Carlos Mazón es ya Pablo Casado en diferido. Por la gestión de la DANA y la sentencia del PP “¿Si esto no es una emergencia nacional, qué lo es? Si (el PSOE) se decide tiene nuestro apoyo”. Feijóo ha pedido quitarle las competencias al presidente valenciano, aun con la paradoja de tender la mano a Pedro Sánchez para desautorizar a uno de los suyos. El estado de alarma está descartado. El ejecutivo ha asumido el grueso del plan de reconstrucción y la subordinación de siete ministerios empotrados en el Govern. Mazón ya ha amarrado las competencias. La coordinación actual es ya irrelevante para salvarle. Porque en el tiempo que va del martes 29 de octubre al sábado 2 de noviembre, Mazón ya había malogrado prácticamente todas sus competencias.
Colapsó en la doble logística de la catástrofe. Las alarmas, los protocolos y el auxilio. En la recuperación de los cuerpos y desaparecidos y en la emergencia humanitaria. Para Mazón, la culpa de no avisar a tiempo a los ciudadanos es de la Confederación Hidrográfica; la falta de efectivos es de la UME, y el listado de desaparecidos sin publicar, culpa de la Guardia Civil. Del operativo que lideraba él, ningún fracaso es suyo.
Mazón contra Mazón, sus declaraciones y reconstrucción del relato son contradictorias. Mandó una primera alerta gracias a la información de la Confederación Hidrográfica del Júcar. Fue a mediodía del martes 29 para alertar del peligro de acercarse a barrancos y la ribera de los ríos. Una alerta que se “desactiva tres veces” por la crecida del agua, dice. La excusa, como escudo, no aguanta. Las confederaciones son órganos informativos. No alertan, lo hacen los servicios de la Generalitat Valenciana interpretando la información que van actualizando. Y la Confederación informó desde el mediodía de la subida de los cauces. Hubo una rueda de prensa de Mazón donde quitó importancia a la alerta, a pesar de haber recibido varios emails. Según la información que sigue colgada en la web de la Confederación, tuvo información de sobra y la malinterpretó.
En la mayor catástrofe natural de la historia reciente, es desalentador que el máximo responsable del gobierno valenciano para defenderse de los bulos lance otros
Dice que activó la UME a las 15:21, pero no lanzó la alerta hasta las 20:12 de la tarde porque, según Mazón, no había emergencia. Y ante una gestión nefasta a los ojos de todo el país, se aferra a un email de alarma de las 18:43 horas. ¿Qué ocurrió en la hora y media después? ¿Por qué el SMS a los ciudadanos se mandó entonces a las 20:12?
No fallan los Estados, como ha jaleado la ultraderecha, lo hacen sus dirigentes. El primer responsable en esa dejación ha sido el máximo representante del gobierno valenciano. Hace falta una reflexión profunda para revisar qué ha ocurrido. Revisar toda la cadena de decisiones políticas para determinar por qué fallaron los protocolos. Por qué la cadena de emails o las alertas informativas no fueron suficientes para Mazón y sí para que alcaldes o instituciones locales reaccionaran. La alcaldesa de Torrent, vicesecretaria del PP valenciano, Amparo Folgado, publicó un real decreto ese mediodía para mandar a la gente a sus casas. Supo leer las señales, actuó y salvó vidas. La Diputación, también del PP, leyó las señales; la Universitat de València también. Carlos Mazón no, aunque culpe al Gobierno. De las grandes catástrofes deberíamos salir con alguna lección aprendida. Echar balones fuera no está ayudando a Mazón a ser creíble, a expiar culpas ni a prevenir mejor para la próxima DANA o las siguientes catástrofes naturales.
En la mayor catástrofe natural de la historia reciente, es desalentador que el máximo responsable del gobierno valenciano para defenderse de los bulos lance otros. O se ponga de perfil ante toda responsabilidad. La confrontación política provoca la desconfianza del sistema. En Valencia esa desafección nace de una gestión que a Mazón le vino grande. Por la falta de capacidad y de cuadros; de coordinar los efectivos en el terreno, de hacerse cargo del dolor de tantas víctimas, por desmantelar los servicios del anterior ejecutivo y no solicitar apoyo del Gobierno por puro cálculo político. La lista es larga. Y capítulo aparte es como debió reaccionar el ejecutivo ante la parálisis valenciana. Ahora, mientras Félix Bolaños habla de cooperación y gobernanza, Feijóo suelta lastre. Pero la gran reflexión y revisión de fondo queda pendiente.