A diferencia de la primera vuelta, en la que hacía falta un 50% de los votos para ganar, cosa que no ha conseguido ninguna de las tres listas que se disputaban la presidencia y la secretaría general de ERC, en la segunda, que se celebrará el próximo 14 de diciembre, quien quede primero por un solo voto será quien se lleve el trofeo. Dado que, según los estatutos del partido, los candidatos a la presidencia no se pueden cambiar —sí, en cambio, el resto de componentes de la lista, hasta un 50%, lo que puede facilitar pactos entre candidaturas—, la definitiva será a cara o cruz: o Oriol Junqueras (Militància Decidim) o Xavier Godàs (Nova Esquerra Nacional). Como en toda segunda vuelta electoral, el tercero en discordia, que no ha superado el corte en la primera, suele ser decisivo. En el caso de ERC, los votos que fueron a la lista de Helena Solà (Foc Nou) son desde la noche del sábado los más codiciados por Junqueras y Godàs. Pero, en realidad, son más determinantes para las posibilidades del segundo aspirante que para las del primero. Tanto es así que, sin el apoyo (en bloque) de Foc Nou, una victoria de Godàs es prácticamente descartable. Veámoslo.
Desde la vertiente cuantitativa, los números, Junqueras tiene las de ganar, pero le puede ir no de uno sino de medio pelo. El expresidente de ERC ha ganado la primera vuelta a duras penas —no ha llegado al 50% que habría hecho innecesaria la segunda—. No creo que Junqueras haya pensado nunca que su victoria sería un paseo militar, de lo contrario no habría empezado tan temprano la campaña, que incluyó una primera fase de visitas al territorio previa al batacazo electoral y el posterior pas al costat para aspirar a volver ahora. Pero tampoco que le costara tanto conseguirla —si es que culmina su propósito—. Su lista ha reunido 3.157 votos, se ha quedado a 111 de alcanzar el 50%, pero solo supera en 25 votos los apoyos de sus dos rivales, 3.132 si suman los 2.308 de Godàs y los 824 de Solà. A la vez, sin embargo, eso significa que las opciones de Godàs de tumbar a Junqueras dependen casi al 100% de un trasvase masivo, en bloque, de los electores de Foc Nou a la lista de la Nova Esquerra Nacional. O, dicho de otra manera, de si, ahora sí, consigue liderar un todos contra Junqueras para garantizar el cambio en la presidencia del partido.
Es cierto que 244 militantes, posiblemente partidarios de la lista que no consiguió suficientes avales para competir en el congreso, Recuperem ERC, de Xavier Martínez, votó en blanco, pero, como veremos, es fácil que mantengan la posición y no se decanten por ninguno de los dos aspirantes. A todo eso, hay que añadir los 1.497 militantes que, de acuerdo con el censo (8.030), no ejercieron su derecho al voto, cuyo comportamiento de cara al día 14 es muy difícilmente predictible. Sin embargo, quien consiga arañar unas decenas de votos entre los abstencionistas o los no decantados por ningún aspirante podría alcanzar la victoria si se mantiene la división 50-50, entre militantes partidarios o no de Junqueras, que ha surgido de la primera vuelta.
Las opciones de Godàs de tumbar a Junqueras dependen casi al 100% de un trasvase masivo, en bloque, de los electores de Foc Nou
Analicemos ahora el escenario desde la vertiente cualitativa. Se trata de determinar en qué clave estrictamente política se adoptará la decisión. La clave emocional, que también cuenta, parece menos operativa después del espectáculo de reproches de los últimos meses entre junqueristas y roviristas con las cloacas del partido a cielo abierto: carteles del Alzhéimer, mariachis, etc. Si la clave es cambio-continuidad en el liderazgo, Godàs por Junqueras, visualizaría la nueva cara en la presidencia del partido. Pero la de Godàs no es una opción de cambio 100% pura, dado que viene auspiciada por la dirección y el aparato rovirista y la vieja guardia del partido. Si la clave es cambio-continuidad en la estrategia política para revertir el descenso electoral, la opción Godàs parece mucho más cerrada que la de Junqueras. La lista del exalcalde de Vilassar de Dalt, un desconocido del gran público, apuesta claramente por ubicar el partido en el ámbito de la izquierda nacional, eso es, de las alianzas con la CUP y los Comuns. En cambio, Junqueras sigue nadando en la indefinición y la ambigüedad que permite mantener viva la teoría del ensanchamiento de la base, sin excesivos corsés en la dimensión social, pero también nacional del proyecto republicano: es la que permite bascular al partido entre el independentismo y el autonomismo. Lo ha explicitado de manera muy clara —algú ho havia de dir!— el veterano Joan Tardà, alineado con Junqueras y, por cierto, el candidato más votado para el consell nacional, cuando estos días hablaba de hacer de ERC un partido no exclusivamente independentista. O sea, más español, y más convergente.
Ninguna de las dos opciones que se disputarán la final excluye el pacto con el PSC, si bien Junqueras se ha negado durante la campaña a revelar qué votó en la consulta interna sobre la investidura de Salvador Illa. Este detalle acerca a las dos opciones principales, pero les puede alejar el decisivo apoyo de los votantes de Foc Nou, que incluso ha propuesto poner a votación la continuidad del apoyo al actual president de la Generalitat. Con respecto a los militantes próximos a los octubristas de Recuperem ERC, parece obvio que en la medida en que la cuestión de la independencia ha sido apartada en la práctica de la agenda de la campaña, se mantendrán seguramente donde están como conciencia crítica permanente —y abstencionista—, reflejo, por cierto, de la frustración de gran parte del independentismo civil después del procés.
La posición sobre el apoyo (o no) a Illa a medio plazo puede ser el factor que decida quién será el próximo líder de ERC
En resumen, la independencia no es para mañana, pero el vínculo con los socialistas está vivo y coleando y la gestión del pacto con Illa puede ser clave en la decisión final de los militantes que han optado por Foc Nou el día 14. Es este segmento el determinante, el que prácticamente tiene la sartén por el mango. Habrá que ver si la candidatura más explícitamente independentista y anti-PSC, que tenía como aspirante a la secretaría general a Alfred Bosch, exconseller e impulsor en Barcelona de las consultas sobre el derecho a decidir previas al procés, exigirá para pactar con Junqueras o Godàs una revisión del pacto con el PSC. Así que bien podría ser la posición sobre el apoyo (o no) a Illa a medio plazo el factor que decida quién será el próximo líder de ERC. El auténtico cambio en ERC llegará con quien sea capaz de desconectar el partido republicano de la dependencia del PSC igual que se hizo de Convergència y Junts. Dicho sea sin ánimo de ofender a nadie, el viejo partido de Macià y Companys todavía tiene pendiente conquistar una parte de su mayoría de edad política.