La Operación Catalunya es un grave delito de estado. El presidente del gobierno, Mariano Rajoy, tenía conocimiento de ello y ahora varios medios de comunicación —entre ellos El Nacional— están mostrando las pruebas de lo que ya hace mucho tiempo se sospechaba. Hay que ir a fondo para esclarecer todos los delitos que se cometieron y pedir responsabilidades. Estamos hablando de más de diez años de acciones delictivas del Estado contra los intereses y derechos de unos ciudadanos a los que debería proteger y no perseguir. Pero también es necesario un aprendizaje interno. Porque estas pruebas son un espejo que se pone ante la sociedad catalana y nos dice “os los creísteis”. Y algunos, en algunos casos, incluso quisieron sacar provecho personal y electoral. Por intereses electoralistas se reprodujeron noticias de El Mundo dando credibilidad a una información que se demostró falsa y que ahora se sabe que era un montaje del Estado. Se insultó y acusó públicamente a gente inocente por una mentira.
Hay que ir al fondo de todos nosotros para no volver a creerles: el franquismo ha consistido siempre en la destrucción del adversario.
Estas declaraciones públicas, los mítines, que pasarán a la historia por vergüenza de quienes las perpetraron, no son lo más grave. Lo peor es que le dimos credibilidad como sociedad, os los creísteis y no fuisteis a votar. Lo que sin duda fue un delito electoral —y de lo que el presidente del Gobierno estaba al corriente— fue perpetrado por un ministro, una parte de la policía, una parte de la judicatura y algunos medios de comunicación. Y os los creísteis. Y no fuisteis a votar al proyecto político más sólido que tenía Catalunya. No fuisteis a votar al liderazgo más fuerte que había para impulsar el proceso de independencia desde una opción de orden. Justo a quienes querían destruir: Convergència. Os los creísteis y no fuisteis a votar a Xavier Trias. Un gran alcalde de Barcelona que los barceloneses se dejaron escapar por poner de alcaldesa a Ada Colau de la mano de Manuel Valls, si hizo falta. El soberanismo perdía la capital del país en el momento clave. Esto es lo más grave, porque nada tiene que ver con según qué tipo de políticos, de quien te puedes esperar de todo. Tiene que ver con la buena gente del país. No es un reproche, quiere ser una aportación a la lista de cosas que debemos hacer mejor.
De momento estamos viendo pruebas del año 2012. Habrá que ver qué ocurrió después. Y que está pasando ahora, como el caso Pegasus, por ejemplo, y, sobre todo, cómo garantizar que esto no vuelva a ocurrir. Porque está pasando y os lo estáis volviendo a creer. ¿Un ejemplo? El Barça. Quieren destruir el club, siguen el mismo esquema y aquí os los volvéis a creer. Quieren creérselo incluso votantes de Sandro Rossell, presidente del Barça que sufrió una injusta prisión preventiva de dos años. ¿Qué saldrá del caso Negreira? Nada. ¿Es todo falso? Totalmente. ¿Cuánto daño hará al Club? Lo veremos… Dentro de diez años alguien demostrará la farsa, pero si aquí seguimos distraídos, quizá consigan el objetivo que perseguían. ¿Y os dirán “por qué se los creísteis”? Artur Mas perdió a doce diputados en unas elecciones donde las encuestas de la última semana le daban la mayoría absoluta para liderar desde el catalanismo mayoritario un nuevo camino para Catalunya. Trias perdió la alcaldía. A los demás afectados, empezando por el president Pujol y su familia y siguiendo por mucha otra gente anónima, les ha tocado vivir un infierno. Por culpa de las mentiras de allá y, en el mejor de los casos, la indiferencia de aquí. El reflejo de un espejo nos interpela.
Ahora hay que ir a fondo: denunciarlo, investigarlo y garantizar que no vuelva a suceder. Pero también hay que ir al fondo de todos nosotros para no volver a creerles: el franquismo ha consistido siempre en la destrucción del adversario.