Andorra la Vella, 9 de julio de 1934. El Consell General de les Valls d'Andorra —máximo órgano de representación política del país— nombraba a Boris Skósyrev rey de Andorra, que reinaría como Boris I de Andorra. El Consell General de les Valls aprobó el nombramiento por 23 votos a favor y 1 en contra; y promulgó una nueva Constitución que enviaba a los copríncipes episcopal y francés a la papelera de la historia. Una carta magna que garantizaba la libertad política, religiosa y de imprenta. Una auténtica revolución en un país económicamente de los más pobres de Europa; socialmente dominado por sus oligarquías terratenientes y políticamente anclado en el pasado medieval.

Imagen de Escaldes (circa 1930) / Fuente: Blog Andorra Antiga

Por su parte Skósyrev se comprometía a atraer un flujo de inversiones que tenían que rescatar a Andorra de la cola del ranking económico europeo. Dos semanas más tarde, Just Guitart, obispo de Urgell y copríncipe de Andorra, lo acusaría de usurpación y ordenaría su detención. Un pelotón de la Guardia Civil penetró en territorio andorrano (sin encomendarse ni a Dios ni al demonio) y lo detuvo y lo trasladó a Barcelona, donde el juez español Bellón le aplicaría la "Ley de Vagos y Maleantes". Skósyrev sería encarcelado en Madrid y, posteriormente, expulsado de territorio español. Nunca más volvería a Andorra, pero su proyecto sería la semilla del desarrollo económico del Principado.

¿Quién era Boris Skósurev?

Boris Skósyrev había nacido en Vilna (actualmente Lituania, pero entonces una posesión del Imperio ruso), el año 1896. Era hijo de una familia de la baja nobleza rusa que formaba parte del aparato colonial de los zares rusos. Pero la inmensa fortuna que poseía cuando se fijó en Andorra (hacia 1931), la había fabricado como espía británico y neerlandés, y como hombre de turbios negocios. En alguna ocasión se le había acusado de narcotraficante. No obstante, sus sórdidas actividades no le habían representando ningún impedimento —más bien al contrario— para relacionarse con reliquias de la aristocracia francesa y con multimillonarios europeos y norteamericanos con un pasado tan oscuro como el suyo.

Skósyrev se presentó en Andorra como conde de Orange (título usurpado a la casa real neerlandesa), en compañía de una excéntrica multimillonaria norteamericana llamada Florence Mazmon, y con un sonado —y, en ocasiones, grotesco— pasado mujeriego. Entre sus "víctimas" se contaban su esposa —la multimillonaria francesa Marie Louise Parat— y una adolescente de la aristocracia británica que habría enloquecido a causa de la experiencia. La prensa de la época (La Nación, de Buenos Aires, o el Ahora, de Madrid) explican que en torno a su figura, había fabricado una bola de lujo que era la telaraña que atrapaba a sus víctimas: mujeres, hombres de negocios, y políticos.

Primer cuerpo de policía de Andorra (1931) / Fuente: Blog Andorra Antiga

¿Cómo convenció Skósyrev a los andorranos?

Skósyrev conocía bastante el conflicto que enfrentaba las oligarquías andorranas y las extranjeras (principalmente españolas) que actuaban como un caballo de Troya de los oscuros planes anexionistas españoles: la siniestra relación entre los inversores españoles y los gobiernos de Madrid con la ilustra FHASA (Fuerzas Hidroeléctricas de Andorra, S.A.) propiedad de Miguel Mateu Pla, conocido popularmente —y despectivamente— como "Mateu dels ferros" (Mateu de los hierros), un reaccionario furibundo que, después de la ocupación franquista de Barcelona (1939), sería nombrado alcalde de la capital catalana. En aquella operación, la independencia económica que tenía que garantizar la política, sería el as que jugaría Skósyrev.

Imagen de Andorra la Vella y de la sede de FHASA (circa 1930) / Fuente: Blog Andorra Antiga

El Principado de Andorra, entonces un país de 5.000 habitantes, era el último pequeño estado europeo que no había iniciado el camino que ya pisaban fuerte Liechtenstein, Luxemburgo o Mónaco, los nuevos paraísos fiscales europeos. Skósyrev se fijó en Andorra, pero en su plan, su persona no jugaba un papel altruista, sino que todo tenía que ser producto de una negociación y consecuencia de un pacto: el Consell General de les Valls lo proclamaba rey (su sueño húmedo), y él activaba todos sus contactos para convertir Andorra en un país de bancos y de inversores financieros. Finalmente, y después de un primer intento fracasado, conseguiría convencer a Pere Font, síndico general, y de rebote al resto de consejeros.

¿Cómo veía Skósyrev a los andorranos?

Una de cosas que más sorprenden es el carácter liberal de la nueva Constitución borisiana. Resulta fácil deducir que para aquellas rancias oligarquías locales, la libertad política, religiosa y de prensa debieron ser vistas como una amenaza. Entonces, la cuestión que se plantea sería: ¿Boris pretendía imponer un régimen inspirado, por ejemplo, en la monarquía británica? Y si era así, ¿con qué propósito? Porque su figura y su historia personal lo aproximaban más al perfil de un rey absolutista, incluso a la de un caudillo fascista, que a la de un monarca constitucional. Él mismo había proclamado que su programa se resumía con la frase "protección al necesitado y deporte para todo el mundo".

Esta frase delata que Borís no quería fiar su jugada a una carta, sino que su estrategia pasaba por convertir su proclamación en una revolución nacional: buscaba el apoyo masivo de las clases populares. Pero, sin embargo, la pregunta queda sin respuesta. Su efímero reinado no hace posible catalogar políticamente el proyecto Boris. Nunca sabremos si Skósyrev quería emular a Luis XIV de Francia, la máxima expresión del absolutismo ilustrado, o, en cambio, se sentía más atraído por el modelo de estado fascista de Mussolini, que gobernaba Italia con el consentimiento de Víctor Manuel III, o de Primo de Rivera, que había gobernado España con la complicidad de Alfonso XIII.

Imagen de Ordino (circa 1940) / Fuente: Blog Andorra Antiga

¿Qué herencia dejó Skósyrev en Andorra?

Algunas fuentes afirman que Skósyrev fue el introductor del cultivo de tabaco en Andorra. Este extremo no ha sido confirmado. Pero, en cambio, la historia revela que de aquella experiencia efímera quedó alguna cosa. Principalmente el convencimiento de que la independencia política no era posible sin la independencia económica. Poco después de Boris, Franco y Hitler la habían amenazado repetidamente, y concluida la II Guerra Mundial (1945) continuaba hundida en la cola del ranking económico europeo. Es a partir de la década de los 50 del siglo XX que iniciaría un despegue —y no tan sólo financiero— que la conduciría hasta el paisaje actual. ¿Boris I, un visionario o un esperpento? ¿O las dos cosas?

Imagen principal: Retrato de Boris Skósyrev / Fuente: Blog Andorra Antiga