La religión implica creencias, pero también prácticas. La aportación útil de grupos religiosos durante y después de las guerras es un dato que ayuda a visualizar que hay gente que entiende su religión como un servicio social. Existe una entidad que ha sido importante en Catalunya y es desconocida. Se trata de la Sociedad Religiosa de Amigos, nombre que se da a los cuáqueros, el grupo religioso fundado en el siglo XVII en Inglaterra, con notable presencia en Estados Unidos. Cuáquero, que nos remite a la etimología de un terremoto (earthquake), son "los que tiemblan". El nombre viene de un miembro fundador de la Sociedad Religiosa de Amigos, George Fox, que hizo una analogía entre "temblar con la palabra" y Dios. Todo se inició en 1647. Fox sintió que Dios estaba dentro de cada persona y que no hacían falta mediadores, dejando, por lo tanto, la figura de los sacerdotes fuera de la ecuación. Cuando se marcharon de Inglaterra, se establecieron en Estados Unidos, donde tuvieron éxito y fundaron comunidades. Hoy son 600.000 personas en todo el mundo. El fundador de Pensilvania, William Penn, era cuáquero. También el presidente Richard Nixon.

Los cuáqueros son unos incansables luchadores por los derechos humanos. Todavía hoy hay comunidades en Catalunya que lo son.

Durante la Guerra Civil su trabajo fue muy valorado, porque sin actuar por su propio bien, fueron los artífices de una red de ayuda posguerra. Ellos eran conscientes de que no podían conseguirlo todo, por lo tanto, contaron con asociaciones y otras entidades para hacer llegar pan y leche a niños y niñas que se habían quedado solos.

Entre sus luchas (erradicar el analfabetismo, acabar con el esclavismo, recomponer sociedades tras una guerra), encontraron en Catalunya un terreno propicio para poder asistir a los niños.

Los cuáqueros son unos incansables luchadores por los derechos humanos

Una excelente tesis doctoral de la escritora Rosa Serra Sala habla de ello ("Ajuda humanitària dels quàquers als infants de Catalunya durant la Guerra Civil, 1936-1939") y que cuajó en Entre dos focs (Gavata Ediciones) con testigos sobre esta tarea humanitaria durante la Guerra Civil. En el CRAI Biblioteca del Pavelló de la República, en Barcelona, hay documentación de Domènec Ricart i Grau, un cuáquero catalán, activista y solidario, entre otros. Alfred Jacob era el representante en España de los cuáqueros y fue clave para ayudar a abrir una cantina en Sants y una en la estación de França. Colaboraban con Save the Children International Union. 1937 y 1938 fueron años de intensa actividad de los cuáqueros en Catalunya, aunque eran mal vistos: raíz protestante, extranjeros, sospechosos.

Los cuáqueros, hoy y en todas partes, reparten alimentos a todo el mundo, sin importar de qué bando sean las víctimas. Sin pastores ni sacerdotes, su cristianismo evangélico conecta su conciencia directamente con Dios, sin intermediarios. No se quitaban el sombrero ante el rey ni ninguna autoridad, porque creen que todo el mundo es igual ante Dios. Gente con convicciones y que, sin dogmatismos, se ponen manos a la obra sin ser selectivos ni sectarios.