Cuidar del ser humano y del ecosistema son dos opciones inteligentes para evitar el exceso de consumo y la destrucción del entorno. La crisis social no está desvinculada de otras crisis, como la ecológica. Las tradiciones religiosas pueden aportar una manera de hacer en la cultura del cuidado y del respeto por la persona. Habla de ello Maria Dolors Oller i Sala de la Universidad Ramon Llull en uno de los cuadernos de Cristianismo y Justicia, unos pequeños textos emblemáticos que llegan puntualmente a todo el mundo, especialmente a América Latina y que son un ejemplo de cómo la cultura catalana crea discurso más allá de la nuestra imponente pero siempre pequeña tierra.
La relación de las religiones con la naturaleza no es una nota al pie de página. Incluso el Papa ha dedicado una encíclica refiriéndose a la cultura ecológica, y defiende que tendría que ser una mirada diferente, un pensamiento, una política, un programa educativo, un estilo de vida y una espiritualidad que conforman una resistencia ante el avance del paradigma tecnocrático. Buscar solo un remedio técnico a cada problema ambiental que surja es aislar cosas que en realidad están entrelazadas, y esconder los verdaderos y más profundos problemas del sistema mundial (lo escribe el Papa en la Laudato Si', nº. 111). Y añade: "Nadie pretende volver a la época de las cavernas, pero sí es indispensable minorar la marcha para mirar la realidad de otra manera, recoger los avances positivos y sostenibles, y al mismo tiempo recuperar los valores y los grandes fines arrasados por un desenfreno megalómano". Sobrevivimos como podemos a este desenfreno y estamos ante una nueva relación con la naturaleza: no hay ecología sin una adecuada antropología, cree Bergoglio, que ya parece disputar el título de "Papa verde" al ecológico y siempre atento líder religioso Bartomeo, el patriarca ecuménico referente del cristianismo ortodoxo, muy centrado siempre en la creación y en el cuidado de la naturaleza.
Buscar solo un remedio técnico a cada problema ambiental que surja es aislar cosas que en realidad están entrelazadas, y esconder los verdaderos y más profundos problemas del sistema mundial
La profesora de ESADE Oller nos sugiere un "comportamiento benévolo, respetuoso y no agresivo" hacia la naturaleza que pueda permitir regenerar lo que es devastado y atender celosamente lo que todavía queda de la naturaleza. En un mundo polarizado, hablar de la naturaleza, el cuidado, la paz ya te sitúa en una dimensión de la vida, como si fueras un idealista utópico que no entiende las dinámicas humanas. Las religiones han dedicado horas y siglos a hablar y rezar por la paz, y ahora no solo las religiones orientales sino también tradiciones monoteístas ven en la tierra un reto inexcusable. Cumbres por el clima, guías de buenas prácticas medioambientales y recursos sostenibles presentes en las comunidades muestran unas tradiciones religiosas preocupadas por el cuidado. Sería una negligencia que se mantuvieran fuera, y es encomiable que algunas encabecen sin complejos la sensibilización para con ellas.