Hoy se reanudaba la circulación ferroviaria, después de cinco meses con un corte de vías entre Tarragona y Barcelona, y el primer tren de la tarde ha llegado a Barcelona 50 minutos después de la hora prevista. Lo buscas pero no sale en la web de la Generalitat, aunque sí que hablan del viaje en tren de la consejera de Territori, Habitatge i Transició Ecològica, Sílvia Paneque. El tren que inauguraba el nuevo Túnel de Roda de Berà había salido con un retraso de solo 9 minutos; feo para ser el primer tren, pero todavía razonable. Ahora bien, ha llegado casi una hora más tarde de lo previsto a Barcelona-Sants. Como no podía ser de otra manera, es la RENFE; con o sin inauguración, con o sin consellera haciendo el trayecto. Hay tradiciones que son marca de la casa, pero la idea es que se invierte para erradicarlas; por lo tanto, el Govern podía, cuando menos, haber sobresalido preparando este primer viaje y así quizás a la ciudadanía todavía nos hubiera podido quedar la ilusión que quizás sí que alguna cosa cambiará para mejor. Nada de nada, todo lo contrario, la oportunidad perdida y el mensaje más nefasto, todavía, que las mismas incidencias del servicio; otra vez marca de la casa.

Lo más chocante es el contraste entre las declaraciones de la consellera y el resto de viajeros y viajeras. ¿En política no queda lugar para el sentido común de no negar la realidad que compartimos todos y todas? ¡Si inaugurar una vía de tren es del siglo XIX, pensar que puedes obviar las incidencias en el relato, todavía lo es más! Pero lo peor es que todo nos vierte a un panorama sin lugar para la esperanza, en un cambio no de excelencia, sino de mínimos; por muchas razones. Primera, porque si un día que la consellera sube al tren para hacer propaganda pasa todo lo que ha pasado, ni hay que imaginar el calvario del día a día. Que el Govern además no se asegure ni el día de la foto de que todo vaya bien tampoco dice mucho a su favor, aparte de que toda promesa de un futuro mejor automáticamente se desactiva.

Parece que por nada, tampoco ni por vergüenza ni por orgullo, quede nadie en que se tome seriamente enderezar el servicio

Segunda, ante la situación inclasificable —para no insultar a nadie—, que la consejera|consellera pida comprensión a los usuarios y usuarias es un absoluto escándalo. Lo que pasa con Renfe va mucho más allá de nada que sea razonable, pero pedir dos años para poder enderezar la situación tampoco lo es. Dos años sin tener que coger la Renfe cada día quizás pasan deprisa, en los andenes de Rodalies de Catalunya no. Las esperas, los desprecios a los usuarios y usuarias; la desinformación —que es la no información combinada con la información errónea—, las idas y venidas por cambios de vías o trasvases rodados te hacen eternos los días. ¡En el caso de Renfe parece que por nada, tampoco ni por vergüenza ni por orgullo, quede nadie en que se tome seriamente enderezar el servicio!