Era se una vez que el cava seguía congelado en un rincón de la nevera. No, en aquel invierno, cuando todavía persistían generalísimos golpistas y terror en el ánimo, no se podía augurar nada mejor. No, aquel año tampoco habría ni indultos, ni celebraciones, ni amnistía, no habría derribo que une vida social y nacional, ni la camisa azul o gris desaparecería de los tendederos. De repente, pareció que se escapaban todas las burbujas y que había sido Navidad antes de acabar noviembre. Tal vez, quizás, una gente trabajadora, harta de pasar hambre, recibía el regalo incierto de una retahíla de "esta vez, quizás sí": si hacemos una transición valiente y noble hacia la democracia.
La gente está, y se mueve aquí y allí, con una gran variedad de proyectos, reclamaciones, exigencias de derechos individuales y de nación
Quizás sí, con la perspectiva, que tiene que ser plural, rehuyendo de sectarismos; quizás sí, con la persistencia, que nos han enseñado mujeres y hombres imprescindibles; quizás sí, con la paciencia de quien sabe que lo que hace es mucho más grande, más importante y perdurable que toda su generación. Pero tampoco ha sido todavía. ¿Y por qué? Para poder responder el porqué habría que averiguar donde estamos, y para hacerlo, estaría bien montar un tipo de primarias sobre quién puede exhibir resultados lo bastante aceptables en relación con estos tres conceptos —perspectiva, persistencia y paciencia— desde el independentismo.
Porque el hervor de fondo no se ha detenido, la gente está, y se mueve aquí y allí, con una gran variedad de proyectos, reclamaciones, exigencias de derechos individuales y de nación, una variedad llena de intersecciones de unos con otros y diversificada con matices diferenciadores, no necesariamente excluyentes, en momentos clave.
Si manteniéndose todo el mundo, construyendo cada uno como sepa y como pueda, desde el lugar que más le motive, estando atentos para detectar con quién, cómo y cuándo puede cerrar filas, tal vez estaremos más cerca de encontrar el camino en el cual nos perdimos. Aquel momento en el que no supimos mantener las mayorías, cuando no pusimos por delante de las mezquindades personales y de secta, la inteligencia y el bienestar de la comunidad.