Os habla el soberano. Evidentemente, es solo una versión reducida del soberano, una parte pequeña, ya que en democracia el soberano es todo el conjunto del pueblo y un servidor no se puede atrever a hablar en nombre de todo el pueblo. Pero, a diferencia de España, donde el soberano es alguien que no representa la voluntad de nadie, yo al menos represento la mía y creo que mucha gente me acompaña en el pensamiento. En el sentimiento. Cada uno debería poder hacer su versión del discurso de Nochevieja, con el árbol de Navidad al fondo y una chimenea encendida, y dirigirse a la población para exponer su análisis y sus deseos. En España el soberano con corona ha dicho que los políticos deben pelearse menos y encontrar la serenidad perdida, y consenso, y concordia, y respeto a las leyes y al civismo, que si no podría ser que los no soberanos, los vasallos, le volvieran a tirar barro a él ya su familia. En Catalunya, en cambio, el discurso podría ser distinto. De una u otra cuerda, pero se podría incluso encontrar una línea discursiva bastante general. Y si no, aquí tienen la mía particular. Singular. Bueno, da igual:

Peléense todo lo que necesiten pelearse. A diferencia de lo que dice el anestesista Salvador Illa, los representantes políticos existen para entenderse cuando se pueden entender y para confrontarse cuando no se entienden. Si ante una situación controvertida, o una injusticia innegociable, un partido político elige no defender sus posiciones para intentar que la gente que lo vota se sienta representada, este partido está renunciando a su papel y está dejando huérfana a una parte muy importante de la soberanía. Si hay entendimiento y diálogo, también el soberano analizará si ese entendimiento ha merecido la pena o si tiene algún sentido, o alguna contrapartida suficiente, o si es una buena línea de futuro (o incluso el mal menor). Pero si no hay entendimiento ni diálogo, si en una materia solo hay un diálogo de sordos o una constante tomadura de pelo, no duden en confrontarse ni sufran por aparecer como los malos de la película porque los Reyes lo ven todo y los observadores internacionales aún más. No dejen, ni por un momento, de cumplir con el mandato del soberano. Se lo recomiendo vivamente, que el soberano gasta muy mala leche cuando se enoja.

También sabemos pasar página, claro, porque la vida sigue y todo necesita actualizarse, pero jamás de los jamases nos dejaremos actualizar por alguien que pretenda que olvidemos nada

En segundo lugar, olvídense del olvido. No sucederá. Olviden que pasar página sea posible sin tener en cuenta todas las páginas anteriores, olvídense de la tesis que también estos días ha expuesto Salvador Illa, la sociedad catalana sabe mirar el futuro y tener memoria al mismo tiempo y no olvida quién defendió el 155 y por cierto ese no fue (ni lo hubiera hecho nunca) Josep Tarradellas. No sufran por la memoria, ustedes vayan pasando páginas que de la memoria ya se cuida muy bien el soberano. También sabemos pasar página, claro, porque la vida sigue y todo necesita actualizarse, pero jamás de los jamases nos dejaremos actualizar por alguien que pretenda que olvidemos nada. Ni olvidamos las banderas españolas en los despachos presidenciales, ni el pasotismo hacia las clases de literatura catalana, ni el cordón sanitario impuesto al independentismo en el Ayuntamiento de Barcelona, ​​ni la promoción del aceite de Jaén (de nuevo en nombre de la concordia), ni las intervenciones presidenciales en castellano en el Parlament, ni las invocaciones de la singularidad regional en las conferencias de presidentes autonómicos, ni la falta de aplicación de la ley de amnistía, ni la indiferencia hacia la persecución política y judicial del independentismo, ni las simpáticas fotografías con Societat Civil Catalana. Todo esto no desaparece por el hecho de que los gobiernos cambien, o que el independentismo no sepa encontrar el tono para ganar (para recuperar) la presidencia. ¿Un nuevo ciclo político? Cierto. Un ciclo político en el que el soberano ha decidido que usted tiene que pedir permiso para cualquier ley o cualquier presupuesto que intente aprobar. Usted y Pedro Sánchez. Por si entre tanta cultura del olvido esto también le huyó de la memoria.

Olvidarse de las cosas no significa que las cosas desaparezcan. El mejor consejo que puedo dar a los gobernantes de hoy es que procuren no olvidarse de las cosas, especialmente aquellas que el soberano no olvida y que tienen la manía de perdurar años y años entre nosotros. Somos gente de memoria y tradiciones aquí. Ni olvidamos a los que nos olvidan desde el gobierno, ni olvidamos a los que nos olvidan desde la oposición. El soberano lo ve todo, decíamos, y en sus discursos televisados ​​se puede ver en el fondo el cuadro de otro soberano antecesor con una porra. Y en estas fechas entrañables es el deseo del soberano de que disfruten de una feliz Navidad y de un buen año nuevo, confiando de nuevo en que se porten bien y que lo hagan por su propio bien. Quiero decir, el mío. El nuestro. Porque al fin y al cabo nosotros los mandamos a ustedes, ¿verdad?