"Son tantos los desafíos de gente principal a esta parte, que el Conde Duque ha hecho un papel para ver de extirparlos", Cartas de Jesuitas, XIV
Todo apunta a un duelo jurídico a varias bandas que se producirá en los próximos días en ese tribunal asentado en Luxemburgo en dos torres planas y paralelas que dan sensación de poder cerrarse como un libro y atrapar al que se atreva a interponerse entre ellas. Sabíamos ya que el caso del eurodiputado Puigdemont estaba a punto de caer en la agenda del TJUE, será esta misma semana, pero bien creo que se están midiendo los tiempos para asegurar un mejor resultado, y ahora sabemos que el propio Tribunal Supremo no descarta la idea de acudir también a instancias del abogado de Junqueras. Parece que esta vez no van a tirar a la papelera las cuestiones planteadas por Van den Eynde y que explorarán la vía de la cuestión prejudicial. Siguen siendo, como siempre hasta ahora, dos vías distintas pero de las cuales alguna de las partes que sostiene el duelo puede salir muy maltrecha según sean los resultados del embate.
La novedad es que el tribunal enjuiciador ha considerado que más vale dar traslado a las partes de la petición realizada por Junqueras para plantear una cuestión prejudicial “atendiendo a la posible incidencia del derecho de la Unión Europea”, dice textualmente el tribunal, y en concreto el artículo 9 del tratado que versa sobre privilegios e inmunidades. Así que, como poco, el Tribunal Supremo ha considerado que no debe abortar el trámite ad initio y si así lo ha considerado, por algo será. Cierto es que hay quienes piensan allí mismo que no estaría de más preguntar porque el TJUE les daría la razón y así cerrarían el episodio de una forma neta. Así que parece sensato pensar que sí, que van a presentar la cuestión prejudicial, y resulta interesante ver quiénes se oponen en rotundo siquiera a consultar sobre la legalidad de lo que se está haciendo en Luxemburgo. La Abogacía del Estado va a oponerse a que se realice tal consulta y lógicamente la Fiscalía no cambia de opinión. Esto quiere decir que aún en el supuesto de que el tribunal enjuiciador decidiera tirar para adelante, la cuestión prejudicial de Junqueras no llegaría a Luxemburgo antes del lunes.
Resulta incomprensible que un organismo de la administración electoral, sin ninguna intervención judicial, pueda dejar sin efecto lo sustanciado en las urnas
No serán los más madrugadores en este duelo. Cuando la cuestión prejudicial arribe a Luxemburgo, los magistrados del TJUE ya estarán ocupados con la situación de Puigdemont que correrá mucha más prisa. A fin de cuentas puede que el Tribunal Supremo haya pensado en que preguntando gana tiempo para que haya ya sentencia firme condenando a Junqueras antes de que se pronuncien. Las espadas están en alto y ya solo quedan siete días para que las puertas del Parlamento Europeo se abran y sepamos si Puigdemont y Comin están sentados en el hemiciclo o no. En España nadie piensa que esto sea posible, sus abogados están seguros de que allí estarán. Pase lo que pase, tanta seguridad dejará a algún duelista maltrecho y, en el caso de que sea el sistema español, el golpe no va a ser pequeño.
La confianza en la imposibilidad de que los expatriados acaben ocupando el escaño que ganaron en las urnas debe basarse en la comunicación que la Junta Electoral Central ha realizado oficialmente al presidente del Parlamento Europeo. Una notificación firmada por el vicepresidente de este organismo administrativo, se ignora por qué no lo hizo el presidente, en la que la JEC se arroga la potestad de decidir quién es europarlamentario y quién no y en el que no sabemos si cometen errores importantes o, simplemente, quieren engañar al Europarlamento. En la comunicación oficial se incluye un punto segundo en el que se afirma que “se declaran vacantes sus escaños y suspendidas las prerrogativas que les pudieran corresponder (...) hasta que se produzca el acatamiento”. Pero es que en su punto tercero dicen que comunican al presidente del Parlamento Europeo que Puigdemont, Junqueras y Comín “no han adquirido la condición de diputados del Parlamento Europeo ni, por tanto, no han adquirido ninguna de las prerrogativas que les pudieran corresponder”. Y como no es lo mismo que unas prerrogativas estén suspendidas que que no se hayan adquirido, es esta comunicación otro punto oscuro de los que se habrán de resolver... en Luxemburgo.
En todo caso, más allá del derecho, resulta incomprensible que un organismo de la administración electoral, sin ninguna intervención judicial, pueda dejar sin efecto lo sustanciado en las urnas. Tal circunstancia extrapolada a estados iliberales en los que las garantías están en tan serio riesgo que preocupan a la Unión Europea, dejaría las manos libres al establecimiento de condiciones y organismos que pudieran “purgar” el resultado de unas elecciones libres. Por otra parte, ya hemos asistido al espectáculo de que osaran sacar de una lista electoral a los mismos candidatos y de que fueran desautorizados por el Poder Judicial. Ahora el duelo se juega aún en instancias más alejadas del furor patrio. Sería muy grave que un órgano que ni siquiera es judicial pueda tomar la decisión de cambiar la composición del Parlamento Europeo y hasta el juego de mayorías.
El duelo está servido y será internacional. Tal y como... no querían.