Alberto Núñez Feijóo está respondiendo a la crisis de la DANA con los vicios del poder (que todavía no tiene). Una mezcla de cinismo, indefinición y algo de oportunismo, ninguna opción a la altura de lo ocurrido. Ante la mayor catástrofe climática, cuando hace falta saber dónde está cada uno, no ha mantenido una postura clara. De manera interesada mezclaron la indignación social con los intereses de partido, en este caso el PP valenciano. La manifestación masiva en València —130.000 ciudadanos en cifras oficiales— no eran partidos catalanistas, ni independentistas. Y quienes lo fueran, no iban para reivindicar la autonomía valenciana. La imagen, por multitudinaria y clara en sus mensajes, era fácil de interpretar. Pero incluso ese día, era difícil seguir la postura del PP. 

La respuesta de Alberto Núñez Feijóo, por errática, le desgasta. El PP mantiene cada día varias versiones sobre la gestión de Mazón, su futuro y de quién es la culpa. Todas son distintas y se dan a la vez. Feijóo pidió el estado de alarma desautorizando al president valenciano. “Si esto no es una emergencia nacional, qué lo es”, se preguntó. Una postura incompatible con defender la actuación de Mazón, que tenía en su mano elevar la emergencia al nivel 3 —delegar en la práctica el control autonómico— y no lo hizo. Si realmente Feijóo creía que el Estado debía tomar el control de la Generalitat Valenciana, no ha revelado cuántas veces llamó a Mazón para convencerlo o con qué argumentos se resistió el president para no hacerlo.

Coincidiendo con la protesta multitudinaria en València, el PP nacional salió este fin de semana en defensa del president valenciano para sostener que estuvo “puntualmente informado” por su gobierno, como ha mantenido el portavoz Miguel Tellado. A estas alturas, toda España sabe que Mazón estaba donde no debía y con quien no debía. La comida de cuatro horas es el símbolo de la dejación absoluta. Estuvo incomunicado para atender a la consellera de Interior y Justicia cuando intentó localizarlo y con la vicepresidenta Teresa Ribera. Mazón reconoció que tenía varias llamadas perdidas y terminó mandándole un SMS. Ni devolvió esta llamada para pedir ayuda, ni la del Secretario de Estado de Transición. 

Degrada al PP defender la agenda de Mazón y una gestión a todas luces negligente. En la jerarquía de responsabilidades, Mazón encabeza la dejación de funciones

Degrada al PP defender la agenda de Mazón y una gestión a todas luces negligente. En la jerarquía de responsabilidades, Mazón encabeza la dejación de funciones el día de la riada, martes 29 de octubre. Luego es discutible cómo debió alertar y actuar el Gobierno en las siguientes 48 horas, cuando nos despertamos con 13 muertos y escaló a otros cien en dos días. Cuando se dijo que la UME no podía acceder a numerosas zonas mientras retransmitían sobre el terreno los rostros más conocidos de la televisión. Mazón falló ese día, pero también el de antes y el de después. Mantuvo la agenda de ese martes —comida incluida— a pesar de que el gobierno central reuniera el gabinete de crisis la noche anterior. A estas alturas no conocemos el plan previo de Mazón para responder a la DANA anunciada por la AEMET una semana antes porque no lo hubo. Y falló después, cuando a la mañana siguiente, consumada la destrucción de la DANA, mantuvo la parálisis hasta la rueda de prensa del sábado, cuatro días después. Y pide responsabilidades en diferido, no se sabe muy bien cuándo cree Feijóo que Mazón tiene que responder por su gestión. 

El PP, lejos de mantener una postura oficial de reproche a un gobierno valenciano que no estuvo a la altura, ha intentado en el último minuto arrastrar a Teresa Ribera, a quien Mazón agradeció su cercanía. Fue aquel “Gracias, querido presidente, por el contacto desde el principio contigo (...), con la vicepresidenta, con la delegada del Gobierno”. Al PP, le ha parecido que la estrategia pasa ahora por difundir una campaña en contra de Ribera entre los diputados del GPP y Renew. Y han enviado un comunicado en inglés para desbancar a la todavía ministra de la vicepresidencia y la cartera de la que hoy se examina. “¿Va a ser comisario europeo alguien cuya negligencia hizo que no se alertara a tiempo a la población de la inundación?”, reza el argumentario de Esteban González Pons.

El PP sabe que sin Ribera se esfuma el apoyo de los socialistas y no habría Comisión. Sin Ribera, el cuestionamiento de Von der Leyen sería absoluto. Por eso el PP europeo vive la postura de Pons como una impugnación a la presidencia. La DANA como último intento para boicotear a Sánchez no se entiende en Bruselas. Con el añadido de un boicot a España, porque la cartera de Ribera y sus competencias son un valor con este ejecutivo y un futuro ejecutivo del PP.  

En este zigzag, Feijóo ha molestado también a sus presidentes autonómicos. Ni Ayuso, ni Moreno Bonilla, ni Azcón han hablado. A la pregunta "está más fuerte su liderazgo antes o después de su posición en esta crisis", la conclusión es fácil. En lugar de por los aciertos, Feijóo solo consigue avanzar subido a los errores del contrario. Los informes de la UCO que acorralan a Ábalos, el chicle de la causa que no suelta a Begoña Gómez, el golpe duro a la coalición con la caída de Íñigo Errejón, o las dificultades para avanzar en unos presupuestos. Esta semana Feijóo dará entrevistas, y cuesta pensar que despejará dudas o aclarará qué piensa realmente de la gestión de Carlos Mazón. Y mientras cree que sube hacia la Moncloa, hay voces internas que no se cortan en decir que puede estar también de bajada.