Montserrat se encuentra inmerso en la celebración del Milenario, una efeméride a la que se ha sumado con voz propia el cuerpo de Mossos d'Esquadra. Entre otros, con una semana de noviembre montserratina que ha incluido una exposición que todavía se puede visitar.

No es baladí, la exposición. Entre otras cosas, aunque se ha decidido pasar de puntillas por encima, porque el monasterio de Montserrat se salvó de ser saqueada y destruido el verano de 1936 por la protección del cuerpo de Mossos d'Esquadra, un cuerpo policial que tenía entonces menos de 300 efectivos, buena parte dedicados a tareas administrativas o de vigilancia institucional. No eran una Policía integral ni desplegada por el territorio. Ni por el número de efectivos ni por el rol que tenían asignado. Al contrario, una de las virtudes del Estatut de 1932 fue atribuir competencias de seguridad al Govern de Catalunya, que es lo que permitió finalmente asumir el mando sobre la Guardia de Asalto, la fuerza de orden público creada por la República. Como si dijéramos que la Policía Nacional estuviera ahora a las órdenes del Departament d'Interior. Lo mismo acabó pasando, justo antes del golpe de Estado del 19 de julio, con la Guardia Civil, que al mismo tiempo es uno de los motivos que explica —en Catalunya— su lealtad a la República y que el General Aranguren y los coroneles Escobar y Brotons —principales mandos de la Guardia Civil en Catalunya— se pusieran a las órdenes del president Lluís Companys. Una circunstancia que explica, en buena medida, por qué el Ejército español fue derrotado a Catalunya.

Justo es decir, además, que —según Jaume Miravitlles (Comisario de Propaganda de la Generalitat)— la Guardia de Asalto estaba penetrada por militantes de Estat Català-Esquerra Republicana, de aquí también la entrega y compromiso para derrotar a los militares sublevados: la totalidad de las guarniciones del Ejército en Barcelona.

Habría sido un buen momento para reconocer el papel determinante que tuvieron Companys y su Govern para salvar a una ingente cantidad de personas

Pero lo significativo es que fue una decisión personal del Govern Companys—a través del conseller de Cultura, Ventura Gassol— la que salvó Montserrat. No solo destinaron un significativo contingente de aquella modesta fuerza pública que eran los Mossos d'Esquadra a proteger in situ Montserrat cuando se estaban incendiando todas las iglesias y conventos del país y asesinando al clericato, sino que se nombró y destinó expresamente a un comisario para su gestión y protección, el exdiputado de la Unión Socialista de Catalunya (aliada con ERC desde las elecciones de 1931), Carles Gerhard, con la misión de preservar el monasterio y de salvar a los monjes. Gerhard lo explica con todo lujo de detalles en unas voluminosas memorias, Comisario de la Generalitat en Montserrat (1936-39), editado por la misma Abadía de Montserrat. El mismo Gerhard organizó la evacuación de incógnito de los monjes en autobuses escoltados por los Mossos. Y si bien es cierto que una veintena fueron asesinados en la diáspora posterior, no es menos cierto que el resto salvaron la vida, incluidos aquellos monjes más viejos que por su salud continuaron ocultos en el monasterio bajo la protección de Gerhard y los Mossos.

Por este motivo, entre otros, el monje y estudioso erudito Hilari Raguer reclamó públicamente que se reconocieran estos hechos históricos, afirmando solemnemente "la Iglesia catalana está en deuda con Lluís Companys". Lo cierto es que el Govern Companys protegió simultáneamente el monasterio de Poblet, el de Pedralbes y la catedral de Barcelona. Pero también, entre muchos otros, salvó de una muerte segura al Obispo de Tarragona, el cardenal Vidal i Barraquer, con una audaz intervención directa cuando estaba a punto ser ejecutado en Montblanc.

Tal vez, con el Milenario y la Exposición, habría sido un buen momento para cumplir la demanda de padre Hilari y para reconocer aquello que a menudo se le ha negado o se ha querido ignorar del president de Catalunya y su Govern. Ni que fuera por ser fiel a los hechos y a una injusticia histórica a la figura del president Companys: el papel determinante que tuvo para salvar una ingente cantidad de personas en aquella abominable borrachera de sangre que siguió al fallido golpe de Estado protagonizado por los militares africanistas del Ejército español.