Un día meditaba en el Valle de los Caídos, otro asistía a la beatificación de mártires de la Guerra Civil y al siguiente condecoraba vírgenes. No hay español que no conozca a estas alturas el fervor religioso del ex ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, quien además de misa diaria, tenía, según su propio relato, un ángel de la guarda al que llamaba Marcelo y al que se encomendaba para cuestiones tan cotidianas como la búsqueda de aparcamiento. Desde hoy, para los asuntos políticos, ya puede agradecer la protección a un nuevo espíritu celeste. Se llama PSOE.
El ministro que utilizó a la policía para espiar al adversario político, el que recibió en su despacho al imputado Rodrigo Rato, el que fue reprobado unánimemente por el Parlamento y el que va a ser objeto de una investigación parlamentaria no debe la presidencia de la comisión de Exteriores a su amigo Mariano Rajoy, sino a los socialistas.
Desde hoy, para los asuntos políticos, Fernández Díaz ya puede agradecer la protección a un nuevo espíritu celeste. Se llama PSOE
Que el presidente del gobierno sea de compensar a quienes saca de su gobierno sería cuestión de su incumbencia de no ser porque la gratificación se produce en la escena pública. Que en el caso de Fernández Díaz el premio raye la provocación da idea de lo que esconden las promesas del PP para que ésta sea la legislatura del talante, el diálogo, la responsabilidad y el acuerdo. Y que el PSOE acepte semejante trágala pudiendo -como puede- impedirlo no se corresponde con la dureza que anunció en su labor de oposición al minuto siguiente de facilitar la investidura de Mariano Rajoy.
Conjugar el verbo crujir -que fue el que utilizó el diputado Eduardo Madina para ilustrar lo que Rajoy podía esperar del PSOE en su nuevo mandato- incluye no aceptar lo inaceptable, no defender lo indefendible y no participar en componendas que nada tienen que ver ni con los Reglamentos ni con la aritmética parlamentaria.
El PP propone, pero es el PSOE quien dispone en este caso. Podemos ofreció a los socialistas apoyar un candidato alternativo. E ídem los nacionalistas… Pero los socialistas dieron un no por respuesta. Razón: “No queremos romper el acuerdo de reparto de las comisiones parlamentarias”.
¡Acabáramos! El equilibrismo argumentativo con el que Grupo Socialista ha pretendido explicar su desatino es digno de admirar, pero ni responde a una norma escrita ni se ajusta a ninguna lógica política, más allá de la de un partido temeroso de perder las canonjías recibidas y convenientemente retribuidas en el marco de un pacto nunca publicitado. Lo llaman acuerdo pero es un conchabeo por el cual se reparten los cargos institucionales para cobrar complementos salariales.
Que no nos cuenten que es el PP quien hace presidente de la comisión de Exteriores a Fernández Díaz porque será el PSOE quien lo posibilite. Y que no digan que el reglamento de la Cámara sólo permite votar sí o en blanco, porque nada dicen de eso los artículos 36, 37, 38 y 41 de las normas parlamentarias. Para votar hay que escribir un nombre en una papeleta -idéntico procedimiento al de la elección de los miembros de la Mesa de la Cámara. y bastaría con que los socialistas anotaran en el papel un nombre consensuado con el resto de formaciones que evitase la tropelía. Todo lo demás, excusas de mal pagador.