Ante la noticia de que ERC y PSOE están sopesando la idea de una nueva financiación para Catalunya, se han vuelto a levantar voces enfurecidas de todo tipo. Los de siempre, claro —algunos dentro del mismo PSOE—, y otros dentro de la propia sociedad catalana que quiere, necesita y reclama una financiación justa y que ya está harta del juego político de vía muerta en este tema. No sé si no aprendemos la lección o no la queremos aprender o, lo que es peor, alguien piensa que nos puede seguir entreteniendo de esta manera.
Acompañan ya la noticia las discrepancias entre los mismos actores que la proponen, ERC y PSOE, en la explicación de la idea, porque nada tiene sentido y no lo digo solo por el infortunio del término singular. Término que, por otra parte, comparto en un sentido completamente diferente del que se le quiere dar, porque, realmente, la financiación de Catalunya es claramente singular. Como sinónimo de única.
A ninguna otra comunidad autónoma se la putea en la teoría y en la práctica como a Catalunya. En la primera, por los números que resultan del reparto entre autonomías y, en la segunda, por la inacción en la ejecución y la llegada efectiva de esta financiación. Un manual como los haya de mal o buen gobierno, según se mire; pero en todo caso nefasto para la ciudadanía de Catalunya. Toda, de cualquier origen, posición o sentimiento.
El relato que se ha trabado en España sobre la financiación de Catalunya no deja más margen de maniobra que el de la mentira de las promesas que nunca se llevarán a cabo
"España nos roba" es una frase proscrita porque dice la verdad y por eso levanta tanta polvareda utilizarla; pero no hay evidencias de que no la hagan cierta solo discursos mentirosos variados sobre unos números que, aunque no se publican o no se pueden examinar con toda la transparencia que requieren las cuentas de un estado democrático, lo dejan bien claro a la primera ojeada, a la segunda y a la tercera.
Ahora bien, este es un callejón sin salida, porque la construcción y el relato que se ha trabado en España sobre la financiación de Catalunya, con la colaboración de todos los partidos españoles tanto de derechas como de izquierdas, no deja más margen de maniobra que el de la mentira de las promesas que nunca se llevarán a cabo. Aparte de la lluvia de insultos que acompaña cualquier iniciativa en este sentido. ¡Todo muy constructivo! Estas son otras singularidades que caracterizan este tema.
De hecho, Feijóo lo ha dicho bien claro: que esta idea está abocada al fracaso y le tengo que dar la razón. Lo que me maravilla es, pues, que PSOE y ERC se vuelvan a entretener con ella y piensen que las y los votantes no tenemos memoria o que con la zanahoria —torpe, por otra parte— ya hacen bastante.