Palma, 22 de febrero de 1837. Hace 186 años. Rodrigo Fernández Castañón, Jefe Político de las Baleares (equivalente a delegado del gobierno) nombrado por el presidente del Gobierno del momento, el liberal José María Calatrava Peinado; hacía público el edicto firmado, pocos días antes, por la reina regente María Cristina de Borbón (viuda de Fernando VII y madre de Isabel II); que renovaba y confirmaba, por enésima vez desde la ocupación borbónica franco-castellana de 1715, la prohibición del uso del catalán en cualquier ámbito de la vida educativa, formal (en el aula) o informal (en el patio). El "Jefe" Fernández Castañón remachó el clavo de la persecución del catalán en la escuela con la implantación de un estado de terror, hasta entonces inédito, basado en la delación del pretendido delito y en la agresión, el castigo y la marginación del pretendido delincuente.
Los precedentes persecutorios
El edicto de 1837 no era la primera ley persecutoria contra el catalán en las Islas. Para poner, tan solo, tres ejemplos, diremos que el 28 de noviembre de 1715, poco después de la ocupación borbónica de Mallorca y de Ibiza, Felipe V imponía la Nueva Planta que proscribía las instituciones y la lengua propias de la sociedad mallorquina. Que el 10 de mayo de 1730, el mismo Felipe V, ordenaba que todos los tribunales de Catalunya, del País Valencià y de Mallorca e Ibiza fueran provistos con jueces y fiscales castellanos; y que no se diera la más mínima concesión al catalán, a excepción de "aquellos pequeños lugares que por su miseria y por su cortedad se dispense en esta condición". Y que el 23 de junio de 1768, Carlos III ordenaba que, en todos los estados de la antigua Corona catalanoaragonesa, "se actuen y enseñe en lengua castellana". Eso sería, solo, tres ejemplos.
Nacionalismo español e imposición del castellano
Toda aquella batería de leyes persecutorias no dieron el resultado esperado. Un siglo después de la ocupación borbónica; el castellano tan solo había penetrado entre las oligarquías de la sociedad mallorquina. Se estima que hacia 1837 —cuando el "Jefe" Fernández Castañón implanta el edicto persecutorio de María Cristina— el 90% de la población de Mallorca y de Ibiza, ni siquiera entendía el castellano. Y en Menorca, que había formado parte del Imperio británico durante todo el siglo XVIII, este porcentaje podía ser del 100%. Porcentajes que no eran nada diferentes de los de Catalunya o del País Valencià. Pero a inicios del siglo XIX aparece un elemento nuevo que no había existido durante el anterior siglo de persecución: los liberales españoles, que formularían el primer nacionalismo español y que renovarían con una furia inédita las leyes persecutorias contra el catalán.
Españolidad y cultura versus catalanidad y rusticidad
El nuevo régimen liberal, que pretendía rescatar a España de sus propios fantasmas, fracasó estrepitosamente. Pero antes de caer en el marasmo de corrupción del "régimen del turno" (la alternancia de gobierno pactada por los partidos dinásticos); dejó un mínimo de diecisiete leyes, reglamentos, edictos, reales decretos y circulares que prohibían el uso público del catalán. En este sentido, resulta muy ilustrativo el espurio argumento del mismo "Jefe" Fernandez Castañón: "Considerando que el ejercicio de las lenguas científicas es el primer instrumento para adquirir las ciencias y transmitirlas, que la castellana, además de ser la nacional, está mandada a observar en las escuelas y establecimientos públicos, y que por haberse descuidado esta parte de instrucción en las islas viven oscuros muchos talentos que pudieran ilustrar no solamente a su país sinó a la nación entera".
El anillo
El profesor Antoni-Ignasi Alomar Canyelles, de la Universidad de las Islas Baleares, explica que el "Jefe" Fernández Castañón impuso el sistema del "anillo", que ya había utilizado con éxito en su anterior destino en Navarra; en aquel caso, en el contexto de persecución contra el euskera. Este sistema consistía en crear un clima de vigilancia y delación entre los alumnos. Cuando aquella masa turbia de pequeños inquisidores fabricados a propósito identificaban un compañero que había utilizado una palabra o una expresión en catalán, lo delataban; y el profesor, como figura que representaba la autoridad, le imponía un anillo metálico. El pretendido delincuente estaba obligado a llevar el anillo y a soportar estoicamente las burlas, la marginación y las agresiones físicas y verbales hasta que una nueva víctima caía en la trampa del sistema y se producía un relevo protocolariamente tétrico.
El "Jefe" Fernández Castañón
El "Jefe" Fernández Castañón no había inventado nada. Se había limitado a importar un modelo represivo creado en Francia durante el siglo anterior. Con relación a Mallorca dejaría escrito: "el culpable no podrá negarse á recibirlo (l’anell) pero con el bien entendido de que en oyendo este en el mismo local que otro condiscípulo incurre en la misma falta, tendrá acción á pasarle el anillo, y este á otro en caso igual, y así sucesivamente durante la semana hasta la tarde del sábado, en que á la hora señalada aquel en cuyo poder se encuentre el anillo sufra la pena, que en los primeros ensayos será muy leve; pero que se irá aumentando así como se irá ampliando (...) a proporción de la mayor facilidad que los alumnos vayan adquiriendo de espresarse en castellano". Un relato muy ilustrativo que revela el perfil de un personaje con clarísimas tendencias psicopáticas.
¿Quién había creado el sistema del anillo?
Según el profesor Alomar, prácticamente al mismo tiempo que el "Jefe" Fernández Castañón imponía el sistema del anillo en las Islas; el gobierno del primer ministro francés, el monárquico Nicolas de Soult, ordenaba su aplicación en Bretaña (1833). Y el ejecutivo del primer ministro británico, el conservador Robert Peel, hacía lo mismo en Gales (1843), aunque los gobiernos de Londres lo practicaban en el dominio de Irlanda desde principios del siglo XIX. El sistema del anillo, del "Jefe" Fernández Castañón no sería más que la castiza versión española de una violenta práctica que, únicamente, perseguía un propósito ideológico: completar la asimilación de la "España Incoporada". El mapa político de España de 1850, cartografía por orden del gobierno liberal del general Narváez es muy ilustrativo. Todas las otras causas solo eran pretextos.