“El CGPJ se crea para dos funciones que no puede tener el Gobierno: el nombramiento de cargos y la disciplina, porque al juez se le controla por el palo y la zanahoria”
Carlos Lesmes
Les propongo un juego tonto, por sencillo, consistente en leer unas cuantas frases e intentar adivinar quién puede ser y de qué ideología la persona que las ha proferido. Prueben, es muy fácil:
―“La ley de memoria histórica pretende convertir en ganadores de la guerra a quienes, en definitiva, perdieron la contienda.”
―“El Gobierno prorrogó unilateralmente el estado de alarma sin mayor requisito que una mayoría del Congreso que ratificó un decreto del Consejo de Ministros.”
―“La violencia intrafamiliar, como cualquier otra; que nos centramos en esa y nos olvidamos del resto, como la de Catalunya, porque los catalanes están sometidos a una violencia terrible.”
―“Las elecciones en Catalunya han tenido una participación tan baja que no legitima el resultado.”
―“La democracia se pone en solfa desde que el Partido Comunista forma parte del Gobierno.”
Es sólo una muestra. Y su respuesta es… de la ultraderecha. No ha dudado ni uno.
Con el nombre han fallado, seguro.
Las frases son de José Luis Concepción, presidente del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León, y las ha pronunciado públicamente en entrevistas e intervenciones. La última de ellas llevó a una vocal del CGPJ, Concepción Sáenz, y al Foro de Abogados de Izquierdas y Red de Abogados Demócratas a exigir que se le aplicara el régimen disciplinario que impide a los jueces dirigir “manifestaciones de censura o aprobación” a otros poderes públicos y romper la apariencia de imparcialidad del Poder Judicial.
Le pedían a Lesmes que usara el palo aquel con el que tantas veces usó la zanahoria: hasta tres veces ha sido nombrado presidente del TSJCL y ahora mismo seguirá en funciones sine die, ya que su mandato ha terminado pero no pueden realizarse nuevos nombramientos. Obviamente, no ha habido palo alguno y, a pesar de haberle escrito un par de cartas para que se cortara un pelo, han usado argumentos peregrinos para no meterle mano.
Nos dicen los del Consejo que lo archivan porque se trata de una “opinión personal” ―del que representa a todos los jueces del territorio castellano― que no expresó en realidad ninguna censura al entonces vicepresidente Iglesias, sino que “expresó en los términos más rudos el juicio que le merecía una de sus declaraciones”. Tampoco, tienen la cara de decirnos, lo hizo invocando su condición de juez, ¡qué va!, porque “no es determinante que en el encabezamiento y en la entradilla de la entrevista figurara su condición de juez y una breve reseña de sus últimos destinos profesionales”, eso servía sólo para introducirlo y él no “invocó” su condición. Evidentemente lo entrevistaban porque es un señor muy simpático que deambula por Burgos. O bien nos hacen tragar con que decir que “la democracia se pone en solfa desde que el PC forma parte del gobierno” es algo que sucede por culpa de que el periodista “generó un contexto con su pregunta” en una entrevista “no sujeta a formalidad ni con un contenido preestablecido por el magistrado”, ¡que ya está bien de que no sea el señor magistrado el que marque las preguntas, hombre!
En esta guerra eficaz y soterrada, los fiscales conservadores también continúan con su lucha, puesto a puesto e impugnación tras impugnación, al considerar que todo nombramiento de los de su cuerda es digno, pero todo nombramiento de una fiscal general progresista es inválido por naturaleza
Es esta una muestra más de cómo un sector ideológico ha tomado las estructuras del Poder Judicial y es capaz de exculpar cualquier cosa dicha en nombre de sus intereses políticos, mientras que al magistrado Santiago Vidal, y así lo alegaban los denunciantes, se le sancionó y se le pretendía expulsar de la carrera judicial porque, “en su condición de magistrado, ha llevado a cabo una actuación continuada, reiterada y unidireccional que acredita la pérdida objetiva de su neutralidad política, esencial y exigible a todo juez o magistrado en activo”. Si la ideología es la suya, la buena, la aceptable, no pasa nada, pero si es la del enemigo, toma palo y tentetieso.
A Concepción lo han dejado tranquilo en su puesto y, como mucho, Lesmes le habrá mandado rezar unos padrenuestros. No le costará, habida cuenta de que sus hijos frecuentan los clubs del Opus Dei de su lugar de residencia. A Concepción, que como los sectores más ultras de la derecha ignora y quiere ignorar que en este país el Partido Comunista no sólo protagonizó el proceso constituyente (Solé Tura) y la Transición sino que ha gobernado en múltiples ocasiones ―Antoni Gutiérrez, conseller del Govern; Ramón Luque, director de Medio Natural de la Generalitat; Diego Valderas, vicepresidente de la Junta de Andalucía; ha tenido alcaldes, Anguita, Trigo, Ocañas en Córdoba o Tamames y Valiente, tenientes de alcalde en Madrid, por poner ejemplos― no le pasará nunca nada. A Concepción, que ignora la soberanía popular y le parece insuficiente que los estados de alarma se tomen por mayoría en el Congreso, como manda la ley, no le perseguirán; a Concepción le protegerán y ya le buscarán otro acomodo. Lesmes se dedica a proteger a los que toca y a intentar llevar al Constitucional, como un pulso a la soberanía popular, la norma que le impedirá seguir con los nombramientos. Todo en orden.
En esta guerra eficaz y soterrada, los fiscales conservadores también continúan con su lucha, puesto a puesto e impugnación tras impugnación, al considerar que todo nombramiento de los de su cuerda es digno, pero todo nombramiento de una fiscal general progresista es inválido por naturaleza. Así es como ha llegado la renuncia del fiscal Zaragoza a su flamante puesto de coordinador antidroga para el Campo de Gibraltar, algo que él no había pedido. Han sido los fiscales conservadores, los mismos que le aplaudían su dureza en el caso del procés, los que amenazaron con impugnar su designación en el Supremo para perjudicar a Dolores Delgado. No hay cuartel, ya les digo.
Nos muestran el “¡Lárguese, no le queremos aquí y los españoles tampoco!" de la candidata de la ultraderecha en un estudio de radio, pero nos privan de observar cómo sus peones van socavando defensas más potentes, cómo van abriendo las zanjas en las que arrojar a todos aquellos que llevan las mismas puñetas pero que piensan distinto. ¡Lárguense!, de los gobiernos y de los puestos que nos corresponden a las buenas gentes de derechas y de nuestro sistema judicial y de esta democracia.
¡Lárguense! Los comunistas y los independentistas y los soberanistas y los sanchistas y los centristas y los socialdemócratas y los de la otra izquierda y todos aquellos que nos molestan para nuestra omnímoda toma de poder.
La batalla continúa y van ganando.