No pretendo ni hacer una valoración ni un resumen del acuerdo de claridad presentado hace unos días, que recoge el intenso trabajo hecho durante meses por un grupo de politólogos y académicos escogidos por el Govern. He tenido la suerte de seguirlo un poco de cerca por mi buena amistad con Astrid Barrio, relación nacida hace más de veinte años, cuando ella escribía la tesis sobre Convergència i Unió y el grupo de "mañanas" nos empeñábamos en hacer política en Unió. Se me ocurre que puedo compartir algunos de los momentos que he ido viviendo por si ayudan a aclarar, ya me perdonaréis el chiste, alguno de los aspectos del trabajo.
Creo que puedo afirmar sin revelar ningún secreto que hacía años que ERC quería que se hiciera un trabajo riguroso, académico y políticamente neutro sobre cómo plantear, inspirándose en el caso del Quebec, la posibilidad, a partir de cinco preguntas, de "perfilar las características y contenidos de un potencial acuerdo encaminado a la resolución del conflicto sobre el futuro político de Catalunya".
También creo que no es ningún secreto que la elección de Astrid suscitó un acceso de fiebre mediática de bajo contenido intelectual intentando desacreditarla a ella y a los que la habían escogido por todos los medios tuiteros y mediáticos al alcance del santoral habitual. Cuando la nombraron, Astrid sospechó que yo había sido uno de los instigadores. Por suerte, nada más lejos de mis posibilidades. Aunque si se hubiera pedido mi opinión, yo lo habría desaconsejado para evitarle los despropósitos de unos y otros, porque ha recibido por todos lados. Lo cierto es que aceptó porque le garantizaron, como así ha sido, que se trataba de un trabajo académico. Y para los politólogos profesionales, un reto de este tipo, compartido con gente de primer nivel, no podía ser rechazado.
Por fin disponemos de un material claro sobre lo complejo y delicado que resulta hablar del "referéndum" con rigor y transparencia, y de un método para buscar consenso sin apriorismos
Otro detalle del making of es que recibió por parte de algunas personas con quien quiso compartir las ideas un menosprecio indigno, dado el alcance, el rigor y la utilidad del trabajo conseguido. En este caso tengo que entonar el mea culpa porque no me la tomé en serio, hasta que he visto los resultados. Os confieso que me cansa mucho hablar de referéndum o cualquier cosa que se le parezca. Es un cansancio totalmente físico, que no ideológico. Necesito hablar de otras cosas, y pasar página. Por eso me daba lo mismo. Y ahora toca pedir públicamente perdón. El trabajo es impecable. Largo, pero útil e impecable.
Un último detalle, si queréis, del todo anecdótico. A Astrid le daba mucho miedo el mal uso mediático del trabajo. Y también el aprovechamiento político. Si coges solo una palabra, o una frase, y la sacas de contexto, el estudio puede defender el referéndum o su contrario. Por lo tanto, lecturas malintencionadas, muy habituales en los círculos de leída corta y crítica larga, podían estropear todo el esfuerzo. Un trabajo académico tiene que defenderse académicamente y eso se escapa de cualquier tribuna que no sea estrictamente universitaria. A pesar de todo, costará mucho que sea mal utilizado por cualquier relato malicioso sin dejar abierta la réplica en el sentido contrario. En cambio, sería muy útil que el documento fuera utilizado para diseñar con calma los futuros planteamientos de las dificilísimas y largas negociaciones, que ojalá se puedan ir llevando a cabo en los próximos años. El documento sobre la claridad como herramienta de trabajo solo tendrá utilidad si el uso que se hace responde a criterios alejados del Twitter y de las campañas electorales. Como casi todo en política, mientras el relato sea el único objetivo, solo tendremos cine-fórums más o menos entretenidos. Por si no habíamos entendido la complejidad, el tiempo y las mediaciones que requiere la verdadera política, Ucrania y el Oriente Medio nos recuerdan los siglos de cruentos y sangrantes desacuerdos que cuando se alejan de la política solo pueden traer sufrimiento, guerra y muerte.
Eso es todo lo que os diré, porque el resto, los que tengáis tiempo y estéis interesados en acercaros al texto, consiste en un trabajo académicamente impecable de 62 páginas. Todavía me hago cruces de cómo no tiene 200. Estoy seguro de que en los próximos días, tendremos abstracts y versiones más resumidas. Pero por fin disponemos de un material claro sobre lo complejo y delicado que resulta hablar del "referéndum" con rigor y transparencia, y de un método para buscar consenso sin apriorismos. Gracias, Astrid, a ti y a todos tus compañeros académicos de la claridad.