El coronel de la Guardia Civil Diego Pérez de los Cobos tiene todos los números para acabar convertido en una especie de Napoleón sin ejército, profiriendo palabras gruesas, en nombre de la patria, en su despacho de Barcelona. Nacido en Yecla en 1964, estos días ha visto cómo el mayor Trapero y el conseller de Interior Joaquim Forn se negaban a traspasarle el mando efectivo de los Mossos, tal como exigía la justicia española.
Aunque sobre el papel es el responsable del dispositivo que tiene que evitar la celebración del referéndum, no está nada claro cómo podrá impedirlo. La ocupación de escuelas y la resistencia pasiva que hasta ahora ha llevado a cabo la policía catalana amenazan con convertirlo en una especie de encarnación del general Bum-Bum, aquella canción satírica que dice: "El caballo es de cartón, apartad a las criaturas, el caballo es de cartón, por lo que no se cansa ni tiene miedo."
Pérez de los Cobos es el hermano pequeño del anterior presidente del Tribunal Constitucional. No cuesta imaginarse qué idea de Catalunya le inculcaron sus padres. Su hermano publicó un libro de aforismos en que pinta a la gente del país con los colores de la España más grosera: "El dinero se el bálsamo racionalizador de Cataluña"; "Cuando un catalán está satisfecho lo expresa diciendo: a mí ya me va bien."
Es significativo que un gobierno que da tantas lecciones de democracia como el de Rajoy haya escogido una figura como esta para dirigir la represión policial del referéndum. Siguiendo el ejemplo de su padre, De los Cobos flirteó desde joven con la ultraderecha. El 23 de febrero de 1981 salió de casa vestido con la camisa azul y se ofreció de voluntario para secundar el golpe de Estado de Tejero, en el cuartel de la Guardia Civil de Yecla.
Igual que el padre, que fue candidato de Fuerza Nueva, participó en la campaña del 'no' durante el referéndum para la aprobación de la Constitución española. Así como su hermano escogió la carrera judicial y la defensa del texto constitucional para vehicular su patriotismo, Diego siguió la vocación militar. Los dos parecen un producto de la España patrimonial y de la depuración salvaje que Franco llevó a cabo en las estructuras del Estado para devolverle la pureza nacionalcatólica de raíz castellana.
Durante su época en el País Vasco, De los Cobos fue juzgado por torturas al miembro de ETA Kepa Urra, junto con otros cinco agentes de la Guardia Civil. Finalmente, fue exonerado en un caso que terminó con condenas de prisión para tres de los acusados. Poco después, Alfredo Pérez Rubalcaba lo fichó como asesor del Ministerio del Interior, donde ha servido durante 11 años, desde la época de Zapatero -"Apoyaré la reforma del Estatut que apruebe el Parlamento de Cataluña".
Igual que su hermano juez, el coronel De los Cobos es la prueba de que Franco lo dejó todo bien atado, y de que la CIA se limitó a convencer a los dirigentes franquistas más inteligentes de que para mantener la unidad de España no hacía falta matar a nadie más, que era suficiente con poner la retórica democrática en primer plano, exactamente en el lugar que hasta entonces había ocupado el discurso falangista y castrense de la dictadura.
De los Cobos es director del Gabinete de Coordinación y Estudios de la Secretaría de Estado de Seguridad. Desde la llegada de Fernández Díaz al Ministerio del Interior, se ha encargado de la elaboración de identidades dobles de los servicios secretos y de la policía. También ha influido en la política penitenciaria del gobierno del PP respecto de los presos de ETA. Por ejemplo, se le atribuyó la decisión de excarcelar al secuestrador de Ortega Lara.
A pesar de que es un hombre discutido en los entornos policiales y políticos del PP, hasta ahora ha sido intocable. Según qué pase hoy, sus enemigos lo tendrán más o menos difícil para desplazarlo. A favor tiene los pactos que Podemos trata de forzar con el PDeCAT y ERC para ir a elecciones generales. Y también un país donde Periodistas sin fronteras es capaz de olvidarse de mencionar, en su informe anual, al único periodista del Estado amenazado de muerte -que es Jordi Borràs- y que ningún diario de papel lo denuncie.