Seguro que se han encontrado más de una y dos veces pidiendo irónicamente una Creu de Sant Jordi para alguien que intenta otorgarse muchos méritos por algo simple o bien para alguien que ha cometido un error notable. No es raro, puesto que es un símbolo reconocido. Una distinción que todos los catalanes reconocemos aunque, como en casi todo —porque somos como somos—, cuestionamos su honorabilidad, tras años en los que en cada edición alguna de las personas reconocidas con la distinción nos parece indigna. La concesión de las Creus de Sant Jordi siempre ha llevado asociada una cierta polémica. Enfadarse y alegrarse a partes iguales por los reconocimientos forma parte de la tradición. Pero este año no destaca su polémica sino su injusticia. No conceder la Creu de Sant Jordi al cocinero Fermí Puig en el año de su muerte, después de las numerosas personalidades que pidieron que se tuviera en cuenta su candidatura, es una injusticia. Perpetrada por un grupo de sotacarros, como diría él.
El periodista Jordi Basté recogía en un magnífico editorial la reacción de Fermí Puig cuando otro periodista y amigo suyo, Joan Besson —quien lideró la iniciativa—-, le leía la retahíla de personalidades ilustres que firmaban por él. Contento porque, no nos engañemos, con ese listado, la distinción y el reconocimiento estaban hechos: los presidents de la Generalitat Pujol, Montilla, Mas, Puigdemont y Aragonès; todos los alcaldes y alcaldesas de Granollers —su ciudad— desde 1979; el Pleno del Ayuntamiento por unanimidad; el presidente del Barça, Joan Laporta; Guardiola i Txiki; Ferran Adrià, Albert Adrià, Ada Parellada, Ramon Parellada, la familia de Santi Santamaria; el presidente de la Acadèmia Catalana de Gastronomia, Carles Vilarrubí; políticos de todos los colores; periodistas; personalidades destacadas de la cultura del país; etcétera. Ni todo este apoyo ni todos sus méritos han sido suficientes: increíble. Una injusticia total. No hay argumentos para poder justificar este desacierto. Cuando intentamos explicar el país a nuestros hijos, debe poder entenderse, debe tener un sentido. Incluso para poder explicar su diversidad.
No conceder la Creu de Sant Jordi al cocinero Fermí Puig en el año de su muerte, después de las numerosas personalidades que lo pidieron, es una injusticia
Fermí era uno de los nuestros. Que nadie lo malinterprete, uno de los nuestros es uno de esos catalanes y catalanas en los que la mayoría del país podemos sentirnos identificados. Lo era como cocinero, defendiendo la cocina catalana todos los días; ejerciéndola, haciendo grupo entre los cocineros y siendo generoso a la hora de destacar los nuevos liderazgos. Era uno de los nuestros como divulgador: un lenguaje concreto para explicar las recetas de casa, para preservar el patrimonio culinario y lingüístico. Era uno de los nuestros como catalán y catalanista, ¡vaya que sí!, exigente como el que más. Era uno de los nuestros como culer, club con el que la mayoría del país se identifica —el episodio uno de la serie El Nou Clam está dedicado a su memoria—. Fermí Puig era tanto uno de los nuestros que cinco presidents de la Generalitat, de cuatro partidos distintos, pidieron al Govern de la Generalitat que le concediera institucionalmente una distinción que públicamente es de una gran evidencia. No lo ha hecho.
Las primeras Creus de Sant Jordi que ha concedido el Govern del president Illa, más allá de la polémica que han generado algunas de las distinciones "algunos qué maravilla, y algunos que nunca tendrás lo bastante lejos", han cometido una injusticia. De nuevo, un grave error. Incomprensible si no suponemos un grado de sectarismo indecente e inaceptable. Esta semana, el president Illa se ha reunido con representantes de las cinco denominaciones de origen de aceites catalanes tratando de corregir el error de su campaña de promoción del aceite de Jaén. Cito literalmente un tuit del año 2017 de Miquel Iceta a ver si, de nuevo, se anima a corregir un error, una injusticia. Miquel Iceta, 11 de abril de 2017: “hoy el president Carles Puigdemont y el Govern han concedido a Carme Chacón la Creu de Sant Jordi a título póstumo". ¡Memoria!, socialistas.