Las suelta sin manías, el conseller de Interior Joan Ignasi Elena. Natius para los amigos. Sin manías y sin complejos. Sobre todo cuando intuye que alguien se quiere pasar de listo. Por eso, cuando David Cid (Comunes) se apropiaba de la iniciativa de prohibir las balas de foam más peligrosas de la Brimo de los Mossos, Natius se la soltó sin ambages. Con su socarronería característica, el conseller respondía "Seguimos. A ver (David) si retiráis las balas de goma. Hace 4 años que estáis en el gobierno del Estado y todavía las mantenéis". El diputado de los Comunes se había querido atribuir el mérito de la decisión que, previamente —y generosamente—, había socializado Natius, saludando la buena nueva: "Los Mossos dejarán de utilizar el foam de largo alcance, el más lesivo. Damos cumplimiento de este modo a un mandato del Parlament de Catalunya". Lejos de corresponder a la magnificencia del conseller de Interior, Cid había querido patrimonializar la decisión con un tuit oportunista y pomposo: "Gracias, conseller, por cumplir las demandas d'En Comú Podem". Tuit pomposo, pretencioso y tramposo. Sobre todo tramposo. Porque pretender que aquello que hace el conseller de Interior de un gobierno monocolor lo hace porque lo ha forzado el quinto grupo de la cámara catalana es de una candidez exasperante. Exasperante porque, ciertamente, como apuntaba el conseller, Comuns participa del Ejecutivo con más poder de todos. El español. Y allí este tipo de iniciativas ni están, ni se las espera.
Corresponder a la gentileza del conseller Elena, cuando hablaba textualmente "de un mandato del Parlament", con una respuesta tan egoísta y mezquina, reclamaba una sonora colleja. Allí donde hace daño. Poniendo en evidencia las contradicciones. Una más de este espacio político que es el principal responsable de haber impedido, en 2019, el primer gobierno soberanista y de izquierdas en la capital de Catalunya, dinamitando así la bondad de personajes como Joan Tardà, que ha predicado sin desfallecer un entendimiento entre los dos espacios (republicanos y Comuns) para enviar al banquillo a los dos grandes espacios históricamente hegemónicos en el país. Por no hablar de la jugada maestra a la alcaldía de Barcelona que se ha repetido en el 2023. Esta vez con el PP, en una coyuntura tan polarizada. Hay que tenerlos cuadrados. En Madrid invocas a los Feijóo y compañía con un vade retro Satanás, mientras en Barcelona te aferras a los votos de la misma derecha sin ningún escrúpulo. Con tanta cabriola es difícil pretender dar lecciones a nadie. Pero uno, cuando no tiene medida habla, cuando debería callar.
Trapero estaba acostumbrado a mandar, quería mandar y pretendía mandar por encima de toda autoridad política
Natius tiene un poder y lo ejerce. Manda. Así ha sido desde el primer día, cuando le cantaban los responsos prediciendo que duraría cuatro días. Natius manda, aunque les pese a muchos. Y manda y toma decisiones, aunque le cause disgustos, polémicas o campañas difamatorias. Como la que le supuso relevar el mayor Trapero. Mandar en Interior con Trapero al mando habría sido un calvario. Porque Trapero estaba acostumbrado a mandar, quería mandar y pretendía mandar por encima de toda autoridad política. Natius, para bien o para mal, decidió dar cumplimiento a aquello en lo que creía. Desde feminizar la estructura de mando a implementar cambios de funcionamiento, pasando por cortar de cuajo un sistema de acusaciones contra manifestantes que acarreaba peticiones de prisión infamantes. O intervenir expeditivamente delante de cualquier abuso de autoridad. Se puede estar a favor o en contra. Pero no se puede, en absoluto, decir que no haga su trabajo, ni que se deje intimidar, por mucho que se llegara a decir de él que era "el peor conseller de Interior de la historia" Junts dixit.
Quizás es por su pasado socialista que no ejerce el poder como si pisara huevos. Viene de una tradición de partido con la cual rompió. Pero no por el partido en sí, sino porque en su día, Natius hizo del derecho a decidir de los catalanes una cuestión de principios. No es él quien se movió del PSC. Es el PSC quien se movió sumisamente del planteamiento teórico que había defendido previamente. Ni que solo fuera teórico. Solo hay que recordar que era, el desdichado Miquel Iceta quien defendía —con vehemencia— la celebración de un referéndum acordado en Catalunya. Un referéndum de autodeterminación. Para Iceta era 'propio de democracias avanzadas'.
Como es propio de democracias avanzadas, poner freno al corporativismo de cualquier tipo. Promover políticas de igualdad de arriba hacia abajo. Fiscalizar cualquier tipo de abuso. O tener claro que una policía no es menos eficaz, si vela por un uso proporcionado de la fuerza o si destierra medios lesivos.