Por mucho que las conversaciones entre ERC y el PSC estén “avanzadas”, no hay pacto de nuevo modelo de financiación sin el visto bueno de Junts en el Congreso de los Diputados y un consorcio “fifti-fifti” no parece la mejor manera de garantizarlo. Para entendernos, el consorcio Estado-Generalitat propuesto para Rodalies gestionará el 100% de las Rodalies de Catalunya, sí, pero lo hará de forma compartida, como en un matrimonio con convenio de gananciales: el poder sobre los tributos y su recaudación no se cede, sino que se comparte. Esto, visiblemente, de “singular” no tiene nada. Si quieren un ejemplo de singularidad, el último caso que se me ocurre es el del traspaso de las competencias en seguridad y tráfico a los Mossos d'Esquadra mediante el artículo 150.2. Singularidad es eso, diferenciación: Ertzaintza y Mossos, y no hay ninguna otra comunidad autónoma en España que haya reclamado policía propia, ni que, por tanto, la tenga. Singularidad es tratar de manera diferente lo diferente, y no proponer modelos de gestión constantemente “exportables a las demás comunidades”. Si pluralidad, singularidad y plurinacionalidad es esto, el voto del independentismo debe ser un rotundo “no”.

Illa está haciendo tarde, pues, a la hora de proponer una oferta convincente antes de que acabe julio. Y mientras tanto, la ley de amnistía va digiriéndose, bien o mal, entre los poderes judiciales y administrativos del Estado y veremos si llega a hacer posible el retorno pacífico, o la detención, del president Puigdemont. Todos los casos están contemplados, solo puedo decirles esto. El equipo jurídico (aunque no estemos hablando únicamente de leyes, sino de política) no es solamente que esté preparado para cualquiera de las eventualidades, sino que lo que podría parecer un fracaso o una desgracia esconde a menudo la semilla de un éxito o de (para ser más claros, y si se tiene algo de paciencia) la victoria. No se juega solo con el fondo de las discusiones, que también, sino que, cada vez más, se juega la partida en los calendarios, y en una vertiente del Derecho como es el procesal que es donde se pueden ganar las partidas cuando el resto, es decir los debates interpretativos sobre la ley, son a veces tan previsibles. Ahora la cosa ya no va de quién tiene razón, sino de cuándo. Puesto que ya sé la respuesta a la primera pregunta, solo queda afinar muy bien la respuesta a la segunda. No es lo mismo tener la razón este julio que tenerla en unos meses, es decir, cuando puede hacer más daño.

La ley de amnistía hará su función y los jueces irán perdiendo sus prerrogativas autootorgadas

Cuesta aconsejar a ERC qué deberían hacer, porque esta es una decisión soberana y plenamente política. Ahora bien, vistos sus comportamientos con las campañas de difamación y con las cajas paralelas (y el contenido verdaderamente “cutre” de los carteles de falsa bandera contra Ernest Maragall), estaría bien que procuraran ya no pensar en su partido, sino en los próximos diez años en Cataluña: hace diez años el independentismo se unió, como lo ha hecho ahora la izquierda en Francia, y estableció el nuevo eje a partir del cual se debatiría sobre política en Catalunya. Si el eje se desplaza ahora en favor de un PSC omnipresente y omnipotente, Catalunya podrá aspirar a lo que el PSC entienda como pacto federal aceptable para el resto de autonomías. Podrán obtenerse mejoras competenciales o de gestión, pero olvídense de pactar la obtención de ninguna brizna de soberanía o ningún principio de resolución del conflicto. A no ser, por supuesto, que este aspecto lo hayan decidido delegar en la mesa de Ginebra.

Un apunte sobre la mesa de Ginebra: está vigente, está esperando saber el nuevo marco institucional y sobre todo conviene no olvidar que es una demanda del Consejo de Europa reflejada (no explícitamente) en el último apartado de las recomendaciones emitidas por este organismo junio del año 2022. Aquella que hablaba de resolver el conflicto por la vía dialogada, respetando la legalidad vigente y los derechos humanos. Se podría intentar prescindir de este mandato indirecto europeo, pero ninguna de las dos partes quiere levantarse de una mesa expresamente preparada para devolver la discusión al plano político y sacarla del jurídico. Jurídicamente, como les decía, no sufran: la ley de amnistía hará su función y los jueces irán perdiendo sus prerrogativas autootorgadas. La bomba está dentro del monstruo. Pero políticamente este julio se decidirá si el independentismo quiere hablar de soberanía (como modo de abordar el conflicto) o bien considera que solo se trata de hablar de traspasos competenciales y de fórmulas consorciadas exportables, por ejemplo, a la Comunidad de Madrid. Yo diría que los votantes ya han apuntado claramente de lo que creen que se trata. Y, como hemos visto en Francia, a menudo las unidades por una misma causa acaban funcionando electoralmente. Pero lo importante no es eso: lo importante es que las unidades de acción funcionan, también, cuando de lo que se trata es de cambiar la historia.