“Ciutadans de Catalunya, ja soc aquí”. Lo dijo el president exiliado Josep Tarradellas en 1977 en su retorno a Catalunya previo plácet de rey Juan Carlos -a la sazón, aún, un monarca franquista- y del presidente Adolfo Suárez, y la frase quedó para la historia porque, con muy poco, decía muchas cosas. De entrada, que Tarradellas no había regresado solo para encabezar la restauración de la Generalitat republicana -después monarquizada por la vigente Constitución-, sino para ser el presidente (provisional) de toda la ciudadanía de Catalunya, los que se consideraban catalanes de toda la vida, los de hacía un rato y los que siempre se definirían mediante otras identidades -andaluces, murcianos, extremeños...-; en último término, Tarradellas se dirigió a catalanes y españoles, estos últimos los de fuera, los immigrados, pero también los de dentro, que los había, y muchos, pese a los 8 apellidos de la terra, para entendernos. De ahí, el “ciutadans de...”. En síntesis -y casi todo el mundo lo entendió así- un mensaje hacia dentro (Catalunya) y hacia fuera (España), en clave integradora, cívica (no ètnica), convivencial. Y en catalán. Tarradellas, como no podía ser de otra manera, habló en catalán porque, al final, era a Catalunya donde él regresaba, no a la Transcaucasia.
40 años largos después del “ciudadans de Catalunya” de Tarradellas, el PSC de Miquel Iceta ofrece a los votantes de Ciudadanos/Ciutadans huérfanos de Albert Rivera una pista de aterrizaje lingüístico en pleno naufragio, para que vuelvan o ingresen en la nueva casa grande del españolismo. Tal es el objetivo, legítimo, y cien por cien electoralista, de flexibilizar la inmersión lingüistica, propuesta que debatirá el próximo congreso del PSC. Se trataría de que el modelo se adapte al entorno sociolingüístico: catalán (allí donde el castellano impera en el patio del colegio) y (más) castellano (allí donde, al parecer, el catalán está más presente). More or less (el inglés también sería reforzado), es lo mismo que propuso Ernest Maragall siendo conseller de Ensenyament del PSC en el gobierno tripartito con ERC y ICV-EUiA presidido por José Montilla, y, más recientemente, el actual conseller de Ensenyament, Josep Bargalló, también de ERC -como ahora Maragall. Miquel Iceta, además de soltarse a bailar en los mítines como nadie, nunca ha dejado de dar puntada sin hilo.
Si Iceta encuentra un solo niño o niña en Catalunya que no sepa hablar en castellano debería llevarlo a 'Cuarto Milenio', para que lo entreviste Iker Jiménez
Lo que sucede es que, para el futuro del catalán sería una buena noticia que, efectivamente, Catalunya fuera bilingüe. Porque, ahora, no lo es: la subalternidad del catalán sigue siendo obvia. El castellano -y el PSC lo sabe- es la lengua de uso mayoritario en la calle y en el patio del cole. Y es hacer trampa comparar la sociololingüística de Berga con la del Eixample de Barcelona -por no decir la de Nou Barris o el Raval-, por una simple razón demográfica, de nuevo en detrimento del catalán (número de hablantes). En relación al castellano, el catalán -que, desde luego, está mejor que estaba en 1977, gracias a la inmersión lingüística en Cornellà o en Girona, y a TV3 y Catalunya Ràdio, básicamente-, sigue siendo David contra Goliat pero desarmado. Habrá que recordarle a Iceta aquello de que si encuentra un solo niño o niña escolarizado y residente que no sepa hablar en castellano en Catalunya lo lleve a Cuarto Milenio, para que lo entreviste Iker Jiménez.
Cuidado, con la lengua, Miquel: porque muchos defensores del (falso) bilingüismo en Catalunya, entre el original y la copia, se quedan con Vox
El PSC sabrá lo que hace con la lengua y los “ciutadans (i "ciutadanes") de Catalunya”, no solo los Ciudadanos/Ciutadans del naufragio de Rivera y Arrimadas, decidirán en las urnas si se mantiene o no la actual política lingüística. Desde luego, el hecho mismo de que el PSC, partido en teoría copartícipe del consenso lingüístico del pujolismo, cuestione la inmersión, da una idea de hasta qué punto Catalunya está patas arriba. Si, contrariamente a lo que dice la cínica OPA lingüística del PSC a Cs, en forma de propuesta congresual, el independentismo hubiera jugado en los últimos años la carta identitaria -la apropiación del catalán y el (imposible) monolingüismo que nadie defiende, etcétera- no habría reunido ni la mitad de la gente que quiere una Catalunya independiente, sea en Santa Coloma de Gramenet o en Gimenells. Muchos de los cuales, por cierto, exvotantes del PSC, e incluso aún votantes activos.
Pero es que, además, la supuesta Catalunya monoidentitaria que el PSC acusa al independentismo de querer imponer, la excusa retórica para legitimar su giro neolerrouxista, no existe ni existirá porque, al final y en (casi) todas las circunstancias, es la gente la que decide qué lengua usa, no Miquel Iceta ni Quim Torra. Lo demuestra el caso tanto del catalán (pese a la dictadura franquista y las políticas lingüicidas anteriores) como del castellano (que no ha retrocedido con la autonomía, pese a la mejor situación del catalán).
Aquí de lo que se trata es que Miquel Iceta quiere ser algo más que Inés Arrimadas, o sea, no solo ser el más votado en las próximas catalanas sino, además, ser president. Lástima que, por lo que parece, solo quiera serlo de los Ciudadanos/Ciutadans de Catalunya. Con todo, cuidado, con la lengua, Miquel: porque muchos defensores del (falso) bilingüismo en Catalunya, entre el original y la copia, se quedan con Vox.