Pedro Sánchez participará hoy en un consejo europeo informal en Bruselas donde los mandatarios de la Europa a la deriva leerán las entrañas de algún animalillo para determinar dónde nos colocamos ante la nueva carrera abierta con la IA como gran actor global. DeepSeek, la IA del gurú de Hangzhou Lian Wenfeng, ha irrumpido como alternativa china al exitoso ChatGPT, el chatbot del niño mimado de Silicon Valley, Sam Altman, y todo el tablero ha vuelto a temblar. ¿Dónde estamos?, preguntará al oráculo una Europa que sigue mirando a Trump como si fuera una pesadilla que pasará cuando, en realidad, asistimos a un cambio de paradigma. La vieja América empieza a adaptarse al mundo nuevo con una alianza formidable, que no quiere decir buena, entre política autoritaria y nueva tecnología con la cual quiere rehacerse como imperio. Ante el embate arancelario del MAGA, los perdedores serán los liberaldemócratas que intentan salvar los muebles (Canadá) y las izquierdas indígenas que intentan construir democracias decentes sobre cementerios todavía humeantes (México). Pero estos serán solo los daños colaterales de la ola que viene.
Las deportaciones de migrantes ejecutadas por Trump a partir de la equiparación entre "delincuente" e "ilegal", que sirve para esposar y meter en el mismo avión de regreso a un violador, a un ladrón que roba para comer y a un sinpapeles sin más, es el sueño húmedo de la ultraderecha europea, desde Meloni a Orriols pasando por Orban y Wiedel, líder de la neonazi Alternativa por Alemania (AfD). Los EE. UU. cerraron el mes de diciembre con una tasa de paro del 4,1; España, del 10,6 y Catalunya, del 7,87, es decir, entre muy bajas y bajas. Lo cual revela que a) las migraciones se siguen dirigiendo allí donde hay trabajo y b) que ya no es el miedo de ceder el puesto de trabajo a los recién llegados, sino otras causas —para simplificar: culturales— las que, mal enfocadas, alimentan la demagogia y los discursos de odio. La materia prima que la política del algoritmo, la tecnopolítica, traduce en votos a las formaciones antiinmigración. Que la pandemia forzara a los partidos demócratas a aplicar políticas autoritarias para frenar el virus permitió a los ultras y las derechas trumpista-ayusistas apropiarse del concepto "libertad", lo cual ha contribuido a normalizar su oferta iliberal y profundamente reaccionaria.
La "Izquierda Valiente" de Sánchez volverá a necesitar a la, según Rufián, "derecha reaccionaria" de Junts para sacar adelante el "paquete social": la jornada de 37,5 hores
Pero volvamos al principio. El presidente español puso en marcha este domingo en el congreso de los socialistas de Madrid la campaña de las elecciones autonómicas y municipales del 2027. Sánchez ha vuelto a hincharse como un globo después de que los 7 diputados en el Congreso de Junts, la formación que preside un tal Carles Puigdemont, le salvaran la legislatura mañana hará 8 días, con un acuerdo para rehacer el decreto "de los pensionistas". A partir de mañana, cuando el Consejo de Ministros apruebe la reducción de la jornada laboral a 37,5 horas, medida estrella de la vicepresidenta Yolanda Díaz, Junts volverá a ser determinante. La pomposamente autodenominada "Izquierda Valiente" de Sánchez volverá a necesitar a la, según Gabriel Rufián, "derecha reaccionaria" de Junts —lo mismo brama García-Page— para sacar adelante el denominado "paquete social". Ahora, a una medida promovida por Sumar. Y está muy bien. Europa ha funcionado durante 70 años no gracias a los discursos incendiarios de un Rufián o una Orriols, sino al acuerdo entre los partidos centrales, el centroizquierda y el centroderecha que ahora queremos enterrar a golpe de tuit.
Sánchez tendría que culminar la rehabilitación política de Puigdemont con una reunión. Para bien o para mal, el futuro político del presidente español pasa por Waterloo
Desde la pasada campaña electoral catalana, se han reunido con el president en el exilio, Carles Puigdemont, en Perpinyà o en Waterloo, la cúpula del Foment del Treball, la del sindicato UGT y, ahora hace pocos días, el Consell de Gremis y la Patronal Metal·lúrgica. Empresarios y sindicatos han otorgado al líder independentista catalán la amnistía política que le niegan los jueces españoles. En este clima, el PP dispara contra Sánchez señalando a Puigdemont como el hombre que manda en el Consejo de Ministros. Sánchez tendría que culminar con una reunión con Puigdemont la rehabilitación política plena del president en el exilio más pronto que tarde. Para bien o para mal, el futuro político del presidente español pasa por Waterloo. El PSOE tendría que ver en el acuerdo de Bruselas una ventana de oportunidad más allá del día a día de las votaciones en el Congreso.
Obviamente, una cita entre Sánchez y Puigdemont tendría que venir precedida de acuerdos entre el PSOE y Junts. Es urgente que España fuerce en la UE la oficialidad plena del catalán. El reconocimiento de la diversidad tiene que empezar por la diversidad propia, en este caso, la de una lengua europea, el catalán, con cerca de 1.000 años de historia. Y es urgente el traspaso a la Generalitat de las competencias sobre inmigración, de manera que se cree una especie de Autoritat Catalana de Migracions con competencias integrales delegadas por el Estado, exactamente igual que se acordó en el caso de los Mossos en la época de Aznar. Porque, más allá de la política doméstica, —más estabilidad para Sánchez, más papel político para Junts en una cuestión capital— tiene que ser posible construir un referente europeo y una alternativa de gestión de la inmigración. No puede ser que el monopolio sobre los discursos y las políticas de inmigración continúe en manos de los ultras y los xenófobos. No puede ser que gane su zumbido en las redes y los parlamentos democráticos. Y más todavía, cuando tienen el viento a favor.