Se acabó. Ya no hay formas que guardar ni protocolos que seguir. A cuatro días de las primarias socialistas, el que más y el que menos ya sabe lo que se juega: ser o no ser, estar o no estar, vegetar o fenecer. Así que ¡fuera caretas! Dato: Eduardo Madina en la presentación del documento político de la candidata Susana Díaz. Nada que objetar si no fuera por su papel de coordinador en la ponencia política que la gestora redactó presuntamente para todo el PSOE. Claro que desde mucho antes organizó la disidencia a Sánchez, hizo de maestro de ceremonias de la de Triana más allá del Guadalquivir, asumió la portavocía de la reina del sur”, participó en mítines y hasta recogió avales. Esto último con escaso éxito, que todo hay que decirlo.
El recordatorio viene a cuento de la esperpéntica y tardía presentación del programa político con el que Díaz concurre a las primarias. El anuncio estrella (un préstamo de 24.000 euros sin intereses para jóvenes estudiantes y emprendedores) no aparecía en el dossier que se entregó a la prensa. Y eso que Díaz llamó la atención de los informadores para que pusieran el foco donde correspondía. Miren, miren… Y los periodistas miraron. Ni una línea de los préstamos. Más allá de la anécdota, la favorita de los barones y cuantos referentes ha tenido el PSOE no da una derecha, y eso que es el espacio que, según sus adversarios, domina.
Creyó que arrasaría en los avales y allí acabarían las primarias, y nada más lejos de su expectativa. Confió en vapulear a Sánchez durante el debate y salir a hombros con las dos orejas de su enemigo en la mano, y lo que hizo fue salir en estampida en cuanto se apagaron los focos porque, en absoluto, se percibió en ella la preparación que adorna a un primer espada ni a alguien que domine las alturas. Ella es más de deslizarse por el barro, de “mientes, cariño” y de a “este le quiero hoy muerto”.
La única certeza es que gane quien gane el problema de la socialdemocracia española no se resolverá sin más porque no es cuestión de elegir un líder, sino de encontrar su lugar en el espacio de la política
La leyenda que acompaña a la presidenta de Andalucía se la ha ganado a pulso. De ahí que hasta se removiera el busto del fundador Pablo Iglesias cada vez que en Ferraz durante el duelo ella pronunciaba las palabras “humildad” y “unidad”.
Su último tropiezo en esta campaña ha sido el anuncio estrella que no aparecía en el programa que nunca se planteó presentar hasta que no vio que aún quedaba partido por jugar y que sus compañeros hicieron de la ausencia de proyecto otro flanco por el que atacarla. 45 folios más de un programa de gobierno que de una aspirante a secretaria general del PSOE, lo que demuestra que Díaz se confunde de elecciones. Estas son para liderar el partido, que no el país, pero ella se ha saltado un escalón como si nada le importara.
¿Qué ocurrirá el domingo? Depende de a quién pregunten. Sánchez no sólo vuelve a estar seguro de su victoria, sino que pronostica que ganará en todos los territorios menos en Andalucía y Euskadi. En la trinchera contraria sitúan a Díaz, aunque por la mínima, en primera posición. Todo está abierto. La única certeza es que gane quien gane el problema de la socialdemocracia española no se resolverá sin más porque no es cuestión de elegir un líder, sino de encontrar su lugar en el espacio de la política. Y ese, aunque Sánchez tiene claro que debe explorar el camino con otras fuerzas de izquierda, Díaz no acaba de desvelarlo. En algún momento tendrá también que quitarse la careta porque no basta ya con decir que la derecha es “tóxica e infame”, sino algo más.