Si ustedes acostumbran a ver TVE, a estas alturas ya se habrán enterado que el congreso nacional del PP fue la “fiesta de una gran familia” en la que se sucedieron imágenes de alegría y alboroto. Sabrán también que el tiempo desapacible que hizo el pasado fin de semana en Madrid contrastó con el jolgorio que se vivió en las filas populares. Hay que tener mucho arrojo para dar paso a una conexión en directo desde la Caja Mágica con semejantes palabras, y mucha obediencia ciega para responder con una pieza que destacaba la “ausencia de corbatas” y el “ambiente amable y distendido” que se respiraba en el cónclave de los populares.
En el país de Nunca Jamás de J.M. Barrie, como en el PP que describe la televisión pública, sus habitantes sólo se divertían, nadie alcanzaba la edad adulta y jamás se asumía responsabilidad alguna. España lleva camino de convertirse en un universo feliz como el de aquella lejana y exótica isla descrita en la novela del creador de Peter Pan. Nunca nadie es responsable de nada, y la afirmación no sólo compete a los responsables de la televisión pública.
Ayer mismo preguntaba Gabriel Rufián, portavoz del grupo parlamentario de ERC en el Congreso al director del gabinete de la Presidencia del Gobierno, Jorge Moragas, quién pagó la fiesta de la operación puesta en marcha desde el Ministerio del Interior para combatir -presuntamente al margen de la ley- el proceso soberanista. La pregunta era retórica y la respuesta, obvia: la fiesta la pagamos todos.
La fiesta de la operación del Ministerio del Interior para combatir -presuntamente al margen de la ley- el proceso soberanista la pagamos todos
Como abonamos todos los desmanes de las cajas de ahorros, la fraudulenta salida a bolsa de Bankia, las mordidas de la Gürtel, los excesos de la Púnica, la obras pagadas con dinero negro de la calle Génova y la financiación ilegal del PP que investigan los tribunales.
Han pasado en algunos casos más de ocho años de aquellas “cosas del pasado” que dirían Rajoy y los suyos, y seguimos huérfanos de respuestas y responsabilidades políticas. Empresarios que admiten el pago de mordidas al partido gobernante a cambio de adjudicaciones públicas, un ex gobernador y tres supervisores del Banco de España imputados por el caso Bankia; un ex presidente de la CNMV que, junto a otros directivos del supervisor, tendrá que declarar ante la Audiencia Nacional por presunto fraude; un partido, el que nos gobierna, que se niega a responder ante los tribunales que investigan la Gürtel sobre los hechos de los que le acusa el Ministerio Fiscal… y un Parlamento que cinco años después discute sobre si debe investigar sobre lo que precedió al rescate de una de las principales entidades financieras, una fiesta que costó 22.000 millones de euros que pagamos todos a escote.
Si fuera verdad que vivimos tiempos de regeneración y mayores exigencias democráticas, alguien debería haber pedido hace mucho tiempo la cabeza de alguien.. y no sólo en la televisión pública. Lo de menos es el cachondeo general en las redes sociales por las palabras del presentador de tan esperpétinco informativo, sino la falta de independencia y profesionalidad de una cadena que el PP puso al servicio de sus intereses partidistas.
Pero, recuerden, el tiempo desapacible de este invierno contrasta con la alegría que se vive en el familia de los populares y esto es el país de Nunca Jamás.