Catalunya se dio cuenta muy pronto de la insólita figura de G. K. Chesterton (1874-1936), no solo como periodista o escritor, sino como atípico pensador y forjador de ideas. Con todo, en el 150.º aniversario de su nacimiento, no se han producido en nuestro país las celebraciones institucionales programadas. Ha caído el programa previsto en el Palau Robert. Afortunadamente, contamos con un instituto que se dedica a recopilar y divulgar su obra, el Centro de Estudios y Documentación G. K. Chesterton (CEDGKC), que estudia la vinculación de Chesterton con Catalunya.
Hace 100 años que autores catalanes lo descubrieron y se hicieron suyas las genialidades de este escritor inglés. Autores como Pau Romeva, Josep Maria Junoy, Josep Maria Capdevila, Maurici Serrahima, Marià Manent... han sido clave para que el archivo Chesterton catalán pueda ser nutrido de material. Hablamos de más de 40.000 objetos, entre libros, material de archivo, hemeroteca, fotos y mediateca. Chesterton fue muy prolífico: casi cien libros y cuatro mil artículos.
En los años treinta del siglo pasado Jordi Galí y el Dr. Dídac Parellada lo publican en catalán. Los hermanos Chesterton, Gilbert y Frances, conocían Catalunya. Vinieron en mayo de 1926 y en primavera de 1935. Pero Gilbert Chesterton ya era conocido mucho antes de que pisara suelo catalán. De hecho, la primavera de 1924 se hace un intento, por parte del Pen Club, de traerlo. También Antoni Rovira i Virgili y Josep M. López-Picó se hacen eco de la obra del periodista que decía que "no hay cosas sin interés, solo personas incapaces de interesarse por ellas". Que institucionalmente no se haya celebrado no quita que haya habido algunos actos (exposiciones, mesas redondas) locales, pero no un interés nacional por su figura. G.K. Chesterton y su teoría económica (el distributismo) se merecen más.
Chesterton es actual por el magistral uso que hace de la paradoja, del humor y el ingenio que no hieren pero divierten, y por ser un genial racionalista
Los lugares que pisó aquí fueron el Ateneu Barcelonès, la Rambla, la Llibreria Americana, Sitges, el Hotel Majestic, el Hotel Ritz, Tarragona y Vilanova i la Geltrú. Apreció la vitalidad y el espíritu independiente de los catalanes, reconociendo los conflictos que ello podía generar con el gobierno español.
Cuando Chesterton muere, en 1936, su obra ya traducida al catalán, como El hombre que fue jueves, se restañó. Jaume Vallcorba tuvo el acierto de publicar sus ensayos, y editoriales catalanas y valencianas han sido claves para la divulgación del autor londinense.
Es actual por el magistral uso que hace de la paradoja, del humor y el ingenio que no hieren pero divierten, y por ser un genial racionalista, que, a pesar de su catolicismo, defendió la razonabilidad del pensamiento y también de la fe. Un hombre que nos hablaba de la felicidad y que defendía la novela negra o policíaca, pues reconocía este género como un arte perfectamente legítimo y con un alta moral, y discrepaba de los elitistas que consideraban que era literatura de poco calibre. Una de sus frases sobre Roma me ha acompañado siempre: "Es insensato ir a Roma si no se posee la convicción de volver".