El presidente saliente y entrante de la Junta de Castilla y León ha hecho un discurso de investidura que no deja lugar a dudas de que no son solo los franceses y las francesas los que tienen problemas con la política. En todos los medios de aquí se ha reproducido la portada del diario Libération, que sin duda será lo más llamativo de estas elecciones francesas, a no ser que Le Pen pase por delante de Macron en la segunda vuelta.
En Francia intentarán, o eso dicen, cerrar el paso a la ultraderecha; en España, en cambio, esta va tomando posiciones ―nunca se había ido de las instituciones― ahora a cara descubierta y con más fuerza. Vox celebra, y con razón, la victoria en Castilla y León, porque en este sentido es muy posible que Castilla y León sea una primera vuelta con relación a las elecciones del gobierno del estado español, si todo continúa como hasta ahora. Es decir, ayudados por las tonterías políticas en las que se ha instalado con toda comodidad y sin necesidad de reflexión y/o revisión de rumbo el gobierno de Sánchez.
Alfonso Fernández Mañueco ha dejado claro que el siglo XXI será bueno en la medida en que sea lo más antiguo posible, en el sentido de tradicional, patriarcal y ordenado en todos los ámbitos sociales
En la portada del Libération yo leo la perplejidad de tener que escoger entre dos malas opciones, Macron y Le Pen, porque ya no queda claro en ningún sitio no qué es ultraderecha, sino qué no lo es. Tanto en Francia como en España, aunque ―la distancia me puede distorsionar el juicio― aquí me parece que todavía es peor. Los líderes de la derecha europea se han llevado las manos a la cabeza por el pacto con la ultraderecha en la Junta de Castilla y León, y viendo el perfil que han marcado en la investidura del presidente ―unos y otros― seguramente tienen razón.
Alfonso Fernández Mañueco, del Partido Popular, ha dejado claro que el siglo XXI será bueno en la medida en que sea lo más antiguo posible, en el sentido de tradicional, patriarcal y ordenado en todos los ámbitos sociales, empezando por la familia y acabando por la memoria histórica. Pero se ha quedado corto, porque Vox también quiere que desaparezcan las autonomías; quiere derogar el título octavo de la Constitución española y que vuelvan a "España" competencias como sanidad, educación y justicia. Hay quien se ha escandalizado, pero esto es porque no viven en Catalunya o, en todo caso, ya les ha parecido bien la recentralización de los catalanes y catalanas que se ha producido y se sigue produciendo más allá, o con, el 155 o los juzgados, pero no ven claro que esta llegue a sus escaños provinciales. Es por eso y por muchas otras cosas que tienen que ver con los hechos y no con las palabras que de siempre ―a parte de dos temas, ciertamente importantes― me cuesta ver la diferencia entre los diferentes partidos españoles, tanto si son de "derechas" como de "izquierdas".