"Queremos que todos los personajes de esta farsa barroca salgan a escena y saluden al público". Era julio del 2013 y quien hablaba con tanta vehemencia era el presidente de la Federació d'Associacions de Veïns de Barcelona (FAVB) y hoy presidente del grupo de Catalunya Sí que es Pot en el Parlament, Lluís Rabell. El motivo: las sospechas que el Institut Catalunya Futur, la sucursal catalana de la Faes, el hasta hace poco think tank de referencia del PP que todavía preside José María Aznar, también estaría salpicado por el escándalo del Palau de la Música como lo está la extinta CDC. Veámoslo.
Resulta que entre el 2003 y el 2004, al Palau de la Música empezaron a llegar las mayores cantidades que habían llegado nunca desde el Ministerio de Cultura en concepto de subvenciones para obras, cerca de 4 millones de euros. Y en la misma época también se incrementaron de manera sustancial los ingresos por donaciones del Institut Catalunya Cultura, en torno a 1 millón de euros. Según los técnicos de la FAVB, por el medio se perdieron 2 millones. Y casualmente -o no-, el presidente de la Fundació Orfeó Català-Palau de la Música, Fèlix Millet, se había hecho miembro del Institut. Millet quería convencer a Aznar de que invirtiera en la emblemática institución, y los respectivos matrimonios incluso habían cenado en Menorca, donde el presidente del Palau tenía una residencia de verano.
Millet se hizo miembro del 'think tank' del PP en Catalunya para convencer a Aznar de que invirtiera en el Palau de la Música
El patronato del Institut Catalunya Cultura quería ser el laboratorio de ideas del enésimo giro catalanista del PP que en aquel tiempo lideraba Josep Piqué. El que fue ministro catalán de referencia durante 7 años presentó en junio del 2003 a los miembros del patronato de la Faes catalana: la exministra de Ciencia y Tecnología Anna Birulés; Pau Guardans, ex director general de Industria; Miquel Nadal, ex secretario de Estado de Industria y Exteriores; Pedro Ferreras, expresidente de la SEPI, -todos ellos muy próximos a Piqué-; el escritor Lluís Racionero, próximo al PP desde los años noventa, o dirigentes del partido como Francesc Vendrell, Alicia Sánchez-Camacho, todavía presidenta de la formación, Rafael Luna, diputado en el Parlament y Alberto Fernández Díaz, líder de los populares en el ayuntamiento de Barcelona. También se incorporaron Joan Antoni Samaranch, presidente del COI, y el "nacionalista" Fèlix Millet. Piqué declaró que el objetivo de la fundación, única sección autonómica de la Faes en todo el Estado, era "romper los tabúes sobre el nacionalismo, el bilingüismo y la emigración". Salta a la vista que la Operación Diálogo de Soraya Sáenz de Santamaría y el despachito de la vice en la Delegación del Gobierno que dirige Enric Millo es una broma en comparación con el pied-à-terre que tenía Aznar en Barcelona en los años finales del pujolismo con Piqué como maestro de ceremonias.
Desconozco en qué han quedado las sospechas sobre la presunta relación entre el espolio del Palau por parte de Millet y su mano derecha Jordi Montull -se calcula que el ladrocinio supera los 23 millones de euros- y la financiación del think tank del PP en Catalunya en la época mencionada. También me sigue pareciendo un misterio digno de un especial de Cuarto Milenio que Millet y Montull pudieran mover tales cantidades de dinero y que ninguna de las administraciones que patrocinaban el Palau, es decir, casi todas, el Estado incluido, y que ninguno de sus responsables, es decir, políticos de todos los colores, populares, convergentes, socialistas, ecosocialistas, nunca tuvieran la más mínima duda sobre el personaje y la gestión del dinero que hacía su equipo. Pero podría ser que los túneles subterráneos que conectaban con el Palau de la Música en la época de Millet fueran más que los que -según los indicios que se están juzgando- llevaban a la antigua sede nacional de CDC de la calle Còrsega.
Podría ser que los túneles subterráneos que conectaban con el Palau de la Música en la época de Millet fueran más que los que llevaban a la sede de CDC en la calle Còrsega
Dice el refrán que "mal de muchos, consuelo de tontos" y es verdad. Que haya zonas de sombra en la relación entre Millet y el PP en ningún caso blanquea los indicios de financiación irregular de CDC a través del Palau de la Música. Que, como ha declarado Artur Mas, todo esté por demostrar (si es que es demostrable), tampoco es garantía para poner la mano en el fuego sobre nada. Y que CDC se autoliquidara dos años después de la confesión pública de su fundador, Jordi Pujol, sobre la famosa deixa, de ninguna de las maneras inculpa de nada a nadie pero tampoco lo exculpa. Catalunya no es un confesionario. La muerte política de CDC, en fin, tampoco asegura que el PDeCAT salga indemne de la tormenta judicial sobre el partido del que es heredero. El caso Palau, el caso Pretoria (que se juzga a partir de este lunes), el sumario del 3% (según Millet y Montull, un 4%)... son una herencia envenenada para el joven equipo que dirige el tándem Pascal-Bonvehí. Y un reto para la ERC de Oriol Junqueras, que, sin tener nada que ver, comparte gobierno y grupo en el Parlament con el partido que preside el también último presidente de CDC.
La muerte política de CDC no asegura que el PDeCAT salga indemne de la tormenta judicial sobre el partido del que es heredero
Los lectores me dirán que también Mas conocía a Millet y que también cenó con él en Menorca, isla en la que es sabido que desde siempre veranea el expresident de la Generalitat. Pero el caso es que en esta primera semana de juicio del caso Palau, Rabell no ha dicho ni mu sobre aquellos supuestos vasos comunicantes entre Millet y Aznar, y los hombres -y mujeres- de Aznar en Catalunya, que hace pocos años denunció con esa contundencia, tan teatral, como el símil de la "farsa barroca" que él mismo utilizaba. Tampoco he oído comentario alguno, por cierto, de los actuales dirigentes del PP: de Xavier García Albiol, por ejemplo. Hace tiempo que los populares no reivindican las inversiones del Estado en instituciones y obras de referencia de la cultura catalana, como el Palau. En cambio, a la amistad Millet-Aznar sí que se ha referido, desde su cuenta de Twitter, el exdiputado de la CUP David Fernàndez. Pero claro, como dirían Rabell y Anna Gabriel, ya se sabe que al anticapitalista Fernàndez y al "burgeset" Mas incluso se les ha visto abrazarse en público.