Miguel Ángel Heredia no es el socialista más popular del Parlamento español, tampoco se puede decir que haya tenido un papel estelar en sus 20 de años de parlamentario. De hecho, para quienes no frecuenten la fontanería de la política andaluza, es probable que hasta hoy fuera un absoluto desconocido. Ahora toda España sabe que es la voz y los ojos de Susana Díaz en la Carrera de San Jerónimo; que hace cinco meses en una reunión política con jóvenes socialistas animó “a disparar de manera permanente contra Pablo Manuel Iglesias”; que de su boca salió que “Margarita Robles es una hijaputa que antes de hablar debería afiliarse”; que “había que disolver el PSC” y que la noche del 1 de octubre el comité federal del PSOE hizo lo que hizo porque Pedro Sánchez tenía cerrado un acuerdo de gobierno con Podemos y los independentistas y que a él se lo contó personalmente el secretario general de CC.OO, Ignacio Fernández Toxo.
Gracias a la grabación que uno de los asistentes de aquella reunión hizo de su arenga, España entera ha sabido de las virtudes que adornan a algunos personajes de la política española y también del afecto, la fraternidad y el amor que se profesan las distintas facciones del socialismo español, más allá de la impostura de sus discursos públicos. Esto por no hablar del uso de la mentira en política, que daría para un serial.
Con todo, lo más notable de todo esto es que Heredia ha puesto voz a lo que un sector del PSOE, el que lidera Susana Díaz, nunca se atrevió a decir en público: que Margarita Robles era persona non grata para muchos socialistas, que el PSOE debía recuperar su marca en Catalunya y que todo lo que ocurrió en el comité federal de infausto recuerdo no fue para evitar un congreso exprés, como se ha dicho, sino para quitar de en medio a un secretario general dispuesto a llegar a La Moncloa a cualquier precio.
De la boca de Miguel Ángel Heredia salió que “había que disolver el PSC” y que el comité federal hizo lo que hizo porque Sánchez tenía cerrado un acuerdo de gobierno con Podemos y los independentistas
A Susana Díaz, la jefa de Heredia, le basta con que el diputado haya pedido perdón públicamente y que haya reconocido -después de un implacable comunicado de Toxo- que jamás recibió una llamada del líder de CC.OO. advirtiéndole de ningún acuerdo entre Sánchez y el independentismo. Con poco se conforma la presidenta de Andalucía, dispuesta a pasar por alto, como otros muchos, lo ocurrido, a justificar la fanfarronada de Heredia con el argumento de que la prédica tuvo lugar durante el transcurso de una conversación y que la réproba debería dirigirse contra quienes grabaron una reunión privada, como si ésta práctica fuera una novedad en un socialismo que hace mucho que se perdió el respeto a sí mismo.
Alguien debería decirle a la aspirante a la secretaría general del PSOE que debería mejorar la selección de su personal de confianza, elevar el listón de exigencia, prescindir de aduladores, rodearse de socialistas de mayor altura intelectual y política y prescindir de personajes que, como el grotesco Heredia, aún habiendo quedado retratados, siguen erre que erre… Y es que el malagueño es de los de sostenella y no enmendalla: “Toxo no me llamó, pero muchos sindicalistas me contaron…”. ¿Y de presentar su dimisión como número dos del Grupo Parlamentario? Respuesta: “Eso no me compete a mí”. ¿Sabrá el diputado lo que significa dimitir? Esa clase también debió perdérsela.