Ahora haré una cosa que todos los manuales periodísticos dicen que no se tiene que hacer nunca. Consiste en colgar un vídeo que no he visto, que tampoco quiero ver y que lo explicaré sin haberlo visto. Ah, y espérese, porque, además, lo criticaré mucho. Explicado así es impresentable, pero puedo argumentarlo.
Vamos primero a la explicación del vídeo. Pero antes, una previa para entender la magnitud del fenómeno: ahora mismo pones "broma" en google y ya te da como primera opción "despedida soltero puenting". Y es que, efectivamente, la cosa va de la broma que unos presuntos amigos le hacen a un pobre tipo durante su despedida de soltero. Le vendan los ojos, le hacen creer que hará puenting y, mientras él cree que será así, tú ves que lo tienen entre la acera y la calzada de una calle y que no saltará a ningún sitio. La pretendida gracia es que el chico está aterrado y lo pasa muy, muy y muy mal. Y eso se ve que provoca mucha hilaridad.
Ah, por cierto, usted ahora seguramente se preguntará cómo puede ser que yo haya explicado el contenido de un vídeo que no he visto (ni veré). Pues porque lo han explicado esta mañana por la radio, me lo han explicado dos personas y lo comentaban en un bar. Y quizás también se pregunta cómo puedo cargarme una cosa que no he visto. Pues porque no me hace falta ver la confluencia de dos cosas que me repugnan profundamente: las despedidas de soltero/soltera y las bromas que implican que un tercero haga el ridículo. De la misma manera que no me hace falta ver una ejecución para criticar las ejecuciones.
Una vez explicado el vídeo, si todavía no lo ha visto y disfruta viendo cómo se degrada a una persona y se la hace sufrir para poder reírse de ella, aquí se lo dejo. ¿Y, cómo es que lo cuelgo si me repugna? Para que usted, que quizás no es tan radical en este tema como yo, tenga la libertad de verlo o no para poder tener elementos de juicio.
Dicho y visto eso (si es que lo ha visto), ¿donde está la gracia? ¿Hace reír ver el sufrimiento de la gente? ¿Sí? ¿Hacer que la gente haga el ridículo es gracioso? ¿Degradar a un pretendido amigo es divertido? ¿Aterrar a alguien que se supone que aprecias hace reír? Pues a mí no me hace puta gracia, fíjese. Y, mire, si la cosa queda entre el grupo, pues todavía. Cambias de amigos y punto. Pero, claro, la gracia total es colgarlo en la red para que miles (o millones) de personas se rían del pobre desgraciado.
Las bromas pesadas y las novatadas que se les hacen a los novatos que entran en las universidades o en centros parecidos son un signo de superioridad prepotente de quienes necesitan humillar a los otros porque en el fondo se saben inferiores. Son un rito tribal heredado de cuando vivíamos en cuevas y vestíamos con pieles. Como los toros, el boxeo... o las despedidas de soltero/soltera entendidos como un desenfreno necesario antes de vivir en pareja y donde se supone que es muy divertido emborracharse, ponerse un carajo de plástico en la cabeza o hacer creer a alguien muerto de miedo que saltará desde un puente. Cosas antiguas que en las sociedades adelantadas del siglo XXI tendrían que morir por sí solas.