Francis Bacon dijo "el conocimiento es poder". Es probable que todos interpretemos de forma diferente lo que realmente implica este aforismo. También es probable que haya alguien que piense que para que el conocimiento llegue a ser poder, hay que transformar primero el conocimiento en dinero. El dinero mueve el mundo, ciertamente, pero el conocimiento en sí mismo también es poderoso, permite comprender el mundo en el que vivimos y comprendernos a nosotros mismos. La ciencia tiene como objetivo analizar la realidad que nos rodea, porque la comprensión de lo que nos rodea también permite predecir lo que puede suceder, generar herramientas y modificar nuestro presente y futuro. Muchas escuelas filosóficas-científicas de la antigüedad, como la escuela pitagórica, se sabían poseedores de conocimientos únicos y practicaron el hermetismo absoluto, ejerciendo la versión más excluyendo del conocimiento es poder, ya que solo los iniciados podían tener acceso al conocimiento generado, pero lo que es cierto, es que progresar en el conocimiento científico es una tarea inmensa que necesita el impulso, la perseverancia, la brillantez y la genialidad de muchos de nosotros. El conocimiento es un exponente de inteligencia colectiva: claramente todos crecemos sobre los conocimientos de otros… como dijo Newton, avanzamos en el conocimiento porque subimos sobre los hombros de los gigantes que nos han precedido. Por lo tanto, para que la humanidad avance en el conocimiento, hace falta que compartamos todo aquello que sabemos.
Los científicos necesitamos entendernos y no generar confusión, ni entre nosotros ni con quien nos escucha y necesita aplicar el conocimiento que generamos. Por eso es cierto que los científicos utilizamos un lenguaje con un léxico particular, con palabras propias que solo entendemos los especialistas en un determinado ámbito, y con términos extraídos del lenguaje común que tienen un significado diferente cuando cambiamos el contexto. La verdad es que entre nosotros nos entendemos, pero a la gente de la calle, que no sabe de ciencia, le puede parecer que soltamos un embrollo de palabras sin sentido y si, además, le añadimos unas cuantas ecuaciones, entonces ya tendríamos un dialecto tildado de incomprensible. Esta incomprensión y una cierta desconfianza de lo que implica la investigación y la tecnología ha acompañado a la investigación y a quienes nos dedicamos a ella durante décadas. Pero desde finales del siglo XX, hay también mucha gente implicada en hacer comprender que la ciencia y el conocimiento es patrimonio de todos. La comunicación y, sobre todo, la divulgación científicas está cambiando la percepción social de los científicos. Puesto que la gran mayoría de dinero dedicado a la investigación procede de los presupuestos de varios ministerios, es decir, es dinero público, recogido con los impuestos de todos nosotros, es muy natural que queramos saber qué estamos financiando y que reclamemos transparencia y rendición de cuentas en un lenguaje sencillo, no especializado y al alcance de todo el mundo, o como mínimo, de todo el mundo que pueda estar interesado. De hecho, en nuestros proyectos de investigación nos piden un resumen para el público lego, pero ahora hace falta que los mismos investigadores nos creemos que esta tarea de divulgación de nuestros objetivos y resultados es no solo necesaria, sino imprescindible, si queremos seguir investigando.
La ciencia actual nos pertenece a todos, y es para todos, en todas sus acepciones.
