El nuevo relato estrambótico del juez Aguirre, desesperado por encarcelar a Puigdemont y cuanta más gente independentista mejor, ha alcanzado tal nivel de surrealismo que se ha superado a sí mismo. Hasta la fecha, el juez de la fantasmagórica trama rusa había ido haciendo el ridículo por capítulos, tirando de hilos inexistentes y utilizando consideraciones políticas y personales sin ningún valor jurídico, y, a pesar de su insistencia enfermiza, había alcanzado un punto de no retorno. La Audiencia de Barcelona le había dicho que no podía seguir investigando la causa, y la entrada de la ley de amnistía lo obligaba a cerrarla definitivamente.

Pero no hay nada más obsesivo que un juez patriótico convencido de su misión como salvador patrio, y sin ningún miedo al ridículo, ha abierto una nueva causa, ahora por "traición a la patria", y ha pasado del surrealismo al delirio. Lo ha hecho sin añadir ningún elemento nuevo, más allá de repetir la conjura que sus adláteres mediáticos llevan meses predicando. Por cierto, el abogado Boye amenaza con llamar como testigos a todos estos serviles escribientes del juez: nos lo pasaremos bien. Pero como no tener ninguna prueba nueva le impedía mantenerse en el caso y abrir nuevas diligencias, se ha otorgado la condición de destinatario de unas resoluciones del Parlamento Europeo sobre la injerencia rusa en Europa, y con este hilo ha creado un relato desquiciado que incluso llega al punto de señalar a Pedro Sánchez como cómplice de la conjura rusa. De momento, no hay noticias de si, por el camino, ha encontrado el oro de Moscú, pero en este punto febril del personaje, nada es descartable. En todo caso, el texto en el que insinúa la implicación de Sánchez es tal delicia surrealista, que seguramente Buñuel lo habría incluido en su "Un chien andalou". Dice el juez en su escrito, y recomiendo leer el fragmento con la dosis de indulgencia necesaria hacia el personaje...

De no ser por la gravedad de la actuación, por el tufillo de lawfare y por el dinero público que se tira en todo este delirio, podríamos reírnos a mandíbula batiente

"Si en el futuro a algún historiador le interesa realizar una investigación sobre la injerencia rusa en el procés como ejemplo de lo que, según la Prensa [sic], parece haber sucedido en otros países de Europa, situaría como fecha de inicio real de la investigación judicial de esta injerencia el día 18 de mayo de 2018, casualmente el mismo día en el que se firmó la sentencia del caso Gürtel, que se notificó una semana más tarde. Esa sentencia hizo caer al gobierno del Partido Popular presidido por Mariano Rajoy y dio entrada al gobierno a una coalición liderada por el PSOE junto con otros partidos políticos de marcada tendencia independentista. Esta coincidencia histórica marcaría el devenir de la investigación judicial de la injerencia rusa, tal como se verá".

De modo que... ¡patam, ya lo tiene!: Alay traduce del ruso, hay rusos en Barcelona, Boye apesta a comunista, Puigdemont tiene una mujer rumana —que debe ser como si fuera rusa—, Carles Porta es sospechoso por naturaleza y Mas siempre ha parecido un poco soviético. Solo faltaba el "rojo" de Sánchez, y ya ha cerrado el círculo.

Leído el texto de Aguirre al completo, lleno de otras insinuaciones esotéricas (Boye deja caer que "a ciertas edades y a ciertas horas, los psicotrópicos son peligrosos"), ¡se podría llegar a la conclusión de que el juez se lo cree! A pesar de no tener pruebas, ni sostenerse sobre nada sólido, y con la amnistía acechándole, el hombre habría leído algunos artículos de la caverna patria, habría atado perros con longanizas, habría visto espías rusos por la plaza de Catalunya y habría llegado a la convicción de que es el ariete que frena a Putin en plena Castellana. Eso... o algún articulista le escribe buenos guiones. En todo caso, de no ser por la gravedad de la actuación, por el tufillo de lawfare y por el dinero público que se tira en todo este delirio, podríamos reírnos a mandíbula batiente. Pero como el hombre utiliza su toga como una obsesión ideológica, persigue a gente real y tritura la imagen de la justicia, la broma no es ninguna broma. Lo peor es la corte politicomediática que aplaude sus esfuerzos patrios, e incluso lo elogia, síntoma inequívoco de la podredumbre que hay en los cimientos de España.