Le di la custodia al padre porque yo tenía que centrarme en mis proyectos. Dije que iría a verlos una vez al mes, pero con mis viajes y mi agenda es prácticamente imposible. Así que voy un mes sí y el otro no, y aviso cuando puedo, aunque —a veces— sea en el último momento. Ya se sabe cómo es, la vida de una emprendedora. Y si tengo que estar tres meses sin verlos, tampoco es ningún drama.
Necesito hacer bicicleta cada mañana, prepararme para un maratón, hacer kitesurf y estar con mis colegas. Pago cada mes lo que quiero y cuando quiero. No puedo asumir lo que ha dicho la jueza, ¡porque imagínate si quiero tener otro hijo con otra pareja! ¿Qué haría? Las actividades extraescolares de los niños no son tan importantes como mi outfit y no hace falta que vayan al logopeda... ¡ya aprenderán a hablar cuando les salgan todos los dientes! El psicólogo es una parida: ¡que no nos hubiéramos divorciado, como dice la Iglesia católica! Y las colonias de la escuela son demasiado caras, casi tanto como el Primeur Cru que abrí para brindar (siempre por trabajo). Mi familia no puede ayudarme, pobres, solo tenemos algunas bodegas, ¡e imagínate que incluso tuvieron que alojarse en un cuatro estrellas el pasado Fin de Año en las Seychelles! Es más importante ir a esquiar con ellos a los Alpes franceses y suizos que pagar la pensión de alimentos: eso sí que les servirá en la vida. Como necesito un personal assistant cuando estoy con ellos, siempre tengo una pareja veinte años menor, motivadísima y sin hijos para que críe de los míos. El poco tiempo que disfruto de ellos, paso de educarlos, y si quieren dormir conmigo y con mi tercera pareja, que lo hagan. No hago tratamientos contra los piojos, porque ya se los lleva el mar por arte de magia.
¿Verdad que eso te chirría de mi boca? ¿Pues por qué nadie se escandaliza más cuando lo dicen ellos? El ser una madre exhausta va del abuso. El ser una madre triste va de la indiferencia de la sociedad. El ser una madre angustiada va de no ver un final. Y que la justicia no haga nada hasta que es demasiado tarde. "Haber cerrado las piernas" me dicen (todavía no he oído nunca ninguna expresión de por qué su corrida no se la llevó un kleenex). Todas conocemos a alguna que no se ha separado hasta que el pequeño no ha aprendido a nadar, porque no se fiaba de dejarlo con el padre en verano. ¡Y si no es que eres tú!
Yo siempre había querido ser madre, pero no pensaba que ser madre era sinónimo de ser una criada
Existe una tendencia en las nuevas generaciones de quitar importancia a los abortos. He visto Such a nice girls y me parece brutal el punto de vista. Hay, de todas formas, algo que no me gusta, y también me pasa con monólogos de cómicas jóvenes, y es que se desdramatiza el aborto. Es verdad que puedes pensar qué guay era tener los pechos inflados o que es lo mismo que la pastilla del día después o el condón. Pero para muchas todavía duele, y ver esa carcajada fácil no nos ayuda a cicatrizar la herida. Una madre está diseñada biológicamente para defender a sus hijos. Cuando con las hormonas a mil, diseñadas para proteger, se decide eliminarlo, es algo que te rompe por dentro. La culpa cristiana también tiene mucho que ver, pero es también algo genético, de mamífera. Y no es solo cuestión de sexo. Se trata de la maternidad, lo que una mujer nunca hace porque es su naturaleza. El egoísmo de quererlo todo sin dar nada. Llamar a su excitación romanticismo. A la eyaculación, hacer el amor. A un capricho, pasión. Hacerlo sin condón como sinónimo de compromiso. Decir cosas que no se cumplirán. Olvidarse de los detalles significativos. Por suerte, cada vez hay más hombres corresponsables y con una gran inteligencia emocional, que hacen de la crianza algo más consciente que el agotamiento y la queja continuada.
Yo siempre había querido ser madre, pero no pensaba que ser madre era sinónimo de ser una criada (si has escogido mal al padre, ¡of course!). Suena mal, pero es la pura verdad. Estar al servicio de alguien 24/7. El sueño puede convertirse en una pesadilla cuando también tienes que ponerte a criar a un hombre que ha decidido que su tiempo vale más que el tuyo.
Pienso en las madres de Gaza que no pueden detener los llantos de sus niños porque no tienen nada para comer. O las de Ucrania, que por mucho que envuelvan a los críos durante las largas noches, no hay consuelo para el frío y el miedo. Si la maternidad del primer mundo agota, no quiero pensar en el enorme sufrimiento de estas madres. Porque en todas partes es lo mismo: solo estamos felices si nuestras criaturas lo son
A veces, cuando alguien te dice, "yo no tuve tiempo de tener hijos", suena como un menosprecio a los que hemos querido tirar de esta forma nuestro tiempo. No, no te engañes, todos y todas tenemos las mismas horas al día. El estudio de Save the Children dice que el coste de la crianza es de 672 euros al mes por hijo. Sí, sin conciliación no hay igualdad posible. Educación en la igualdad para que los cuidados no recaigan sobre todo en las espaldas de las mujeres. Las madres no somos mejores, pero sí que tenemos una humanidad diversa. Y no me refiero solo a cortar las uñas, a recordar el número de pie o a saber cuál es su desayuno favorito. Hablo de proteger del dolor, de cuidar de quien aman, de la lealtad a los principios por encima de los finales.