Pasolini nos dejó una relectura del Evangelio en forma de película llamada El Evangelio según San Mateo. Era 1964 y el filme ha pasado a la historia del cine como una de las películas más profundas y sorprendentes sobre la vida de Jesús. La sociedad vivía un proceso de reformas sociales, y la Iglesia Católica se movía en un Concilio Vaticano II que la reformaría profundamente. Hace unas semanas, el filósofo Ferran Mateu nos regaló un ensayo que profundiza en las mismas desazones. En Presencia de una ausencia - Apuntes sobre la espiritualidad contemporánea, su ensayo nos traslada que hay gente que tiene necesidades religiosas, personas que no se dan por satisfechas con la realidad cotidiana, sino que buscan un plus de significación, de gratificación, de ensueño y de trascendencia. El monje de Montserrat Lluís Duch ya disertaba también sobre estas peripecias del espíritu que hoy se las tiene que ver “con la sombra alargada del nihilismo ambiental”.

Ferran Mateu, ciertamente, es uno de los ensayistas más notables de nuestra cultura contemporánea, lo deja escrito en el volumen editado por las Publicacions de la Abadia de Montserrat, y exquisitamente diseñado por Jordi Avià. Para Mateu, que es profesor de humanidades en Blanquerna y sabe qué significa hablar hoy de temas de grueso intelectual a las nuevas generaciones, considera que hablar de una posible vivencia superficial de la espiritualidad constituiría hoy un oxímoron, y desmiente que estemos en una sociedad desecularizada: si así fuera no habría triunfado el fenómeno Código da Vinci, ni Rosalía cantaría canciones que dicen “sentaíta, al cielo quiere rezarle”. A Mateu, a quien le pregunté si escucha a Rosalía y me respondió que “no, pero conozco porque le he leído entrevistas”, le parece que esta cantante muestra una desazón existencial y al mismo tiempo una inquietud espiritual, una voluntad explícita de apertura al misterio.

La humildad es una de las condiciones de posibilidad de la experiencia espiritual, sin humildad se pueden hacer muchas cosas, pero no adentrarse en un mundo inmaterial

El pensador defiende que, desde una perspectiva cristiana, la humildad es una de las condiciones de posibilidad de la experiencia espiritual, y reconoce que sin humildad se pueden hacer muchas cosas como levantar edificios descomunales y declarar guerras, pero no adentrarse en un mundo inmaterial. Mateu cita a Karl Barth, para quien la fe cristiana es una decisión y su objetivo no es creer, sino resistirse a la inercia de la duda. Ferran Mateu no es nada dogmático y llega a escribir que “camino no hay ninguno”, dando a entender que todo el mundo se lo tiene que labrar y trabajar por sí mismo. Las metáforas son un gran fuerte del pensador nacido en la Granja d'Escarp (donde le han dedicado la biblioteca municipal, que lleva su nombre), y sobre la búsqueda de sentido escribe frases tan brillantes como esta: “Tenemos que actuar como si estuviera, el sentido. Que no encuentre las llaves de casa no significa que sea absurdo buscarlas, ni tampoco que la casa no exista”.