La pared del comedor es de color azul, no hay ningún cuadro y nunca ha habido ninguna planta. Y en la terraza, lo que hay, digamos que está prestado. No sé exactamente lo que diría la psicología de esta decoración. Hay gente que duerme con una foto del Che, otros con un puzzle de Nueva York y es legendaria la tendencia de los adolescentes a poner pósteres de todo tipo. Y en las pelis vemos que cuando echan a alguien del trabajo, mete en una caja la foto de su familia y la pelota de béisbol. Sí, la decoración es importante y dice mucho de nosotros.

Encuentro un artículo en elDiario.es que nos recuerda que la decoración de las casas nos explica también en qué momento vivimos. Si hace 50 años los muebles eran más bien robustos, muchas veces hechos por el carpintero del pueblo y recargados y llenos de cosas, hoy se tiende más bien al minimalismo, digamos, japonés. Y claro que hay un peso importante de la moda, para quien pueda permitírselo, o de quien no quiere muchas mochilas y prefiere gastar en otras cosas, pero también hay mucho peso de la economía y la estabilidad que esto le permite a cada uno. Antes, las casas se llenaban de enseres pensados ​​para durar toda la vida, porque eran esto: las residencias de por vida. Ahora que no sabes cuándo tendrás que mudarte, ¿qué quieres tener? Y aquí viene el artículo mencionado, ahora no se pueden ni colgar cuadros. En los contratos de alquiler se especifica en qué paredes no puedes hacer agujeros. Y a veces no se pueden ni poner macetas en la terraza. Los motivos pueden ser varios —supongo que uno será para que no se le caiga a alguien en la cabeza— pero el resultado son casas impersonales que para muchos no pueden llegar a considerarse hogares.

Antes, las casas se llenaban de enseres pensados ​​para durar toda la vida, porque eran esto: las residencias de por vida

La crisis de la vivienda—según el CIS, el principal problema, pero no hace falta que nos lo digan— hace que se acepten cláusulas que limitan el bienestar de los inquilinos. Pero decorar una casa como a uno le apetezca no es ningún capricho. Repercute en tu bienestar. Tras el confinamiento, se hicieron estudios sobre cómo la vivienda influyó en el bienestar mental de las personas. Más allá de evidencias —metros cuadrados y espacios abiertos—, se observó, por ejemplo, que tener plantas también fue beneficioso. Es verdad que dejar decorar la casa a cualquiera es un peligro peor que el despacho de Gary Oldman en Slow Horses, pero es que ahora no tienes ni el derecho a ser hortera.

Algunos estudios explican que cuando no se puede personalizar el entorno, disminuye el sentimiento de pertenencia. Nos ocurre también cuando pasamos unos días en otra casa. Así que cuando se habla de derecho a la vivienda, hay que sumar a las cuatro paredes y el tejado el poder estar suficiente tiempo para planificar tu vida, no tener que afrontar gastos altos imprevistos, tener unas condiciones adecuadas de temperatura y servicios básicos, intimidad y... el derecho a la decoración.