"Con audacia se puede intentar todo; mas no se puede conseguir todo.“
Napoleon

No sé qué tipo de humor les gusta y, aun así, no me voy a equivocar si les recomiendo leer los análisis que sobre su batacazo hacen las izquierdas, porque no hay forma de no desternillarse con ellos. Les han abofeteado sus propios votantes con la realidad y ahora intentan convencerlos de que están equivocados, de que tienen un relato fantástico para ofrecerles que les traiga de vuelta al redil. Más les valdría dejarse de cuentos y asumir que sin las mujeres, sin las personas racionales, sin las clases medias y sin los obreros no se puede ganar; aceptar que pedir un voto ofreciendo únicamente una barrera contra los otros no es suficiente, sino en sus relatos de ficción. Mejor les iría si comprendieran que su estado de confusión no es el del votante, que las ruedas de molino con que obligas a comulgar a los que dependen de ti no sirven para el ciudadano. Contra la realidad no se vive y tampoco se gana.

Les pasmaría saber cuántos corifeos madrileños están maravillados con la audaz, o temeraria, decisión del presidente de convocar comicios por suponer un "cambio de marco" y permitirle "asumir las riendas del relato", es decir, por haber logrado que justo al día siguiente de la derrota no se hable de esta, sino de las próximas elecciones. Una huida hacia adelante táctica —que le ofrece a Sánchez la única posibilidad de sobrevivir o de estrellarse del todo— es ensalzada como una genialidad que puede alterar los resortes de la realidad. Y esta ceguera no solo aqueja al PSOE sino, sobre todo, a los socios a su izquierda, que son los que se han llevado la peor parte.

En el análisis de estos partidos, los motivos de los ciudadanos para la defección no son sino producto de "la narrativa construida con éxito por la derecha" que "no tolera no ser la que mande" y que se ha visto favorecida "por la infinidad de altavoces" que posee

En el análisis de estos partidos, los motivos de los ciudadanos para la defección no son sino producto de "la narrativa construida con éxito por la derecha" que "no tolera no ser la que mande" y que se ha visto favorecida "por la infinidad de altavoces" que posee. Tomo del comunicado de Izquierda Unida, pero les sonará a matraca de Iglesias y es un denominador común. Así que no han cometido ningún error. Todo es cosa de la malvada derecha, de sus altavoces mediáticos y de los estúpidos votantes. Por eso las opciones de izquierda "necesitan algo más que la gris gestión pública" y lo que ofrecen es "desplegar sentimientos movilizadores". Con esos análisis, a ver dónde llegan. ¿Más sentimiento, más emociones y menos gestión es lo que proponen? ¿No ven que precisamente ha sido su transformación en izquierdas identitarias, alejadas de la tradicional postura materialista que las impregnaba, lo que les ha arrastrado a la derrota?

Les decía que sin las mujeres es muy difícil ganar. No habrán oído muchos análisis en los que se recoja el frontal rechazo de las feministas progresistas y de muchas mujeres a apoyar el delirio legislativo que ha rebajado penas a violadores y ha desdibujado la lucha feminista hasta convertirla en una parodia de su verdadera esencia. La propia esencia de ser mujer han robado. Ese es uno de los grandes pecados de la izquierda radical, que Sánchez ha secundado por mero utilitarismo, con el consiguiente rechazo de sus bases y votantes tradicionales. Con las mujeres enfadadas es difícil ganar y parece demostrado que los votos de las minorías muy minoritarias a las que dicen haber atendido no compensan el peso electoral de ese abandono. "El feminismo no vota traidores" rugían las redes y las urnas no han sido ajenas a esa cuestión de principios.

Les decía que sin las clases medias es difícil ganar. Este es un pecado de leso olvido de los socialistas, que caricaturizaron a Trias cuando habló de los tresmileuristas que pasan apuros. En las grandes ciudades, al menos en Madrid, hay un sentimiento extendido de que la crisis se ha gestionado poniendo el énfasis en "los más vulnerables" y en la mirada vengadora hacia "los ricos" pero soslayando a unas clases medias que han sufrido la inflación, la subida de la energía y de las hipotecas sin poder obtener la más mínima ayuda, porque estaban por encima de la línea del necesitado y a años luz del encogimiento de hombros del potentado. Entre esas familias de funcionarios, esas parejas con dos sueldos que les llevan justo a un pasar, también hay votantes socialistas. O había. La masa de votos se te escapa si no te queda otro remedio que dejarte arrastrar por el populismo en declive que te sostiene. A la vista está. También se les resisten los obreros, a los que desprecian desde una izquierda identitaria, de campus norteamericano, y adanista, que considera que deben ser los trabajadores los que adapten sus necesidades a la doctrina y no a la inversa. De este modo se los sirven en bandeja a Vox.

Les decía que sin los razonables es difícil ganar. Los narcisos políticos y sus equipos de corifeos halagadores, están convencidos de que sus seguidores aceptarán cualquier idea o argumento que se les ocurra y lo justificarán y lo adoptarán, volviéndose plastilina ideológica al servicio de sus intereses. Va a ser que no. Escupiéndole a la realidad, diciendo que lo blanco es negro, que las mujeres se hacen y no existen, que el sexo es una ilusión de mago, que de un candidato o un diputado importa su gordura, su lesbianismo o cualquier otra identidad por encima de sus cualidades políticas, por ese camino, el votante con los pies en el suelo se te escapa de las redes por mucha ultraderecha que le pongas delante para picar.

Que se dejen de cuentos. La sociedad está condenando a los narcisistas a desaparecer de escena. Han perecido unos cuantos y espero que la purga seguirá. Los ciudadanos son adultos para este juego perverso e infantil. Pueden convencer a un votante progresista de virajes razonados, como la necesidad de cambiar el mapa territorial, pero nunca de la inexistencia de la gravedad. Todo tiene un límite. Los votantes de izquierda no son estúpidos, de ninguna manera. Júntense, pero, sobre todo, presenten un proyecto realista de legislatura pegado a la realidad y dejen esa mandanga del culto a las identidades. Los cuentos pronto no van a servir ni para asustar a las viejas. Me pregunto cómo quieren hacer olvidar a la peña tanto despropósito en cincuenta días.

Así las cosas, lo de julio no lo veo fácil.