No se entiende que el pacto PSC-ERC no concrete si los republicanos entrarán a formar parte del Govern que con su apoyo presidirá Salvador Illa. Y en qué condiciones. Es un dato bastante importante que no se entiende, o sí que se entiende, que no forme parte de la consulta a los militantes.

Sin ir más lejos, el pacto prevé la creación de un nuevo Departament de Política Lingüística. La cuestión inmediata es si el conseller será del PSC. ¿A alguien se le ocurre algún nombre para estar tranquilos? Todo el mundo sabe que, sin cambios legislativos de ámbito estatal, la política lingüística en Catalunya la seguirán determinando los jueces con la ferocidad con la que lo han hecho hasta ahora. Y eso, aunque ahora quiera, tampoco depende del PSC.

Vayamos ahora al concierto económico solidario. Según cómo se mire, es tanto como decir que el concierto vasco es insolidario y, de esta manera, se rechaza como opción. Por lo tanto, lo que pueda ser ya no será lo mismo. Ahora bien, se habla de "impulsar" un cambio estructural, pero el pacto no lo suscribe ni compromete ninguna de las partes que tienen poder de decisión en este asunto. El PSC tiene muchas virtudes y muchas capacidades, pero en este campo no es el interlocutor válido, porque no tiene bastante poder de decisión en esta materia. Recordad que en algún momento el PSC se hizo suya la reivindicación del derecho a decidir, hasta que no tuvo más remedio que desistir primero y movilizarse en contra a continuación. ¿Por qué no se ha exigido al menos el compromiso del Gobierno, del PSOE y de Sumar? A veces, tan sospechoso es lo que se dice como lo que no se dice. Solo un detalle no aclarado. ¿Qué pasará con los inspectores de Hacienda del Estado?

Es comprensible que la cúpula de ERC vea en el pacto la estrategia que más conviene y tenía bastantes argumentos de país y de partido para defenderlo, pero se ha inventado una película increíble que quizás tiene un efecto bumerán. Lo decía Núñez, al socio no se le puede engañar

Tal como se anunció el acuerdo por parte de Esquerra Republicana, si tan convencidos estaban sus patrocinadores de un "acuerdo histórico", ¿por qué derivaron el anuncio a una portavoz y no lo hicieron con la solemnidad propia de los acuerdos históricos los líderes del partido que lo han negociado y lo han conseguido? ¿Y por qué todo el mundo tenía tan mala cara? ¿Y por qué que el PSC no lo celebra a bombo y platillos? ¿A quién tienen miedo?

El acuerdo PSC-ERC es en sí mismo una magnífica y encomiable declaración de intenciones. Era y es obvio que la cúpula de Esquerra Republicana no se ha planteado ninguna otra estrategia que pactar con el PSC y hacer president a Salvador Illa. Y hay que decir que es hasta cierto punto comprensible, porque es la manera de mantener una cuota de poder autonómico y, tácticamente, dejarán Junts per Catalunya en la oposición y quizás sin el liderazgo de Carles Puigdemont que tanto les obsesiona.

¿Votarán los militantes de ERC sin saber si se entra o no se entra en el Govern?

Sin embargo, la cúpula de ERC tenía y tiene bastantes argumentos para justificar una vez más el pacto tripartito. Podían decir: podemos y queremos gobernar, evitar nuevas elecciones, porque el país no puede esperar, hay que ponerse manos a la obra y acordar un plan de gobierno con todo lo que está empantanado en el ámbito de la energía, las infraestructuras, la educación y la sanidad... Dado que con Junts y la CUP no suman mayoría y que ha quedado patente que las tres fuerzas independentistas tampoco son capaces de trabajar juntas, la opción de construir país con las alianzas que hagan falta resulta tan necesario como urgente. Y esto bien explicado habría sido más convincente que esta película de hacer a Illa president por la Catalunya independiente, que, por lo que se ve, se está recibiendo en algunos sectores de la militancia como un insulto a su inteligencia. Y esto, más que el pacto en sí mismo, es lo que puede tener un efecto bumerán en la consulta a las bases, porque, como dijo Núñez, al socio no se le puede engañar. Declararon que el acuerdo se había aprobado casi por unanimidad, pero tuvieron que suplicar a las delegaciones contrarias al acuerdo, Girona, Lleida y Pirineu, entre otras, que no hicieran ruido antes de la consulta del viernes.