Toda España está trastornada con el testigo desgarrador que Rocío Carrasco, hija de Rocío Jurado y Pedro Carrasco, ha dejado ante las cámaras de Telecinco. Rocío Carrasco, antes popular por ser hija de sus padres —especialmente la madre— y últimamente más conocida por ser la ex de Antonio David Flores, ex guardia civil que pasó a vivir de la tele gracias a haberse casado con ella, y madre de Ro, Rocío Flores, concursante de reality y famosa por ser hija de quien es y haber hecho público que la odia, ha provocado un tsunami que espero y deseo que no la engulla.
No desconfío de su testimonio; solo he visto fragmentos, pero se parece demasiado a otros que he oído de viva voz para ponerlo en duda. Aparte, que si una cosa está clara en violencia machista, es que lo que hay que hacer primero es no ponerla en duda. Por muchas razones, la primera y más clara es que no se pone nunca en duda de entrada a las víctimas de ningún otro tipo de delito y, en cambio, de este sí; sin que eso quiera decir que no se tenga que investigar, aunque no me sirve que se diga que los juzgados ya lo han hecho.
La tele no está ayudando a una mujer o una madre en una situación desesperada, está haciendo dinero, y eso es muy peligroso porque el relato mediático evolucionará no según la razón o el respeto a las personas, sino hacia allí donde convenga para llenar los bolsillos que toque y hacer la máxima audiencia posible
Rocío Carrasco ha tenido una vida expuesta a los medios de bien pequeña y quizá sí que no tenía más remedio que volver a ser protagonista de las pantallas para reconducir la situación, pero no tengo claro que no se le gire en contra; a ella y al avance de la lucha contra la violencia machista. No soy tan optimista en este sentido como la ministra Montero, porque aunque la denuncia pública es muy importante en estos casos, el linchamiento también puede ser épico. Y más todavía en España, de hecho, en todas partes; muchas mujeres lo saben muy bien.
La violencia machista es un tema clave del patriarcado y, por lo tanto, de nuestra organización social y, en este sentido, tiene un montón de soldados que le hacen de garantes, los veremos estos días opinando también a diestro y siniestro. Y el país está poco preparado todavía —no hemos hecho los deberes sobre el machismo—, para abocarlo a una campaña mediática de estas características, y completamente al margen del debate serio, reflexivo, documentado y con conocimiento de causa.
La tele, cuando menos la tele como esta, no está ayudando a una mujer o una madre en una situación desesperada, está haciendo dinero, y eso es muy peligroso porque el relato mediático evolucionará no según la razón o el respeto a las personas —todas las implicadas, no solo Rocío Carrasco—, sino hacia allí donde convenga para llenar los bolsillos que toque y hacer la máxima audiencia posible. Ojalá le sirva a ella y sirva a España para avanzar en el conocimiento, denuncia y erradicación de la violencia machista. Estoy con el corazón en un puño, a pesar de también desearlo de todo corazón.