El verano nos abre ventanas de oportunidad que, a veces, el ajetreo del ritmo diario no nos permite disfrutar. En nuestro caso, este año nos hemos dado el gusto de aprender a bailar un estilo de swing, el lindy hop. Un baile que, principalmente, se ejecuta en pareja y que da una enorme cantidad de posibilidades: para dejarse la piel o para hacerlo más suave. No requiere de una gran preparación física, ni siquiera de una edad. Es ejercicio, es diversión y, además, aporta una maravillosa sensación de libertad y complicidad con tu pareja. Además, bailar te ofrece la posibilidad de poner el foco de concentración en otras actividades, lejos de agobios y preocupaciones. Bailar es bueno, se mire por donde se mire

El swing es un tipo de baile de la música jazz, que nació en la década de los años veinte del siglo pasado, y del que se han mantenido distintas variantes. Entre ella, el lindy hop. Concretamente, este tipo de baile surgió en Harlem, a comienzos de los años treinta. Previamente, los bailarines del local Savoy Ballroom, en Nueva York, comenzaron a incorporar al charlestón (un tipo de swing) nuevos pasos, como el Texas Tommy, el Black Bottom y el Cakewalk. Apareció así el “swing out”, que es precisamente uno de los pasos principales del lindy hop. 

Según la información disponible, se dice que el término “lindy hop” surgió en 1927 en la sala neoyorquina, cuando, en un concurso de baile, se conmemoró el vuelo de Charles Lindbergh sobre el océano Atlántico. El nombre haría referencia a un “salto” desde una costa a la otra. El baile se popularizó, las salas se llenaban de bandas de jazz que tocaban en directo mientras las parejas bailaban lindy incorporando pasos nuevos, gestos vacilones y mucha diversión. En 1943, se llegó a considerar el lindy hop como “baile nacional” de Estados Unidos

Bailar es bueno, se mire por donde se mire

Viajando en el tiempo, el lindy sigue siendo bien querido. “El swing, más que un baile es un estilo de vida; algunos incluso dicen que es una terapia por su buen rollo, su energía, sus pasos” (https://bcnswing2016.wordpress.com/2016/05/29/la-estetica-del-swing/#:~:text=Ellos%20llevar%C3%ADan%20pantal%C3%B3n%20holgado%2C%20camisa,y%20los%20zapatos%20de%20Swing). Los expertos dicen que las claves para acertar en este baile son: seguir el ritmo, conectar con tu pareja, ir cómodo en el calzado y la vestimenta, y sobre todo, sonreír. No puedo estar más de acuerdo ahora que, sin ser experta, he disfrutado de unas clases. 

Los locales proliferan, como los festivales. Incluso hay quienes quedan en parques para, sencillamente, bailar. Yo prefiero hacerlo con bandas de jazz en directo. ¡Qué gran forma de apostar por la cultura, la diversión y el ejercicio! Cuando ves el estilo en la vestimenta, los más ajustados a la tradición te hacen imaginar con facilidad a un contable neoyorquino y a una secretaria tras su horario de oficina. Liberados, con ganas de pasar un buen rato. Es una manera estupenda también de socializar. Porque no es necesario acudir con pareja, y por eso también es un lugar agradable donde muchos comparten una actividad en pareja sin complicaciones. Los pasos son, fundamentalmente, tanto para el líder como para el follower. Algo que en estos tiempos de “igualdad” es también saludable. Los mismos pasos los hace el chico y la chica. Y se pueden intercambiar los papeles en cualquier momento, sin que resulte extraño. 

Bailen, baile. Inténtenlo. Le aseguro que pasará un buen rato. Seguro que se reirá. Y desde luego, no se preocupe por no acertar. Lo bueno que tiene esto es que, poco a poco, solo se puede ir a mejor, y lo irá disfrutando en la medida en que eso suceda. 

Hoy quería aportarle una propuesta de salud y alegría. De bailar al aire libre, con banda de jazz, de disfrutar también de lo bueno que podemos lograr con muy poco. Que también, y sobre todo, se trata de eso.