Como ya estamos acostumbrados, el guion del pésimo espectáculo que ofrecieron el PSC-PSOE, comuns y el PP el sábado 17 de junio a las 5 de la tarde, se puede haber escrito a más de 505 km en línea recta desde la plaza Sant Jaume. Pero la puesta en escena, la interpretación más bien deficiente y el golpe de efecto de un desenlace más o menos perdurable, son producto de aquí, con gente de aquí, acostumbrada a hacer lo que ordenan los señores del centralismo de borbonía. Y da lo mismo si dicen que habían nacido para acabar con los desahucios o combatir corrupción y mentiras. O para hacerse pasar por izquierdas (que dan negocio a Florentino Pérez). Y les da lo mismo la prensa independiente, la verdad y la transparencia. Es decir: desmentir pocas horas antes, en rueda de prensa, lo que harían a media tarde.
El "bien común", que parece que sirve para todo, se convierte de repente (pervirtiéndose y sin importar mucho qué medios utilizan) en conseguir una base de sustentación suficiente para el funambulista jefe que tanto puede hacerse pasar por derecha, centro o falsa izquierda. Lo que para Pedro Sánchez, en la Moncloa, es una operación oportunista de poder sin ningún tipo de fineza, se convierte en Barcelona, en el Saló de Cent, en el tirón dado a todo un señor de Barcelona, de programa plebiscitado por el Upper Diagonal, del listillo que se saca la vara y banda de alcalde con la ilegítima legalidad del chupatintas con carné.
En Girona se ha podido iniciar, sobre unas bases bastante resistentes, el impulso que hace falta para recuperar terreno y dignidades perdidas o arrinconadas
Desde el otro lado, y desde octubre de 2017, tampoco parece que los señores de Barcelona, se llamen Trias o Maragall, entiendan todavía que el unionismo nunca cede el poder de manera versallesca. Y, sobre todo, que el comportamiento democrático, ni que sea formalmente, les hace el mismo efecto que la luz del sol a los empaladores de Transilvania. Si se hubieran atado cabos y actuado en coherencia, lo indignante no sería tanto el golpe de efecto que ha hecho alcalde a Collboni, sino que desde hace demasiado tiempo (y todavía ahora) se ponga la alfombra roja al PSOE desde la calle Calàbria, el grupo parlamentario y el Palau de la Generalitat. Y encima, gratis et amore.
El sábado fue un día de lecciones que quizás se aprenderán algún día, y de indicios y reacciones que quizás hay que valorar. De hecho, se respiraba un aire más puro escuchando a un Ernest Maragall que parecía ya olvidado, denunciando desde el Saló de Cent el filibusterismo de los hipócritas. Más tarde, comparando la investidura de Collboni con los votos del frente unionista de comuns y PP, añadió: "Ayer el Estado decidió intervenir en Barcelona, aplicó un 155 de facto". Y está bien dicho. Pero si Maragall levanta un poco la mirada, quizás se dará cuenta de que el 155 nunca ha desaparecido. Y que incluso su partido ha contribuido a que pudiera hacer zambullidas como el Guadiana, como si eso pudiera blanquear la mentira, la represión y cómo nos han utilizado. Necesitamos, desde las instituciones, un discurso realmente indignado y sincero como el de Maragall. Seguro que muchas afiliadas y militantes de ERC también lo quieren oír a otros dirigentes de su partido que, cambiando un poco el dicho, se han especializado en ser cornudos y, encima, acabar apaleados.
De este fin de semana ominoso se salva, por suerte, Girona. Allí se ha podido iniciar, sobre unas bases bastante resistentes, el impulso que hace falta para recuperar terreno y dignidades perdidas o arrinconadas. En la asamblea de la ANC del domingo germinaba una madurez que anunciaba cosechas fértiles, mientras, el sábado, el nuevo consistorio escogido atrajo y concentró todas las miradas perseverantes, obstinadas e incansables de los que no se someten ni se engañan.
Nada en Girona será fácil, ni tampoco la tarea de un consistorio a contracorriente de la ola de vergüenza de una política municipal chapuceada, manoseada y embarrada. Al frente, se ha escogido a un hombre ardido, Lluc Salellas, que no tiene rey ni cree en princesas, y que es lo bastante listo para entender el valor de los símbolos: tomó la vara de alcalde antes de que se la diera el representante de Vox como concejal de más edad. Y a su lado, una mujer sabia, Gemma Geis. Ella y él, con Quim Ayats y la savia del activismo de la ANC y muchas más organizaciones de base que nunca se rinden, pueden hacer de Girona el campamento base y la capital de la Catalunya insurrecta. Y viva la tierra y muera el mal gobierno.