“La estabilidad de un sistema político depende en gran medida de lo que se denomina la fidelidad de la policía”
Diego López Garrido
Salen a hacerle palanca al Gobierno. Son policías y guardias civiles y van a escenificar hoy en las puertas de comisarías y delegaciones del Gobierno y el sábado en una macromarcha en Madrid que mayoritariamente son de derecha o de ultraderecha y que apenas quedan sindicatos que no estén firmemente anclados con los principios más conservadores. Lo de la protesta por la reforma de la ley mordaza es un Macguffin, una excusa argumental, basada en argumentos fakes y en consignas trampa.
No son sólo los jueces, son también las policías. La pinza aterra. El resultado es el relato de una dejación evidente por parte de las fuerzas de progreso y de una tenaz gota china primero del PP ―a través de las academias, como también se ha hecho a través de la Escuela Judicial― para ir homogeneizando la tendencia ideológica. Luego se incorporó Vox, que se ha llevado el gordo en la rifa. El movimiento sindical policial no tiene nada que ver ahora mismo con el que dejaron los años noventa y el panorama actual cada vez está más lejano del que muchos ciudadanos desearían contemplar y, sobre todo, se distancia de los parámetros democráticos y de derechos humanos que deben regirlo. No es un fenómeno exclusivamente español, en Alemania han tenido que realizar purgas en las policías, aunque la diferencia es que allí han llegado a expulsar policías y a cerrar unidades militares por mostrar símbolos nazis en chats y grupos y aquí… aquí en las últimas elecciones sindicales arrasó un sindicato próximo a Vox con 8 de 14 asientos, el mismo que convocó inicialmente la manifestación del sábado en Madrid. Los otros sindicatos, próximos al PP muchos de ellos, se molestaron y convocaron las concentraciones de mañana, pero, al final, se han juntado todos para que Abascal, Ayuso, Olona y Casado, entre otros, se acerquen a hacerse la foto con ellos y contra el Gobierno. Sólo los Mossos y la Ertzaintza están al margen de esta exhibición y eso también dice muchas cosas.
Las premisas de salida son falsas. Dicen los polis conservadores que con la tímida reforma de la ley mordaza vamos a vivir un caos. Gritan “No a la España insegura”, como si fuera un lema de una empresa de alarmas, y olvidan que antes del rodillo del Rajoy en 2015, sin esas restricciones se vivía tranquilamente, y centenares de miles de policías y guardias civiles trabajaron durante décadas bajo el paraguas de la anterior ley de seguridad ciudadana.
El movimiento sindical policial no tiene nada que ver ahora mismo con el que dejaron los años noventa y el panorama actual cada vez está más lejano del que muchos ciudadanos desearían contemplar y, sobre todo, se distancia de los parámetros democráticos y de derechos humanos que deben regirlo
Dicen que la reforma de la ya consagrada como ley mordaza ―¡por Dios, por qué hay periodistas que la llaman así y luego la defienden!― es un producto de los “antisistema” y ponen el grito en el cielo porque se reforme la infracción de uso de cámaras que impuso el PP sin darse cuenta de que están llamando antisistema al propio Tribunal Constitucional, ¡manda narices! En efecto, la reforma aprobada por el gobierno de coalición se limita a introducir en la ley las exigencias de la sentencia 172/2020 sobre este asunto. En ella, el Constitucional dejaba claro que ni existe ni existió nunca en la ley de seguridad ciudadana una infracción por la mera grabación de imágenes de policías como pretenden. La segunda reforma elimina el requisito de autorización previa para difundir las imágenes, porque, como dice esa sentencia, eso es inconstitucional, al constituir una especie de censura previa administrativa. Estos locos antisistema del TC también decían que el peligro para los policías de la difusión de sus imágenes sólo es constitucional si se refiere a peligros concretos y por eso se ha cambiado en la reforma la prohibición de la difusión “cuando pueda poner en peligro” por “cuando genere un peligro cierto”. Exige además el TC que el acta de denuncia por uno de estos hechos detalle con exactitud la situación de peligro real. ¡Hay que ver estos peligrosos magistrados, las cosas que dicen! Las mismas que llevaban denunciando tiempo las asociaciones de periodistas, Amnistía Internacional y todo el que tenía un mínimo sentido de las libertades democráticas. Basándose en inexactitudes como esa se movilizan los uniformados contra el Congreso y contra el Gobierno.
Aquí lo grave es que la mayor parte de los que concentran el poder coercitivo del Estado están enclavados dentro de un ámbito ideológico concreto. Las fuerzas progresistas no han sido capaces de cultivar las vocaciones y la formación de policías, como de hecho sí logró hacer Felipe González. Cuentan algunos de los pocos pasmas que se llaman progresistas que a Marlaska o le hacen la cama o bien, dado que él ha sido más bien próximo al PP toda la vida, les está clavando un caballo de Troya en toda la línea de flotación. No hay duda de que nunca fue la persona adecuada para hacer frente a un problema tan capital como es el de que las policías no arrojen una fotografía que sea al menos tan plural como la de la propia sociedad a la que sirven. Consideran estas fuentes que la prohibición de que los sindicatos de clase entraran en los CFSE, cosa que no sucede en los Mossos o la Ertzaintza, ha propiciado que la realidad sindical de ambos cuerpos sea completamente diferente. Eso u otra cosa, lo cierto es que mayoritariamente ambos quedan fuera de las convocatorias de la derecha policial.
No es banal preguntarse si trae más cuenta ocuparse y preocuparse y pelearse por condenar ahora los abusos de las policías franquistas o centrarse en la importante tarea de tener ahora y en el futuro una policía y una guardia civil moderna, democrática, centrada en los derechos humanos y emanada de la totalidad de la sociedad a la que sirve y no sólo de una parte de ella. Tirar la toalla en esta pelea, como en la de la judicatura o la fiscalía o el resto de las altas carreras de la Administración, es hacer rogativas para que la deriva ultra sea cada vez mayor y el riesgo de que amplios sectores de la ciudadanía sientan más a las policías como un peligro que como una ayuda.
Lo cierto es que irán a manifestarse contra el Gobierno el sábado y lo harán viajando gratis, sólo con enseñar la placa, en el metro y los autobuses de Madrid, un derecho que les acaba de conceder Ayuso. Podrán hacerlo después de haber hecho deporte o bañarse gratis en cualquier instalación municipal de Madrid, por gentileza de Martínez-Almeida. En caso de tener que dejar a los niños a comer en la guarde, sólo pagarán tres euros por su comida, gentileza de nuevo de Ayuso. Todo con enseñar la placa, como antaño. Acabarán entrando en los conciertos y en los toros y el fútbol por la fila, como con Franco. ¿Que cómo los van captando?
El Gobierno progresista parece olvidar que el "¡a por ellos, oé!" también les está destinado. A ver si espabilan.