De las claves del 28-M donde se juega el saque de las generales, hay una ya incontestable. Si Podemos consigue representación en Madrid y Valencia por un porcentaje ínfimo de votos, puede decantar el resultado en dos comunidades hacia Sánchez o Feijóo. Por mucho ‘cascarón vacío’ y marca con poco peso electoral en los territorios, si consigue el umbral del 5% en ambas plazas puede marcar el rumbo hacia diciembre. Una revalidación al todo o nada por un puñado de votos.

Varios responsables de campaña a ambos lados del espectro ideológico coinciden en no fiarse demasiado de los datos todavía. Hay un alto porcentaje de votantes que deciden la papeleta en el fragor de la campaña. Son los votantes ahora en la abstención, los indecisos o quienes dudan entre distintas marcas de izquierdas, una vez la derecha se ha dividido prácticamente en dos. A estas alturas, los bloques de votantes son sólidos y están muy ajustados. Hay mucha fragmentación en sitios como Madrid o Valencia. De ahí que sean determinante estas tres semanas de campaña.

En Madrid la única pregunta es si Isabel Díaz Ayuso gobernará con mayoría absoluta (está a 3 escaños) o dependerá de VOX. Aquí, la ecuación de la izquierda hace necesario que Podemos entre en ambos sitios para poder revalidar el juego. Ese 5% se traduce en 7 escaños al bloque progresista y la reconfiguración del número de escaños del PP. Es el premio a la representación, similar en el resto de las comunidades, con excepciones como Castilla La-Mancha, donde María Dolores de Cospedal lo subió al caciquil 8% y no se ha corregido. En el ayuntamiento, ese 5% puede complicar la alcaldía a José Luis Martínez Almeida. En Valencia, Ximo Puig es probable que dependa de que su vicepresidente y candidato morado, Héctor Illueca, revalide los resultados de 2019.

Podemos tiene dos factores en contra e incorregibles a tres semanas. El desconocimiento de sus candidatos y la poca fidelidad de voto. Según la última encuesta de 40db, en la comunidad valenciana Unidas Podemos tiene una fidelidad del 50,8% y en Madrid de un 44,6%. A Illueca solo lo conoce un 20% del electorado y un 43,6% de sus propios votantes. Carolina Bescansa, fundadora de Podemos y politóloga, marca el umbral de la fidelidad en el 70%, a partir de ahí la bajada es preocupante. En Madrid, más de lo mismo. El electorado tampoco conoce a los candidatos —Alberto Sotomayor y Alejandra Jacinto—. Y tampoco se conoce la papeleta. Parte de su electorado no sabe que Unidas Podemos se presenta y creen que en el Más Madrid de Mónica García o en el Pacto del Botànic de Ximo Puig y Joan Baldoví va incluido Podemos. “Esto no afecta al 30% de votos, pero sí a un 10%, precisamente el que te da salud”, según cálculos internos de fuentes de la coalición.

La campaña de actos anunciada por Yolanda Díaz cubre ambos frentes en Madrid y Valencia. Hará campaña por todos los candidatos en marcas que son vasos comunicantes de Podemos a Compromís y de Podemos a Más Madrid. Está por ver si reactiva el voto y fortalece ese 5%. Por lo pronto, la guerra por las primarias en Sumar y las listas de las generales está congelada hasta el post 28-M.

En la configuración multipartidismo no hay actor pequeño y este 5% morado es un ejemplo. En el contexto inmediato, el gobierno ha conseguido cambiar la discusión con la Ley de Vivienda. Ya no es la campaña de las bajadas de impuestos, la conversación ha virado a las políticas públicas de acceso a la vivienda y al agua. La sequía ha marcado la cita de mayo casi tanto como las medidas sociales. El PSOE tiene este breve ciclo a favor. Y Feijóo necesitará vender algún triunfo, además de las capitales de provincias que se tiñan de azul. De momento, todo será campaña, anuncios y encuestas. La incógnita del próximo ciclo está abierta por la mínima y marcada por cada voto.