Una y mil veces hemos escuchado que la cuadratura del círculo es algo imposible. La expresión forma parte de nuestro lenguaje habitual. Tanto que la RAE dice que su uso indica la imposibilidad de algo. No estén tan seguros. Igual los académicos tienen que revisar sus escritos porque PSOE y PSC se han propuesto desafiar el irresoluble problema de geometría.
La solución es complicada porque las diferencias son de calado tanto en lo político como en lo orgánico. Unos dicen que la Declaración de Granada es un punto de partida y otros, que de llegada; unos defienden que España puede ser un Estado plurinacional; otros, que nación no hay más que la que dice el artículo 2 de la Constitución; unos, que creen que no hay nada del protocolo de relaciones que revisar; otros, que hay cosas que modificar para poder seguir juntos…
A falta de dos días para que se reúna la comisión negociadora que debe restañar las heridas abiertas entre PSOE y PSC tras la negativa de los socialistas catalanes a abstenerse en la investidura de Mariano Rajoy, nada indica que el camino vaya a ser fácil. Todo lo contrario. Y eso que el peregrinaje a Sevilla de Miquel Iceta para rendir pleitesía a Susana Díaz parecía haber calmado las turbulentas aguas del socialismo.
Ni por esas. Un tuit del primer secretario del PSC del pasado domingo en el que se hacía eco de las palabras de Pedro Sánchez en Xirivella sobre el mandato, en su opinión, vencido de la gestora del PSOE y la urgencia de convocar el congreso federal ha hecho dudar en Ferraz de la voluntad cierta del catalán de reconstruir los puentes rotos, pero sobre todo de la neutralidad que proclamó ante un próximo proceso de primarias.
Antes de lo orgánico, las delegaciones de ambos partidos hablarán sobre todo de las diferencias políticas, del camino recorrido en los últimos 30 años, del desgaste que las posiciones del socialismo catalán han supuesto para el PSOE en otros territorios, de la posición del PSC respecto a la reforma constitucional, del derecho a decidir o de las posibles alianzas estratégicas en Cataluña y de si puede aceptar sin más la dirección federal un acuerdo de los de Iceta con el partido de Colau.
La dirección interina del PSOE no está por la labor de suprimir la representación catalana en los órganos federales però sí revisarla a la baja
Sólo si hay una salida acordada para todo ello, el debate se abrirá a la cuestión organizativa. Esto es si el PSC, que antaño aportó 25 diputados al conjunto de la representación parlamentaria del PSOE en el Congreso y hoy participa sólo con 7, puede seguir teniendo más de 100 delegados en los congresos del PSOE y más de 20 representantes en su comité federal de tal modo que su presencia tenga, como hasta ahora, un enorme peso en las decisiones que adopta el PSOE.
Imaginen por un momento que en el congreso de Sevilla, el PSC no hubiera tenido 106 de los 1.019 delegados con derecho a voto. ¿La victoria de Rubalcaba frente a Chacón hubiera sido sólo por 22 votos?
La dirección interina del PSOE no está por la labor de suprimir la representación catalana en los órganos federales -ni en los congresos, ni en la Ejecutiva ni en la dirección del Grupo Parlamentario-, si bien considera que habrá que revisarla notablemente a la baja.
La respuesta es muy distinta cuando se pregunta si el PSC podrá seguir votando en las primarias a secretario general del PSOE cuando éste no puede hacerlo en los procesos internos del socialismo catalán. Eso es lo que está en juego, y eso es lo que determinará el alcance de la nueva relación que sendas formaciones acuerden a partir de ahora. Y todo sin que parezca que el socialismo catalán ha sido castigado por la deslealtad e indisciplina de las que se le acusa y sin que nadie pueda presentar la solución como una treta orgánica que beneficie a Susana Díaz en su carrera por el liderazgo. Lo dicho: la cuadratura del círculo.