempre los ha potenciado—, que no podría ser peor visto por los republicanos. El secretario general de Junts se limita, por ahora, a decir y repetir que todo está encauzado con un 'confiad en el presidente Puigdemont'. La sensación que deja entrever es que están satisfechos de la negociación con los republicanos y que Puigdemont, esta vez sí, cruzaría la frontera para preparar las elecciones. A la enésima va la vencida.
Tampoco se aborda abiertamente, por ahora, la repetición electoral, que es, de hecho, lo que anhela Puigdemont, consciente de que solo con una nueva composición aritmética del Parlament podría ser 'restituido'. Una segunda convocatoria electoral que Puigdemont plantea ante ERC como un abrazo del oso. Los cálculos de Puigdemont pasan por rematar a ERC, ya sea con el anzuelo de la lista única, que se apresuró a validar el presidente de la renovada ANC, o, en su defecto, con una campaña que ahogue a ERC en busca del voto útil para vencer al PSC. Aunque tampoco está escrito en ningún sitio que no sea el PSC quien rentabilice la repetición electoral. También porque los últimos resultados electorales confirman que el partido electoralmente más en forma es el PSC y porque la suma de los votos españolistas superó la de los independentistas el 12 de mayo.
De momento, sin embargo, solo hay una certeza y una previsible damnificada, la joven diputada republicana Mar Besses. No acatará el mandato del Tribunal Constitucional y desobedecerá. Justo lo que no hicieron los que la han precedido, con especial mención a aquel abogado que llamado Cuevillas, que cuando era diputado en Madrid, exigía desobedecer a discreción (a los otros), pero que cuando estuvo en la Mesa, decidió, repentinamente, que todo era una tontería. Uno de tantos héroes efímeros, del independentismo sobrevenido, que a la hora de la verdad han desaparecido hábilmente de escena. Los hay que hablan latín.