La Justicia española, incluido el Tribunal Supremo, archivó no una, ni dos, ni tres, ni cuatro, ni cinco, ni seis, sino hasta 14 querellas contra Podemos y sus dirigentes políticos por supuesto fraude fiscal y financiación ilegal. Da igual. El raca-raca de algunos medios con la connivencia de la derecha española no sólo sigue, sino que pretende situarlo en el foco de la agenda política. Y esto a pesar de que el pasado abril, el máximo órgano fiscalizador del Estado auditó las cuentas de la formación morada y hasta cinco auditores concluyeron que no había ninguna irregularidad.
Aún así el Senado —que como todo el mundo sabe, es una Cámara que sirve para poco más que para dar un retiro dorado a aquellos “ilustres” que la mayoría de los partidos no quieren en su primera línea— ha decidido investigar la financiación de todos los partidos políticos. Bueno, lo de todos es un decir y lo de investigar, un eufemismo porque allí se habla de las cuentas de aquellas formaciones que no sean el PP y se bucea en papeles que no son los de Bárcenas, ni los de la Gürtel, ni los de Lezo, ni los de la Púnica.
Conviene recordar además que sólo el PP y UPN forman parte de semejante bodrio parlamentario, una especie de club de amiguetes que capitanea un senador que responde al nombre de Luis Aznar y del que ustedes no conocerán más obra política que la de hacer de vocero de los argumentarios que recibe de Génova y de aquel Ministerio del Interior que dirigía un ministro de infausto recuerdo como Jorge Fernández Díaz, que se dedicó durante algún tiempo a crear una policía política que fabricaba informes falsos contra algunos de sus adversarios políticos. De ello vivieron informativamente decenas de periodistas que se arrogan a menudo el título de paladines de la decencia.
El raca-raca de algunos medios con la connivencia de la derecha española no sólo sigue, sino que pretende situarlo en el foco de la agenda política
El caso es que la comisión se creó, como todo el mundo sabe, sólo para contrarrestar los trabajos de otra creada en el Congreso, donde los populares no gozan de mayoría absoluta, para indagar sobre la supuesta corrupción en el PP. Sus trabajos, que empezaron hace meses porque el Senado también tiene sus propios ritmos, han pasado sin pena ni gloria por las páginas de los diarios y las portadas de los informativos. Pero hete aquí que llegó el turno de comparecencia de Juan Carlos Monedero y se montó el lío, no por el desparpajo del fundador de Podemos en sus respuestas, sino porque la TVE, la pública, de la de todos se recreó durante minutos en el asunto en sus informativos.
Nada que objetar si no fuera porque hace exactamente una semana la misma cadena ocultó la comparecencia en el Congreso del inspector jefe de la UDEF, Manuel Morocho, en la que señaló con todo lujo de detalles que existían indicios de que Rajoy había recibido pagos de la “caja B” del PP. Ni un sumario, ni unas colas.
Todo el despliegue se reservó para informar de la comparecencia, siete días después en el Senado, del propietario de una televisión local de Madrid que emitió La Tuerka y que, para TVE, debe tener la misma credibilidad que un alto mando policial.
No hay mucha duda: igual que para una parte de la izquierda, el franquismo no murió en Madrid en 1975, para una parte de la derecha, Podemos y sus dirigentes siguen excitando sus jugos gástricos. Si ya lo dijo allá por los noventa Vázquez Montalbán con aquella frase tan ocurrente como descriptiva: ”Contra Franco vivíamos mejor”. Pues hoy pasa lo mismo con el PP y los morados: “Contra Podemos vivíamos mejor”.