Ahora bien, también nos podemos preguntar, ¿cuál es el nivel de implicación de la sociedad en la que estamos inmersos deseamos? ¿Pasivo, receptivo o activo? Si solo hacemos un resumen de nuestro proyecto en inglés (lo que nos piden los proyectos europeos), difícilmente podremos llegar a motivar a nuestros vecinos de la escalera. Si les queremos implicar de verdad, podemos pedir su ayuda en nuestra investigación, es lo que se denomina ciencia ciudadana, por ejemplo, obteniendo datos de observación de mosquitos o ríos, o de participación mediante apps en el móvil. Sin embargo, todavía hay una manera más sencilla y efectiva de llegar a nuestros vecinos y familiares y a la gente que nos rodea: utilizar la lengua en que nos comunicamos habitualmente y, por otra parte, investigar sobre temas o particularidades que afectan específicamente a nuestro entorno o población. Fijaos, por ejemplo, en el gran interés que despierta la previsión meteorológica o las noticias de nuestro pueblo o ciudad, en comparación con el mismo tipo de noticias sobre la otra punta del mundo. Todo es conocimiento e información, sin duda, pero nos llama lo que nos es próximo. A veces, pensamos que si investigamos sobre cuestiones locales, no podremos publicar en grandes revistas o nuestro currículum se podría resentir, pero al final, la buena investigación en temas locales aporta muchos datos relevantes a la globalidad, particularmente en los ámbitos como la lingüística, la sanidad o la biodiversidad, en que cada región tiene sus especificidades. Por ejemplo, la etnobotánica (os hablé de ella hace un tiempo) permite conservar el conocimiento ancestral sobre plantas medicinales y sus usos cotidianos, que pueden ser muy diferentes según las necesidades locales.
Pues bien, una de las iniciativas colectivas de ámbito local, pero con espíritu global que puede captar la atención de todos nosotros es el Earth Biogenome Project, en el que se intenta caracterizar y preservar el conocimiento genético de todas las especies de la tierra, considerando cada organismo dentro de su ambiente, conectándolo con su pasado evolutivo para comprender cuál es su complejo papel en el ecosistema actual. Como este hito es demasiado ambicioso en sí mismo, cada país puede hacer su contribución: identificando aquellas especies que son propias de su zona geográfica, endémicas o incluso, que solo se encuentran allí y pueden estar en peligro de extinción. Muchas veces, como en el proyecto del Árbol de la Vida de Darwin, pidiendo la ayuda de personas locales no científicas, pero muy interesadas en la naturaleza, con el fin de identificar y secuenciar el genoma de todos los organismos de las Islas Británicas. Así, en nuestra región, mes gustaría destacar un proyecto del cual podemos estar bien orgullosos, la rama catalana del proyecto del Earth Biogenome. Justo acaban de publicar un artículo con el impacto que puede tener esta iniciativa, considerando que, aunque los Països Catalans ocupan solo el 1% del continente europeo, viven en ellos el 14% de especies eucariotas descritas en Europa, dado que estamos en la confluencia de varias placas geológicas, incluyendo ambientes de alta montaña, costa mediterránea e islas. Desde el 2023, se han secuenciado los genomas completos de diferentes especies endémicas y casi desconocidas, tanto eucariota unicelular como de algas o especies animales que muy poca gente conoce, el escorpión ciego catalán, la lombriz gigante, la gamba canguro o la pardela balear, un pájaro marino de pequeño tamaño, endémico de las islas Baleares y que se encuentra en peligro de extinción. Y muy interesante, aunque el artículo original está publicado en inglés, podéis encontrar el artículo traducido en catalán para que todo el mundo pueda tener acceso, participar de la iniciativa y comprender la relevancia de esta iniciativa en el conocimiento de la biodiversidad de nuestro país. Porque no se trata de tener un genoma más en la lista, sino que hay que comprender por qué estas especies son diferentes de otras, qué genes son relevantes en su adaptación a nuevos climas y ambientes, asociar la riqueza genética con la biodiversidad y aprender como usar este conocimiento para nuevos retos que nuestros ecosistemas tienen que enfrentar.
Claro está que esta iniciativa de publicar en catalán nuestra investigación, habitualmente publicada en inglés —la lingua franca de la ciencia—, es muy incipiente. Quizás no siempre se podrá publicar todo un artículo en catalán, y será más útil un buen resumen de los objetivos y los resultados obtenidos. Una buena opción para mantenerse al día de la investigación que se hace a nuestro país, además de leer artículos de divulgación, es apuntarse a pódcast de divulgación científica, escuchar programas de divulgación en la radio y también, inscribirse en portales gratuitos de difusión de la ciencia y la investigación en catalán, como el 7Ciències, donde además de las entrevistas y artículos más actuales, encontraréis varias secciones, como las que divulgan ciencia mediante el arte. Y es que al final, todos convendremos que la ciencia ha dejado el hermetismo de antiguas épocas esotéricas; la ciencia actual nos pertenece a todos, y es para todos, en todas sus acepciones.