Se llamaba Nylah, vivía en Pensilvania y su madre, Tawainna, la encontró colgada de la correa de una bolso. Todavía estaba viva. La llevaron rápidamente al hospital, pero no le pudieron salvar la vida. Según su madre, la niña murió después de ver en TikTok el llamado "desafío del desmayo". Se retaba a los usuarios a asfixiarse hasta perder el conocimiento.
Tawainna ha sido contundente. Acusa la red social de utilizar un algoritmo "diseñado intencionadamente para maximizar la participación y la dependencia del usuario, e incitar a los niños a participar en un ciclo de retroalimentación repetitivo impulsado por la dopamina al mirar, compartir e intentar desafíos virales y otros vídeos". Y añadió que se trata de volver adictos a los niños para conseguir ganancias económicas, remarcando la falta de barreras y controles de edad. De manera que la madre lo llevó a los tribunales. El juez dijo que no había caso, pero ahora otro tribunal ha reactivado la demanda.
Uno de los libros más vendidos de este verano, de David Phillips, habla de las hormonas que nos dan placer. Una de ellas es, justamente, la dopamina, que genera motivación, ímpetu, deseo o placer. Básicamente, regula la recompensa y las funciones ejecutivas. Pero dopamina hay, en palabras del autor, buena —la que se genera al aprender, hacer ejercicio, sexo, crear o socializar— y mala. Lenta y rápida, dice Phillips. Y la rápida es, lo habrán intuido, ir pasando el dedo por la pantalla del teléfono viendo un vídeo detrás de otro. Como una máquina tragaperras.
Ladronas de dopamina que, además, nos vuelven adictos y nos alejan de las fuentes de dopamina lenta. Es decir, que perjudican tu estado mental. Pero lo que es feo es que saben que están robando el bienestar psicológico a nuestros niños.
Antes de continuar, una explicación interesante. Con el fin de dedicar un esfuerzo a alguna cosa, los niveles de dopamina aumentan antes y después de estas actividades y después bajan a un nivel inferior al que teníamos antes de empezar la actividad en cuestión. De manera que si nuestro nivel es 5 y vemos un vídeo divertido en Instagram o TikTok, subiremos a 6. Pero, inmediatamente, bajará a 4,9. Si vemos otro, subiremos a 5,9. Pero cuando acabamos bajaremos a 4,8. Y así hasta perder el interés y quedarnos en un nivel de dopamina bajo mínimos. Por lo tanto, nos sentimos peor que cuando hemos empezado. Por este motivo, Phillips denomina estas redes sociales ladrones de dopamina.
Ladronas de dopamina que, además, nos vuelven adictos y nos alejan de las fuentes de dopamina lenta. Y ya tenemos bastante conocimiento para saber que eso es así. Pero no hacemos nada. Bueno, sí, ahora algunos padres intentan alejar a sus hijos de los móviles diabólicos. Pero no sé si esta es la solución. Empresas que quieren demostrar que les dedicas tiempo para poder tener más publicidad, para que quieras pagar para mejorar las prestaciones y tener clientes que los valore como empresa, ya habían. Empresas que utilizan estudios cognitivos, psicológicos y biológicos para atraparte con el uso de colores, sonidos, formas y animaciones, también. El problema empieza cuando eso lo hacen sabiendo que te roban la dopamina. Es decir, que perjudican tu estado mental. Pero lo que es feo es que saben que les están robando el bienestar psicológico a nuestros niños.