Ya lo dice Politico.eu en su portada: “Toda la política es local”. Los votantes acudirán a las urnas en clave interna sin pensar en Ursula von der Leyen, en los pactos comunitarios o en el reparto de futuras carteras. La histórica gran coalición europea de conservadores, socialistas y liberales se tambalea y amenaza la ultraderecha con ser segunda fuerza. Aproximadamente un 60% de la legislación aprobada en las Cortes viene condicionada por Bruselas. Da igual. El Pacto Verde, el estrés del Pacto Migratorio, la tensión geopolítica y los verdaderos asuntos que se votan el 9 de junio serán ruido de fondo hasta el domingo. No somos los únicos, los 170 millones de europeos de los 27 países comunitarios, de Alemania a Francia, pasan también por su propio referéndum a primeros ministros sin importar lo suficiente qué hay en juego. En cada país, la lectura se hará en esos términos y serán un termómetro de medición de las marcas ultras en cada estado miembro. Solo si tiene el impacto del Brexit —con una ultraderecha condicionando de manera determinante el futuro de la UE— se reaccionará al shock de los resultados.
De aquí al 9-J la campaña se hará cada vez más angosta hasta ser una reedición del 23-J, si es que ya no lo es. En el primer debate de los candidatos de El País y la SER, la cabeza de lista del PP Dolors Montserrat arremetía con el “Sánchez es Puigdemont”, “pacta leyes con delincuentes” o “¿Se imaginan al canciller alemán entregando la gobernabilidad a un prófugo?". Y casi a la misma hora, Alberto Núñez Feijóo abría la puerta a una moción de censura en su entrevista con Susanna Griso en Espejo Público. Ya lo dijo en diciembre, pero ha ido más lejos vinculando la moción al resultado electoral, a una “mayoría social” convertida en “mayoría electoral”. No hacía falta que nombrara a Junts, otro elefante en la habitación del PP, porque no hay otra suma para esa moción. La falta de transparencia de sus conversaciones con los de Puigdemont y el doble lenguaje de Feijóo le amplía el campo por un sitio mientras se lo queman los suyos por el otro.
Da igual la cita electoral, los puntos calientes siempre pasan por Vox y Junts; el partido por culpa del cual el PP no crece y el otro por el que no gobierna
Parte del PP ha entendido que ese avispero no tocaba en elecciones. Pero no hay manual ni decodificador de Junts en Madrid. Así que no hay manera de saber en qué punto está esa posibilidad de moción ni cómo reconduciría Feijóo la maquinaria de Génova y la tracción de la derecha madrileña sin quedarse atrapado en los insultos acumulados contra el PSOE. Los populares intentan el requiebro asegurando que sería una moción para un adelanto electoral y, por tanto, sin pacto con Junts. Pero está reciente la hemeroteca del 2018 y no hay moción sin negociación. El PSOE y Podemos fueron tirando uno a uno de cada partido —negociando, acordando— hasta sumar los votos. Esta semana hace un año de ese aniversario, el mismo día elegido por Feijóo para soltar el titular de la semana.
Para el adelanto electoral solo hay dos botones rojos. La convocatoria de Pedro Sánchez o la moción con Junts, deslizada por Puigdemont en Politico.eu desde el pasado verano. Para el PP “no se dan las condiciones”. Pero no sabemos cuáles serían y a cuánta distancia del PSOE debería quedar el 9-J para acelerar ese viaje sin retorno o reconducir la estrategia nacional de Feijóo hacia un terreno menos excéntrico, el que va de las manifestaciones antiamnistía al coqueteo en la sombra.
El 9-J es el espejo de los asuntos no resueltos de la legislatura. Los rescoldos del procés que se disolverán cuando el PP asuma la realidad catalana, sus contradicciones y haga una enmienda propia a su agenda antiindependentista y nacionalista. Da igual la cita electoral, los puntos calientes siempre pasan por Vox y Junts. El partido por culpa del cual el PP no crece y el otro por el que no gobierna.
Todos los caminos pasan por los mismos enclaves. Y nadie hablará de Ursula von der Leyen en los próximos días. Fiel reflejo también de la realidad nacional. El estrés parlamentario está en todas partes y en todas las mesas. El 17 de agosto de 2023 Junts fue determinante para asegurar las opciones de gobierno del PSOE, este 10 de junio se despejará la incógnita catalana hacia la repetición electoral o la gobernabilidad de Salvador Illa y en las europeas ocurrirá lo mismo. Von der Leyen necesitará una mayoría cualificada de 361 de los 720 votos de la mesa del Consejo Europeo en votación secreta. El PP acusó en su día al PSOE de mercadear con los votos para hacer presidenta a Francina Armengol. Son acuerdos, pura política, y un segundo mandato de Von der Leyen será eso, la habilidad en el reparto entre socialistas, liberales y verdes. Entre Polonia, Hungría e Italia, en negociaciones que no serán necesariamente públicas y en las que irá llenando sigilosamente su bolsa de votos. Como el título de la oscarizada película Everything everywhere all at once. Todo resultado es posible, a la vez y en todas partes. Puede conseguirlo o puede saltar por los aires.
Mientras todo eso ocurra, el pre y el post 9-J está abocado a una sola lectura: en los puntos que separen al PP del PSOE leeremos Europa. Y nadie se acordará de Ursula von der Leyen hasta hablar de lo propio.