Este miércoles, el Gobierno de la Nación ha dado el pistoletazo de salida a la conmemoración, durante todo 2025, de los 50 años de libertad de los que, dicen, disfruta España desde el óbito del dictador. Se anuncian ya actos programados con eslóganes o proclamas como "La conquista de la democracia", "La conquista —sí, de nuevo la conquista, no lo pueden evitar— de la libertad de expresión" o "Del franquismo a la democracia: A las libertades por la transacción". Todo ello, como si de algo plenamente superado y logrado se tratara. Y yo, más allá de alabar, una vez más, la depuradísima técnica con la que el PSOE se dispone a abordar su enésima tarea de marketing político, me pregunto de inmediato: ¿pero es que no leen los periódicos?, ¿no han visto —más allá de haberlo protagonizado o perpetrado, ellos mismos, en algunos casos— lo que ha sucedido en Catalunya, a raíz del procés, en estos últimos ocho años? Porque si tuviéramos que hacer un memorial de estos ocho años —tan urgente o más, por cierto, que el de la llamada 'transición'—, no dudaría un solo instante en titularlo "Cataluña, ocho años sin libertad".
Entre la retahíla de actos previstos en el programa, algunos se centrarán en 'los lugares de memoria democrática'. Tendrían que incluir uno —diría que de momento no está previsto—, sobre el Parlament, la sede de la soberanía legislativa catalana, que estos últimos años ha visto aniquilada su autonomía con una inaudita actuación preventiva del Tribunal Constitucional, que le impedía actuar, precisamente, como Parlamento. Sería una exposición muy bonita. Ya puedo visualizar, como si la tuviera ante mí, una sala silenciosa donde poder contemplar, debidamente ordenadas y con la iluminación adecuada, fotografías de funcionarios de justicia notificando a los parlamentarios los requerimientos del tribunal, ordenándolos qué hacer y qué no hacer en el ejercicio de sus tareas representativas. Democracia a raudales.
También habrá actos sobre 'la conquista de la libertad de expresión'. No debería faltar, aquí, una charla conjunta, con música de fondo, de Pablo Hasél y Valtònyc. Ni una mesa redonda donde pudiéramos escuchar el testimonio de aquellas personas que en 2017 quisieron acudir, en Gasteiz o en Madrid —sí, esto ya es fuera de Catalunya—, a actos donde se tenía que hablar —¡solo hablar!— del referéndum, pero que no lo pudieron hacer porque un juez así lo ordenó, haciendo una interpretación de la ley de talante más propio de la época cuya supuesta superación definitiva estamos celebrando este 2025 ¡Qué déjà vu!
La 'transición' es el tabú de España, y todo apunta a que, durante este 2025 de conmemoración, el tabú permanecerá plenamente vigente
El coloquio previsto sobre la 'rearticulación de la sociedad civil' lo tendrían que presentar, sí o sí, los 'rearticulados' Jordi Cuixart, presidente de Òmnium Cultural, y Jordi Sànchez, presidente de la ANC, condenados por el Supremo, en 2017, a nueve años de prisión. Y en el que lleva por título 'De la centralización a la España plural. La conquista —la conquista nuevamente, ¡carajo!— del Estado autonómico', yo dejaría, en las primeras filas, 155 sillas vacías, en recuerdo, precisamente, de la defenestración —presente y futura— de la autonomía a raíz de la desbocada aplicación del artículo 155. No nos olvidemos, tampoco, ya para ir acabando, del acto 'Del aislamiento a la incorporación a Europa': deberían tener, aquí, un lugar de honor todos los magistrados europeos que estos últimos años han ido denegando, una tras otra y disimulando como buenamente podían su estupefacción jurídica, las euroórdenes de detención que les iban llegando desde la Península por extravagancias jurídicas como la rebelión, el terrorismo o la corrupción. Sin duda, la autarquía política y económica del franquismo ha mutado, este siglo XXI, en autarquía judicial. ¡Hagamos, también de esto, un coloquio!
Podría hacer más sugerencias. Os aseguro que la lectura del programa da mucho juego. Incluso tiene un lado cómico. De humor británico, como decía mi madre, que EPD. Pero dejémoslo aquí. Si miramos afuera y al pasado, tampoco está la cosa como para tirar cohetes. El totalitarismo nazi, por ejemplo, fue 'resuelto', sí, con doce condenas de muerte para sus principales líderes. Pero se hizo —hay que decirlo todo— con escasa pulcritud jurídica y, además, los procesos posteriores de desnazificación se convirtieron progresivamente más en teatro del malo que en una depuración real. Había que hacer frente, entonces, a un nuevo enemigo, los comunistas. Pero no podemos negar, en ningún caso, que decidieron ahorcar a doce. La 'transición' argentina tuvo que pasar, también, por algunas vergüenzas jurídicas —como las leyes del Punto Final o de la Obediencia debida de Alfonsín—, pero fueron capaces, al menos, de celebrar el juicio dramatizado en la película Argentina, 1985. Miradla. Os la recomiendo. En España, ni esto. De hecho, en España, el mismo tribunal —Supremo, claro está— que en 2010 recriminaba a un magistrado que pretendía abrir las fosas comunes el hecho de no respetar la ley de 1977 que amnistiaba a los franquistas, acaba de tejer, en pleno 2024, unos inescrutables y creativos senderos legales para no aplicar, en contra de su tenor literal, la ley de amnistía a los catalanes que han atentado contra la sagrada integridad territorial de la Nación. ¡Celebremos, bien alto también, estos 50 años de respeto a la separación de poderes!
A fin de cuentas, nunca nos han explicado qué fue —ni, sobre todo, qué no fue— la 'transición'. Sencillamente, no lo sabemos. Y dudo mucho que lo lleguemos a saber —a saberlo bien, claro— este 2025, por mucho dinero público que se invierta. Las cosas de las que no se habla porque no se puede hablar de ellas —porque no es ni siquiera concebible hablar de ellas— solemos llamarlas tabúes. Este es el tabú de España, y todo apunta a que, durante este 2025 de conmemoración, el tabú permanecerá plenamente vigente. De hecho, si el PSOE hace honor a sus inmaculadas dotes para el marketing político, el tabú saldrá muy fortalecido, flamantemente catapultado —este es mi pronóstico— hacia los '100 años de libertad'.