Conozco dos casos de apariciones y otros fenómenos de la Virgen cerca de casa. Una no me la creo. La otra sí. El primer caso es público. Lo aseguró a la prensa local un antiguo párroco de la parroquia de Mura. Decía, y enseñaba, que la imagen de la Virgen de Medjugorje (Bosnia) que había en la iglesia de Sant Martí lloraba sangre.
Ahora se ha hecho célebre el caso de Trevignano Romano, donde una vidente decía que hablaba con una Virgen que también lloraba sangre, pero, atención, ésta multiplicaba… ¡pizzas! No es broma. Bueno, en concreto, ¡pizzas y ñoquis! La vidente podía haber montado un restaurante, pero quizás porque la multiplicación de pizzas y ñoquis no era del todo verdad, optó por cobrar donaciones a fieles que querían que les contara sus visiones. El obispo de Civita Castellana, en las afueras de Roma, tuvo que intervenir y cortar de raíz la estafa. Es un caso que recuerda al de Lipa, en Filipinas, donde una monja decía que se le había aparecido la Virgen con pétalos de rosa caídos del cielo. La priora del convento admitió después que manipuló la lluvia de pétalos, que alguien debió tirar desde una azotea, y que obligó a las demás hermanas a mentir.
Dado que las redes sociales hacen más fácil difundir las supuestas apariciones, el Vaticano ha decidido actualizar las normas para decidir las apariciones marianas y otros fenómenos
El de las apariciones y otros fenómenos es un tema delicado porque ya se sabe que generan vocaciones y peregrinaciones, que no deja de ser un buen negocio para mantener la empresa más antigua del mundo, como en Fátima o en Lourdes. Pero dado que las redes sociales hacen más fácil difundir todas estas supuestas apariciones, el Vaticano ha decidido actualizar las normas, que de hecho sólo tienen 45 años, para decidir las apariciones marianas y otros fenómenos. Y ha dictaminado que la última palabra la tendrá la Santa Sede. El papa Francisco, muy unido a la figura de la Virgen y muy sensible a las devociones populares, se ha hartado de estafadores marianos. De modo que ahora decidirán los obispos locales, pero si la cosa se desmadra, intervendrá el Vaticano. Y, además, al máximo que podrá llegar la Santa Sede será a una “no objeción”. Pero nunca tendrá que asegurar la autenticidad de los fenómenos sobrenaturales.
Por cierto, las supuestas apariciones originales de Medjugorje empezaron en junio de 1981 y Benedicto XVI encargó estudiarlas. El resultado es que son dudosas y el Vaticano no las ha aprobado, aunque todavía no impide la peregrinación. Así que si no son del todo creíbles las originales, imagínese las de Mura.
Ah, me faltaba la segunda noticia que tengo de una aparición de la Virgen cerca de casa. Ésta la contaba Delfí Querol, un panadero ya jubilado y hombre de fútbol. Delfí explicaba que una noche, mientras trabajaba en el obrador, se le apareció la Virgen. Claro, era muy adecuado que multiplicara los panes, las ensaimadas y los cruasanes. Pero no. Un día le pregunté a Delfí: “¿Y qué te dijo la Virgen?”. Y el amigo Querol me contestó: “Delfí, ves-te’n a dormir”. De modo que una aparición tan sensata no puede contar ni con mi objeción ni con la del Vaticano.